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Dominacion Bancaria


Enviado por   •  3 de Abril de 2013  •  3.158 Palabras (13 Páginas)  •  8.357 Visitas

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Dominación bancaria

Entre 1912 y 1925 la burguesía bancaria, agroexportadora y comercial del litoral tomó el control del Estado ecuatoriano.

La plutocracia ecuatoriana

Se conoce como plutocracia al predominio de los más ricos en el gobierno de un Estado. En el caso ecuatoriano, se refiere al dominio del Estado que alcanzaron los sectores poderosos de la Costa que, a través de la exportación de cacao, habían consolidado importantes fortunas ligadas también al comercio y la banca. Desde inicios de la Revolución Liberal las decisiones económicas estaban en manos de este sector y, conforme el Estado acrecentaba sus deudas con la banca guayaquileña, el predominio de estos sectores fue mayor. Las instituciones más influyentes y representativas de la plutocracia eran el Banco Comercial y Agrícola y la Asociación de Agricultores de Guayaquil, que también agrupaba a comerciantes. A partir de la muerte de Alfaro y hasta 1925, el Estado ecuatoriano fue manejado por el liberalismo plutocrático, representado por una alianza entre el Banco Comercial y Agrícola y el placismo, para entonces ligado a la aristocracia serrana.

En 1912 Plaza inició su segunda presidencia en medio, todavía, de revueltas constantes. En Esmeraldas el coronel radical Carlos Concha revivió a las montoneras, exigió cambios en la propiedad de la tierra y en las relaciones laborales y llevó al país al borde de una nueva guerra civil. Para frenar estos brotes subversivos el gobierno contrajo nuevas deudas con la banca. Sólo mediante una dura represión Plaza pudo mantenerse en el gobierno, si bien la violencia no desapareció hasta después del fin de su mandato. El segundo gobierno de Plaza es recordado por una serie de medidas y leyes para proteger al Banco Comercial y Agrícola de la quiebra, pero que significaron una estafa para el país y desencadenaron una gran inflación. Una de estas leyes fue la Ley Moratoria.

Desde entonces, el Banco Comercial y Agrícola empezó a incidir no sólo en la política económica, sino también en las elecciones presidenciales y parlamentarias, garantizando el triunfo de sus candidatos a través del fraude y la manipulación electoral. De esta manera se sucedieron los gobiernos de Alfredo Baquerizo Moreno (1916-1920), José Luis Tamayo (1920-1924) y Gonzalo Córdova (1924-1925), quienes además contaron con congresos afines.

Revolución del 15 de noviembre de 1922

Cuando el Dr. José Luís Tamayo asumió la Presidencia de la República para gobernar durante el cuatrienio de 1920 a 1924, la crisis que se venía incubando desde 1914 como consecuencia de las restricciones económicas producto de la Primera Guerra Mundial llegó a límites casi insostenibles para la economía nacional y se presentó con todo su agudeza.

Esta situación afectó duramente a todos los ecuatorianos, sobre todo a partir de 1922, año en que nuestro país debió enfrentar una dura situación económica debido a la falta de divisas, originada por el exceso de importaciones y la falta de exportaciones; pues en ese tiempo el rubro más importante sobre el que se basaba la economía nacional era la exportación del cacao, cuyo precio -precisamente en ese año- había sufrido una significativa caída en el mercado internacional.

La falta de divisas originó la especulación y el encarecimiento de los artículos de primera necesidad, y mientras por un lado el costo de la vida alcanzaba niveles imposibles de soportar, sobre todo por las clases más necesitadas; por otro la moneda ecuatoriana fue desvalorizada, y el dólar americano que anteriormente se lo compraba a S/. 2,oo, se lo adquiría ahora en S/. 3,20.

Todas estas condiciones trajeron como resultado el descontento de los trabajadores que, influenciados por la novelería izquierdista proveniente de la Unión Soviética, organizados en diferentes gremios laborales empezaron a exigir mejoras salariales.

Por esa época ya se había creado en Guayaquil la «Confederación Obrera del Guayas», y se advertían los primeros movimientos destinados a lograr la organización sindical, situación que fue aprovechada por los politiqueros para intentar poner fin al gobierno constitucional del Dr. Tamayo y de esa manera alcanzar el poder.

Al odio contra los abusos y los privilegios entronizados entre las clases dominantes, y las limitaciones económicas y sociales que venía padeciendo el pueblo ecuatoriano, uníase un idealismo político y clasista que por primera vez pretendía hacerse valer plenamente en todo el país, pero cuyas aspiraciones chocaban con lo establecido por la Constitución vigente.

Las masas obreras de Guayaquil -que eran las que representaban el poder productivo ecuatoriano- reclamaron mejores salarios, la reducción de las horas de trabajo y, sobre todo, la incautación de los giros internacionales para evitar la especulación con su venta, que a decir verdad, de eso poco conocían y a ellos en nada afectaba: pero al no obtener respuestas favorables por parte del gobierno, en los primeros días de noviembre de 1922 decretaron en Guayaquil la primera gran huelga general de trabajadores.

Luego de que la ciudad viviera una semana sin alumbrado -debido a cortes en el fluido eléctrico- y sin abastecimiento de alimentos, miles de trabajadores empezaron a desfilar por las calles exigiendo soluciones inmediatas a sus problemas y al alto costo de la vida, paralizando además -completamente- la actividad comercial, industrial, social y económica de Guayaquil.

El Dr. José Vicente Trujillo, quien entonces ejercía el cargo de Síndico de los Centros Obreros, y sobre quien recaía la responsabilidad de mantener la huelga, pronunció el día 14 una encendida arenga política en la que dijo: “...hasta hoy el pueblo ha sido cordero, pero mañana se convertirá en león”.

El 15 de noviembre se produjo al fin la huelga anunciada, la misma que comenzó cuando grandes masas de trabajadores se dieron cita en la Plaza del Centenario, mientras otros lo hacían en la Av. Eloy Alfaro. Parecía que todo Guayaquil no se compusiera más que de masas proletarias.

De pronto, luego de escuchar las fogosas arengas de los síndicos, grupos de manifestantes entre los que se habían mezclado delincuentes y anarquistas criollos enceguecidos por las noticias de la revolución rusa intentaron desarmar a las fuerzas policiales, apostadas por obvia precaución en diversos lugares de la ciudad.

Vinieron luego las incitaciones para asaltar los almacenes y en la Av. 9 de Octubre se inició un desenfrenado saqueo que obligó a la policía a realizar disparos al aire, primero, y luego al cuerpo de los asaltantes.

Horas más tarde y solo gracias a la intervención del ejército y la policía,

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