EL ESTUDIO DE LA ETICA Y LAS MORALES PARTICULARES
giteriusTrabajo22 de Agosto de 2012
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CAPITULO 1
“EL ESTUDIO DE LA ETICA Y LAS MORALES PARTICULARES”
Como los molinos de viento las carrete¬ras, los puentes, las naves espaciales, los poemas, las canciones de amor, las pelícu¬las o los medicamentos que nos curan de las enfermedades, la ética y la moral son produccio¬nes humanas que han sido creadas para mejorar nuestras condiciones de existencia. En toda organiza¬ción social, la moralidad forma parte de los hilos que trenzan el tapiz de la cultura, junto con otros como el lenguaje, las creencias religiosas, las instituciones sociales, las actividades científi¬cas, la técnica o el arte. Las obras culturales constituyen lo propio del mundo humano y repre¬sentan lo que nos distingue del resto de los seres que pueblan el planeta.
Con las producciones culturales nos huma¬nizamos y debido a ellas nos vamos diferencian¬do de la naturaleza. Por la cultura adquirimos y construimos el orden humano, un orden que es dis¬tinto a lo que heredamos biológicamente, sea de manera innata o congénita. El orden de la natu¬raleza nos entrega lo que es; la cultura nos coloca en la ruta de lo que puede ser de otra manera, de lo que podemos, como humanidad, transformar y optimizar. La ética y la moral se superponen al orden de las leyes físicas, químicas y biológicas, porque van más allá de ellas. Estas leyes se rigen por el principio de identidad (siempre iguales, siempre con las mismas condiciones), mientras que el universo de la ética y la moral se desplie¬ga en el universo de la diversidad y de la dife-rencia, que corresponden al orden humano.
EN EL PRINCIPIO, LA NATURALEZA (NATURA)
En sus inicios, la investigación científica se inclinó resueltamente al estudio de la natura¬leza. Con el término "naturaleza" comprende¬mos, desde entonces, todos aquellos objetos (galaxias, asteroides, montañas, ríos, plantas, animales, peces...) y todos aquellos aspectos del universo que son independientes de nuestra voluntad o de nuestros acuerdos,- objetos y as¬pectos que logramos descubrir, y que algunas veces utilizamos en nuestro favor, pero sobre los cuales no tenemos nada que acordar o pactar. Los procesos naturales son lo que son y se mani¬fiestan con independencia de nuestras conven¬ciones. Lo que existe en la naturaleza subsiste por sí mismo, sin intervención humana. Los griegos de la época clásica le dieron el nombre de physis.
Las ciencias empíricas indagan, especifican y describen los fenómenos de la naturaleza, cu¬yos efectos experimentamos de manera directa o indirecta. La gravitación, los rayos solares, los principios de la termodinámica, las regulaciones homeostáticas determinan causalmente nuestro comportamiento físico y biológico. Sin embargo, también son aprovechables. Dado que los fenó-menos de la naturaleza exhiben ciertas regulari¬dades, es posible construir objetos tecnológi¬cos. Sabemos que si algo es físicamente posible (porque una ley física lo permite), entonces es tecnológicamente factible, pero no a la inversa. La intervención humana se beneficia de las rela-ciones necesarias y constantes de la naturaleza, a condición de someterse a ellas. No inventa¬mos ni construimos lo real de la naturaleza, pero la expansión y el avance del conocimiento cien¬tífico acerca de los procesos naturales han per¬mitido mejorar las condiciones de vida de la humanidad.
Nuestra existencia no sólo se ve afectada por la naturaleza, sino también por todas las con-venciones establecidas a lo largo de los siglos por la sociedad. Para vivir y convivir en sociedad debemos adherirnos a los modelos, los ideales, las reglas, los preceptos, las pautas y los patrones de conducta, así como a las normas, los usos, las costumbres, las tradiciones, las disposiciones y los valores que la sociedad nos impone y exige en cada momento. La convivencia social deter-mina modelos de conducta a los que debemos sujetarnos.
A diferencia de los hechos de la naturaleza, las convenciones presentan situaciones que son en un momento dado de una cierta manera (pero que podrían ser —y suelen ser— de otra forma muy distinta). Y aunque sean convenciones, nos vemos coaccionados y presionados para llevar-las a cabo. Es un costo o precio que debemos pagar por vivir en una sociedad. Las convencio¬nes constituyen todo aquello que conforma nuestro mundo cultural y condicionan nuestro comportamiento en la sociedad. De esto se per¬cataron los pensadores griegos en la segun¬da mitad del siglo V antes de nuestra era. En par¬ticular, los sofistas distinguían entre aquello que existe por naturaleza (physis) de aquello otro que existe por convención (nomos).
LAS CONVENCIONES (CULTURA)
Las leyes y regularidades naturales no pueden violarse o modificarse por la voluntad o por el acuerdo, mientras que los hechos culturales son susceptibles de trasgresión, aunque también de transformación voluntaria, generando así nue¬vos acuerdos que cambien completamente los patrones de comportamiento que en determi¬nado momento la sociedad haya implantado. Las leyes jurídicas, las costumbres culinarias, las modas, las variedades de usos lingüísticos, las es-tructuras de organización de las sociedades (monarquía, república, etc.), cambian por la voluntad humana y, merced a ésta, se adoptan otras formas distintas a lo largo del tiempo.
Algunos objetos o aspectos son tanto natu¬rales como convencionales (aunque siempre podemos distinguir lo correspondiente a uno u otro orden). Una vaca sagrada es vaca por natu-raleza y sagrada por convención. La península de Yucatán es península por naturaleza y mexi¬cana por convención. Los mares territoriales son mares por naturaleza y territoriales (perte¬necientes a un Estado) por convención. Un ser humano pertenece a la especie homo sapiens por naturaleza y es chino por convención. No obs¬tante que en muchos casos se traslapen el orden natural con el convencional, no puede ni debe confundirse lo que es por naturaleza con lo que es por convención.
La información que se transmite de genera¬ción en generación pasa por dos canales distin¬tos: el canal hereditario del código genético, que es natural,- y el canal del aprendizaje social, que es cultural.1 El que tengamos cabello o no y, si lo tenemos, de qué color, es un rasgo natural. El que nos lo cortemos, lo peinemos o incluso que nos lo tifiamos, y de qué manera lo hagamos, es un rasgo cultural. Consumir alimentos y beber agua son urgencias naturales, imprescindibles para nuestra supervivencia,- en cambio, qué ali¬mentos elegimos y cómo los consumimos, depende de la cultura. La biología nos impone necesidades naturales,- la cultura, demandas con-vencionales. Por naturaleza tenemos cuerpo y anatomía, y por cultura tenemos vestido y mo¬das. La información natural nos es heredada en tanto que especímenes del conjunto humano y está contenida en el ADN. La información cul¬tural nos es heredada por otros mediante com¬plejos sistemas simbólicos y tiene que ser labo¬riosa y tenazmente aprendida.
La palabra "cultura" viene originalmente del latín y se refería a la agricultura. Desde la revolu¬ción del Neolítico, la agricultura es uno de los ele¬mentos básicos de las culturas de todos los tiem¬pos. La agricultura, el cultivo del campo, no está incluida en nuestra información genética y, por lo tanto, debe aprenderse de otros —ya sean los padres o la comunidad— porque hay que saber cuáles y cuándo se deben sembrar determinadas semillas, qué abonos se deben aplicar, en qué momento se hace la recolección, etcétera.
Para vivir en sociedad es indispensable que aprendamos un sinfín de actividades y prácticas. Debemos aprender el lenguaje de nuestra comu¬nidad, pues nadie nace sabiendo hablar. Asimis-mo, debemos aprender a controlar los esfínteres, a manejar los cubiertos, a asearnos las manos, a bañarnos, a lavarnos los dientes, y luego iremos aprendiendo otras conductas: escribir, leer, modelar el barro, manejar una bicicleta, condu¬cir un automóvil, contar chistes, resolver ecua-ciones de segundo grado, recitar poesías o desa¬rrollar un trabajo específico.
Desde los inicios de nuestra vida individual somos dependientes de los otros. La "cría hu¬mana", en sus primeros años de existencia, re¬quiere de la atención y del cuidado de los otros, puesto que no puede valerse por sí sola,- para que pueda sobrevivir ha de contar con esos otros primordiales que son los padres o quienes fun¬gen como tales. Más allá de proporcionar el ali-mento y los cuidados, los otros nos van introdu¬ciendo en forma paulatina en el mundo de la cultura, de su cultura. Aprendemos el lenguaje de los otros porque no nos queda de otra, ya que estamos obligados a interactuar con ellos. Y con el lenguaje iremos aprendiendo todo un conjunto de símbolos y un repertorio de reglas que no son sino los de la comunidad donde vamos creciendo y madurando. Entonces, tendremos que ir adentrándonos en el reino de la ley. Nos constituimos como sujetos sociales, como sujetos de derecho o como sujetos de la moral, por medio de la ley.
LA LEY DE LA NATURALEZA Y LA LEY EN LA CULTURA
El término "ley" tiene sentidos diferentes según se interprete con relación a la naturaleza o a la cultura. Usamos esta palabra para referirnos a cosas muy distintas. Hablamos de la ley de la gravitación universal, de la ley del Talión, de la ley de incremento decreciente, de la ley de la selva, de la ley de los grandes números, de la ley laboral, de las leyes de De Morgan, de la ley del deseo... No es lo mismo enunciar que: "Los cuer¬pos se atraen con una fuerza proporcional
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