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Distintas concepciones del cuerpo según la actividad física en los diferentes contextos sociales

lucas gabriel montanariEnsayo5 de Junio de 2018

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ISEF N° 1 “Dr. ROMERO BREST”

Distintas concepciones del cuerpo según la actividad física en los diferentes contextos sociales

FENTE, NICOLAS

nicofente@gmail.com

MONTANARI, LUCAS

lucas_montanari@live.com

PALLADINI, TOMÁS

tomaspalladini@hotmail.com

Cuat. : 2° Comisión: 2. Día: Miércoles. Turno: Mañana. Horario: 9:30hs.

TRABAJO DE INTEGRACIÓN

Entregado como requerimiento para la aprobación de la materia

Enseñanza de la Educación Física en el Nivel Superior, del Profesorado de Educación Física.

Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Noviembre, 2017


ÍNDICE

Resumen………………………………………………………………………….3

Introducción……………………………………………………………………..4

El cuerpo…………………………………………………………………………5

El cuerpo y la actividad física…………………………………………………....7

El cuerpo y la actividad física en el contexto social……………………………..9

Conclusión final………………………………………………………………….11

Agradecimientos…………………………………………………………………12

Bibliografía………………………………………………………………………13













Resumen

El concepto de corporeidad en el ámbito de la ed física, es cuestionado desde hace tiempo por las diferentes interpretaciones y usos que se puede darle en las prácticas. Comenzamos haciendo un desarrollo de las diferentes miradas y concepciones del cuerpo a través de diversos autores a lo largo del tiempo. Buscaremos la relación entre los conceptos disponibles del cuerpo, y la actividad física en cada persona, cómo influye, cómo se desarrolla. Relacionado a lo anteriormente nombrado, comparamos con los diferentes paradigmas en conflicto que existen hoy en día en el ámbito de las prácticas corporales, para finalizar analizándolo desde una perspectiva social (actividad física no institucionalizada y deportes)


Introducción

Ver a la persona como un ser integral (como su corporeidad/dualismo) no es una idea que nació hace demasiados años. Hablar de corporeidad supone un avance desde lo discursivo pero que también debe garantizarse en la praxis. Aun así, existe una tensión entre por lo menos dos paradigmas, uno que argumenta desde las ciencias naturales para mirar a la persona y su movimiento y otro que se halla situado en el campo disciplinar de las ciencias sociales y que se plantea sus propias problemáticas.

Nuevas miradas comprenden a las prácticas corporales como constituyentes de la cultura corporal de una sociedad. El objeto de estudio es entendido como una construcción simbólica y socio-histórica que es transmitido a la corporalidad. El cuerpo es entendido entonces no solamente en aspecto biológico sino también como una construcción cultural, depositaria de signos y significados. Esto quiere decir que no todos los sujetos se relacionan de la misma forma con su cuerpo al momento de practicar actividad física. Y además, no todas las prácticas corporales y deportivas tienen los mismos significados, ya que dependen en gran medida del ámbito en el que se practiquen. Este ámbito es el contexto socio-económico-cultural en el que se desarrollan estas prácticas.

 Este hecho suscitó en nosotros algunos cuestionamientos que nos interesa compartir en el presente artículo, que de ninguna manera pretende agotar el tema, sino por el contrario es nuestra intención provocar el debate en la comunidad académica acerca de la relación de los sujetos con su propio cuerpo en las distintas prácticas corporales de acuerdo al contexto social.






El cuerpo

Resulta difícil contradecir la afirmación de que la actividad física trata con el cuerpo y sus distintas manifestaciones motrices. Ahora bien, este consenso se diluye cuando intentamos profundizar qué entendemos por cuerpo y movimiento. De ahí que Cagigal (1979:62-65) plantee la necesidad de conceptualizar estas dos realidades antropológicas -cuerpo y movimiento- para identificar la esencia de la cultura física:

“El individuo conoce el mundo a través de su entidad corporal. El hombre seguirá viviendo toda su existencia no sólo en el cuerpo, sino con el cuerpo y, de alguna manera, desde el cuerpo y a través del cuerpo. El hombre tiene un cuerpo, el cual está capacitado para moverse, hecho para moverse. Gracias al movimiento el hombre aprende a estar en el espacio. Sobre estos dos elementos, sobre la inherencia e implacable instancia del cuerpo en la vida del hombre, no ya como parte del hombre, sino como hombre mismo, por un lado y, por otro, sobre la realidad antropodinámica del movimiento físico, debe ser estructurada una Educación Física, base de una generalizada cultura física”.

 Aunque las nociones de cuerpo y movimiento están estrechamente relacionadas, la primera ha sido quizá la que en mayor grado ha protagonizado el debate filosófico. Básicamente, a lo largo de la historia la noción de cuerpo ha ido definiéndose a partir de la tensión generada entre dos polos contrapuestos: de un lado las concepciones dualistas, que separan la realidad material (cuerpo anátomo-fisiológico) de la inmaterial (espíritu, alma, mente). Del otro las concepciones monistas, en las que el ser humano es considerado como una unidad indisoluble y no como un conjunto integrado de más o menos partes. A este panorama se unen las concepciones sociales que se preocupan por el estudio de la construcción social y cultural del cuerpo y sus significados

Vicente Pedraz (1989) afirma que la noción de dualismo proviene de la tendencia filosófica que separa radicalmente lo natural de lo cultural, lo material de lo inmaterial, lo bueno de lo malo. Es decir, se basa en contraposiciones dicotómicas en las que todo elemento A tiene su contrapunto B. Aplicada al ser humano, la concepción dualista entiende que estamos compuestos de una parte material -corpórea, física- y otra inmaterial -espiritual, mental-. Esta antítesis tiene dos consecuencias fundamentales: por una parte se marca un límite que separa la realidad anátomo-fisiológica de la mental-espiritual. Por otra, se otorga un papel de dependencia y subordinación de la primera frente a la segunda. El conocido aforismo cartesiano “cogito ergo sum” sintetiza cómo desde el dualismo la materialidad corporal se convierte en complemento de la esencia racional que identifica al ser humano.

  Desde el dualismo, el cuerpo es básicamente materia; continente perecedero, corruptible y, también, mejorable que acoge la esencia inmaterial del ser humano. De ahí que su comprensión y su estudio se hayan buscado precisamente en la indagación de la materialidad (anatómica, bioquímica, etc.) y la funcionalidad (fisiológica, biomecánica, etc.) del ser humano.

Para Colquhoun (1992) la principal implicación de la metáfora del “cuerpo máquina” en relación con el movimiento es la noción del cuerpo como instrumento de acción motriz. El movimiento del cuerpo humano se equipara entonces al de cualquier otro objeto que se mueva y, como tal, puede ser medido, controlado y analizado cuantitativamente. Según este autor, se trata de una concepción utilitarista porque el movimiento y su resultado son definidos y valorados siempre y exclusivamente en función a su propósito, con lo que la eficacia o eficiencia -determinadas por el análisis cinemático, biomecánico, kinesiológico o fisiológico- se convierten en finalidades inherentes a la acción motriz.

En el libro La Sociología del Cuerpo, David Le Breton utiliza esta obra para establecer, en primera instancia, los fundamentos operativos que acompañan la gestación de esta sociología. El primero de estos postulados alude a la deconstrucción de la premisa del cuerpo como algo externo (y por tanto irrelevante) del sujeto. Ante esta aberración epistemológica este autor francés señala que, muy por el contrario a lo indicado, el cuerpo produce sentidos, y por medio de este el hombre y la mujer se insertan activamente en un espacio social y cultural dado. Es por medio del proceso de socialización de la experiencia corporal que los sujetos adquieren las condiciones para lograr la integración en la sociedad.

  

En definitiva las concepciones monistas revelan que la vivencia del ser es también corporal, y que la corporeidad es algo más que una materialidad ocupada por la mente o el espíritu, del cual éstos pueden y deben hacer un uso adecuado. En la Educación Física las visiones monistas del cuerpo y el movimiento están ligadas a la comprensión y expresión de su dimensión afectiva.

 

 




El cuerpo y actividad física

Es necesario establecer diferencias entre el movimiento y la motricidad de una persona

El primero es considerado como el cambio de posición o de lugar del cuerpo a través de la noción espacio-temporal. Pero a diferencia de esto, la motricidad no se entiende como un monólogo de movimientos o de un acto físico-biológico, en el que no hay lugar para las emociones, la historia, la creatividad o la dimensión racional de la persona.

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