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EUROCENTRISMO

mayfermaldonado15 de Octubre de 2014

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CONTENIDO

EL EUROCENTRISMO

El Eurocentrismo, se define como la tendencia que sostiene que los valores culturales y sociales de Europa Occidental, constituyen patrones o modelos universales.

Tras esta consideración se esconde el desconocimiento y el desprecio de las demás culturas.

En el siglo XIX, siguiendo con la tradición iniciada en siglos precedentes, las potencias imperialistas europeas trataron de imponer una escala de valores presuntamente superior a la de los pueblos sometidos. Entre estos últimos se incluyeron algunos con culturas milenarias, como la india y la china.

Hasta mediados del siglo XX, cuando surgen los Estados Unidos de América como la gran potencia mundial, los europeos se consideraban dueños del mundo. El eurocentrismo, define esta posición de creer que el mundo es Europa o gira alrededor de ella. Y aún sin quedarles más remedio teniendo que reconocer la disparidad económica y tecnológica con respecto a los Estados Unidos y las potencias asiáticas, muchos de los europeos creen que Europa es la cuna de la cultura y la civilización mundial, por los innegables aportes que tanto los griegos como los romanos realizaron. A pesar del conocimiento, de que el surgimiento de los primeros seres humanos y de la primera gran civilización tuvo sus orígenes en el África, de reconocer la mayor antigüedad de las culturas asiáticas, y de nuestros propios pueblos que dejaron maravillados a los primeros colonizadores, en la actualidad, Europa se refiere a sí mismo como el Viejo Continente, como cuna de la civilización humana. Allí también nació el capitalismo con todo el pro y contra, que fueron impuestos como modelo social con la colonización.

De la condición racista de la que se acusó a la Alemania de Hitler, parece ser un mal de buena parte de esa Europa que odia al no blanco y que en la actualidad se enfada cuando un representante del tercer mundo le echa en cara la verdad histórica, de esa realidad de la que se arrepintió el Papa Juan Pablo II, quien pidió perdón por el papel jugado por la iglesia católica en el genocidio producido sobre nuestros pueblos. Lamentablemente en este mundo globalizado y sin fronteras al que sea alusión en los discursos, muchas personas provenientes del tercer mundo no pueden entrar libremente a los países desarrollados, y aunque sean calificados profesionales, nunca son vistos ni tratados como iguales. Esto se hace visible hasta en las universidades, seminarios internacionales donde quizás el desprecio no sea tanto por el color de la piel sino por la vanidad intelectual de pretender seguir creyendo que pueden o tienen una condición natural para poder explicar mejor la realidad que nosotros. Hasta en el caso de referirse a nuestros países latinoamericanos muchos académicos europeos creen poder hacerlo mejor que nosotros y lo más triste es que muchos de nuestros intelectuales lo crean y hasta le rindan cultos y los conviertan en maestros.

Muchos hablan del retorno a la “Madre Patria”, esa madre que por la fuerza los colonizó hace cinco siglos y en el caso africano apenas se descolonizaron hace algunas décadas, esa madre que impuso una economía, una cultura, una religión, una lengua, que expropió su forma de ser, hoy manifiesta profunda resistencia ante la llegada de sus hijos bastardos, los no blancos, los pobres, los sudacas del mundo. Los mismos países cuya riqueza económica se hizo gracia a la expropiación y explotación de los recursos materiales y de los seres humanos de América y África hoy con profundo recelo y hasta odio racial repudian la inmigración de estos otros pobladores del mundo globalizado.

El celo y el odio racial paradójicamente han sido devueltos en América Latina y en África con solidaridad en los momentos en que estos países han pasado por las guerras mundiales o en la Guerra Civil Española, donde muchos de nuestros compatriotas fueron a luchar por el proceso revolucionario Español. Frente a las dictaduras como la de Franco nuestras naciones sureñas recibieron con agrado y estimularon la inmigración de éstos europeos que muchos aún califican como provenientes de la Madre Patria. Una madre que no sólo en la colonización sino que a posterior ha manifestado y manifiesta sentimientos de subestimación y marginalización y que hoy quizás solamente nos ven como un punto natural (por las evidentes e imborrables relaciones culturales) de equilibrio ante la peligrosa hegemonía unipolar de los Estados Unidos.

Todo esto viene a colación por la actitud grosera y déspota de un monarca que representa la verdadera barbarie de los privilegios feudales en pleno siglo XXI, quien se atrevió a mandar a callar a un presidente democráticamente elegido y luego en demostración de intolerancia se marchó del debate en la Cumbre Iberoamericana. Este monarca, que a diferencia de lo que muchos creen, no sólo es representante de un privilegiado sector que sigue gozando de riquezas acuesta de una supuesta pureza de sangre y herencia de una degenerada tradición, sino que hoy tiene amplios poderes en las decisiones del gobierno español y más concretamente sobre la política exterior del país. Por lo que se hace la misma pregunta que se hizo el presidente Chávez al terminar la Cumbre Iberoamericana: ¿no supo nada el Rey Juan Carlos del apoyo que le dio Aznar y el embajador español en Venezuela a los golpistas de abril del 2002?

Peor aún fue ver en muchos medios de información (desinformación) y en miembros de la rancia oposición venezolana celebrar el gesto prepotente y grosero de este monarca al mandar a callar a nuestro presidente, precisamente cuando Zapatero exigía respeto al golpista Aznar, bajo el único pretexto de haber sido elegido democráticamente por los españoles, es decir ¿el voto europeo le da a cualquiera de sus mandatarios el poder para decir y hacer lo que le viene en gana sin que se le pueda responder?. Esta situación además manifiesta que a pesar de las diferencias ideológicas entre Zapatero y Aznar en el fondo se forma parte de la misma cultura euro céntrica: “Nosotros europeos nos criticamos, nos peleamos entre nosotros mismos, pero no aceptamos criticas fuera de Europa” Esa misma Europa cuyos gobiernos muchas veces los hemos visto en el triste papel de aduladores de los Estados Unidos a cuenta de recibir algunos puñados de dólares.

No se trata de fomentar odios sino de evidenciar lo que a nuestro modo de ver es la terrible realidad y de las injusticias de las relaciones en este mundo globalizado y en la que la mayoría de habitantes del Sur añoran, envidian e intentan copiar los modelos económicos y socioculturales de los países del Norte. Nos negamos a ver con nuestros propios ojos, a no imitar a ser originales, porque respondemos a un contexto y unas necesidades distintas. Para no cerrar este artículo con una visión pesimista, por el contrario creemos firmemente que siguen siendo los países del Sur la esperanza del nuevo mundo, un mundo menos dañino, menos competitivo y destructivo, ecológicamente sustentable, más humano, donde quizás más temprano que tarde, por el bien de todos nuestros hermanos del Norte vean en nosotros, con sinceridad y respeto, una alternativa para la sostenibilidad y futuro de la humanidad.

LA NECESIDAD DE SUPERAR EL EUROCENTRISMO

UNA MIRADA DESDE LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA

Seguir justificando el eurocentrismo, a luz del siglo XXI, es un planteamiento que no es ajeno a posturas ideológicas conservadoras que siguen considerando a América Latina como una simple prolongación de Europa, como la única fuente posible de generación de pensamiento. Han transcurrido más de 5 siglos de la conquista y la colonización y en el contexto de la celebración del bicentenario de la independencia política de los países latinoamericanos que se liberaron del yugo del colonialismo español, hay que señalar que América Latina se encuentra aún en la incómoda situación de tener que luchar por el reconocimiento pleno y real, sin reservas de ningún tipo, de su producción cultural e intelectual en tanto justo que expresión creativa de su propia y genuina vitalidad.

La resistencia contra el reconocimiento de la autonomía cultural de América Latina es muy evidente; una resistencia que se expresa en formas muy variadas, pero que tiene sus bases en el planteamiento euro céntrico propuesto por Hegel quien se atrevió a formular con palabras inequívocas al negarle al (supuesto) Nuevo Mundo toda vida espiritual propia y apostillar que América debe desaparecer del terreno en que se ha jugado hasta ahora la historia universal, pues todo lo que ha ocurrido en ella no es más que la expresión de un espíritu ajeno, el espíritu europeo; y que, por tanto, América es simplemente un eco de la voz de Europa. Este planteamiento de Hegel sigue teniendo clara influencia en la intelectualidad contemporánea defensores del eurocentrismo y no les permite aún reconocer la importancia de las expresiones culturales latinoamericanas, imposibilitando un verdadero diálogo intercultural, en igualdad de condiciones, sin que una cultura sea la opresora o dominadora.

Pero lo que más preocupa, es que actualmente en el campo de la filosofía, siga existiendo una fuerte resistencia proveniente desde quienes justifican que la única fuente de pensamiento válida, universal y verdadera es la que proviene de Europa, unido tradicionalmente a la fuerza de desarrollo del espíritu europeo; unido además de forma tan esencial al espíritu europeo que desde hace siglos se han impuesto como evidencias tanto la idea del origen europeo de la filosofía como la opinión de que la filosofía es un

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