EL MAESTRO IGNORANTE DE RACIÉRE

ANALOGIA ENTRE EN TEXTO “EL MAESTRO IGNORANTE” DE JACQUES RANCIÈRE Y MI TRAYECTO FORMATIVO:

Al iniciar el periodo de Pre Residencia creí tener en claro y saber de que se trababa todo, pero a la mitad del cursado comencé a leer el libro de Jacques Racière, quien se encargo de romper con algunas estructuras que traía arraigadas, mientras que logre mantener otras a duras penas. Es decir, no todo lo que hacía en el aula, en la vida estaba mal, ya que por lo menos compartimos el punto de partida con Joseph Jacotot, pues sólo sé que “QUERER ES PODER”. Y yo quiero enseñar.

Con dicha premisa empecé la tarea de transmitir mis conocimientos históricos al nuevo grupo de educandos que había observado durante un mes, para así elevarlos a la ciencia que enseño; es decir, comencé a “enseñar” a poner en práctica la acuñada “transposición didáctica”. En otras palabras, a transferir desde los conocimientos más simples a los más complejos de manera progresiva y ordenada que le permita al estudiante obtener una apropiación razonada y crear su propio juicio sobre el saber proporcionado.

Y comencé “explicando”. Sirviendo de andamiaje entre los estudiantes y los conocimientos que debía dictar, poniendo en juego el “arte de la distancia” justa o, por lo menos la que yo consideró justa, entre la Historia y el grupo a instruir, entre el aprender y el comprender. Pues creía que así los educaba, los instruía, les ponía alas…

Pero, al leer la obra de Ranciére, quien rompe en mí un mito pedagógico muy arraigado en mi formación: “que el incapaz necesita un explicador”, ya que el autor opina que hay que invertir esa lógica del sistema de enseñanza universal o explicador, pues la incapacidad es una ficción estructurarte de la concepción explicadora del mundo. En otras palabras, el autor sostiene que todos somos capaces de comprender.

Es decir, que con mi actitud en vez de darles alas para volar, de emanciparlos; les ponía cadenas a su libertad, los embrutecía.

Continúe leyendo, a modo de buscar respuestas, en especial, ¿cómo convertirme en un maestro emancipador?, en ese profesor que los estudiantes necesitan.

Y encuentro mis respuestas, en primer lugar debó emanciparme yo; es decir, ser consciente del poder de mi mente. Para luego, obligar a los estudiantes usar su propia inteligencia, y de ese modo que ellos mismos se apropian de los conocimientos y, así emanciparlos. Situación esta que el autor denomina: “El circulo de la potencia”. (Rancière, Jacques. El maestro emancipador: cinco lecciones sobre la emancipación intelectual. 1º ed. – Buenos Aires. Libros Zorzal, 2007. Pág. 30).

De este modo, el autor logró darme una lección: “cómo ser un maestro emancipador” y así abrirles el camino a los educandos para cualquier aventura en el país del saber.

Pero,

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