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EL TURISMO COMO MOTOR DE DESARROLLO ECONÓMICO


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2014  •  Tesis  •  3.733 Palabras (15 Páginas)  •  301 Visitas

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INTRODUCCION

Al hablar de turismos a la vez pensamos en la cantidad de personas que se trasladan de lugar a otro por diversos motivos en especial por recreación, estas personas visitantes llamadas turistas demandas del país receptor calidad de bienes y servicios y de ellos el pía receptor demanda un respeto por el medio natural, cultural y social, al igual que los valores de una comunidad.

Surge como solución o alternativa el término turismo sustentable como respuesta inmediata al impacto ambiental que se evidenció ante el creciente tránsito de turistas

Así, la primera definición de turismo sustentable fue brindada en 1991, en el marco del 41 Congreso de la Asociación Internacional de Expertos Científicos en Turismo, y surgió como aplicación del principio de desarrollo sustentable: "el turismo sostenible es aquel que mantiene el equilibrio entre los intereses sociales, económicos y ecológicos". La OMT, en el año 2000, agregó que "el turismo sustentable es aquel que atiende las necesidades de los viajeros actuales y de las regiones receptoras.

La Carta de Lanzarote (Canarias en 1995), producida por los asistentes a la Conferencia Mundial de Turismo Sostenible, expresa que siendo el turismo un potente instrumento de desarrollo, puede y debe participar activamente en la estrategia del desarrollo sostenible. Una buena gestión del turismo exige garantizar la sostenibilidad de los recursos de los que depende.

En otras palabras son aquellas actividades turísticas que respetan el medio natural, cultural y social, al igual que los valores de una comunidad, donde los visitantes tienen una actitud verdaderamente participativa en su experiencia de viaje permitiendo, de esa manera, disfrutar de un positivo intercambio de experiencias entre residentes y visitantes, donde los beneficios de la actividad es repartida de forma equitativa para las comunidades.

CAPITULO I

EL TURISMO COMO MOTOR DE DESARROLLO ECONÓMICO

El turismo ha sido presentado tradicionalmente como un eficiente motor del desarrollo económico, capaz de generar empleo, modernizar las infraestructuras, impulsar otras actividades productivas, revalorizar los recursos autóctonos o equilibrar balanzas de pagos nacionales. Antes de la década de 1970, asumidas estas premisas y con el turismo internacional de masas recién estrenado, pocos investigadores se habían parado a estudiar los costes económicos que suponía para las sociedades anfitrionas esta actividad. Pero en esa década empezaron a ser evidentes.

Así, es cierto que el turismo genera empleo, pero en muchas ocasiones para la población local es un empleo de índole estacional y poco calificado, que suele competir directamente con la oferta de mano de obra de tipo migratorio. Además, suele tratarse de un empleo inestable: el turismo es un sector con grandes vaivenes, denominados coloquialmente como "temporadas baja y alta", además las zonas turísticas tienen que competir con nuevos destinos que surgen a causa del gran auge del desarrollo de los medios de transporte, el marketing y mejores ofertas económicas para el turista.

También es verdad que se modernizan las infraestructuras, pero enfocadas a las prioridades turísticas y no siempre en concordancia con un desarrollo endógeno y equilibrado con las otras actividades productivas.

1.1.- Revalorización de los recursos.

La revalorización de los recursos autóctonos se materializa muchas veces en procesos inflacionarios derivados de un aumento de la demanda de la tierra, el agua o los alimentos; el resultado es el encarecimiento del coste de la vida, la dificultad de acceder a una vivienda o la expulsión de campesinos por la falta de competitividad de las rentas agrarias. El turismo impulsa algunas actividades productivas, como la construcción, pero también pone en peligro otras tradicionales, como las agropecuarias.

Igualmente, es discutible la capacidad del turismo para generar ingresos en los países de destino, ya que son los países de origen los que más se benefician de esta actividad: las compañías de aviación y los grandes establecimientos hoteleros suelen pertenecer a multinacionales de los países de origen, además de que los operadores de estos países tienen capacidad de imponer precios a sus “socios” del destino.

Ernest Cañada, miembro de Sodepau-ACASC, comenta que, a modo de ejemplo de estos procesos, nos podemos referir a primigenias zonas de atracción turística como las Antillas cuyo turismo ha sido presentado tradicionalmente como un eficiente motor del desarrollo económico, capaz de generar empleo, modernizar las infraestructuras, impulsar otras actividades productivas, revalorizar los recursos autóctonos o equilibrar balanzas de pagos nacionales. Antes de la década de 1970, asumidas estas premisas y con el turismo internacional de masas recién estrenado, pocos investigadores se habían parado a estudiar los costes económicos que suponía para las sociedades anfitrionas esta actividad. Pero en esa década empezaron a ser evidentes.

Así, es cierto que el turismo genera empleo, pero en muchas ocasiones para la población local es un empleo de índole estacional y poco calificado, que suele competir directamente con la oferta de mano de obra de tipo migratorio. Además, suele tratarse de un empleo inestable: el turismo es un sector con grandes vaivenes, denominados coloquialmente como "temporadas baja y alta", además las zonas turísticas tienen que competir con nuevos destinos que surgen a causa del gran auge del desarrollo de los medios de transporte, el marketing y mejores ofertas económicas para el turista.

También es verdad que se modernizan las infraestructuras, pero enfocadas a las prioridades turísticas y no siempre en concordancia con un desarrollo endógeno y equilibrado con las otras actividades productivas.

La revalorización de los recursos autóctonos se materializa muchas veces en procesos inflacionarios derivados de un aumento de la demanda de la tierra, el agua o los alimentos; el resultado es el encarecimiento del coste de la vida, la dificultad de acceder a una vivienda o la expulsión de campesinos por la falta de competitividad de las rentas agrarias. El turismo impulsa algunas actividades productivas, como la construcción, pero también pone en peligro

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