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EVOLUCIÓN CONSTITUCIONAL DE MÉXICO DESDE LA ÉPOCA DE LOS AZTECAS HASTA MUESTRA ÉPOCA

CarlesZimmerman29 de Octubre de 2013

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EVOLUCIÓN CONSTITUCIONAL DE MÉXICO DESDE LA ÉPOCA DE LOS AZTECAS HASTA MUESTRA ÉPOCA

Desde su origen, el hombre fue agrupándose en hordas, clanes, tribus y sociedades. En un inicio lo hizo para asegurar su supervivencia al ser capaz de defenderse, junto con otras personas, de animales salvajes e incluso de otros grupos humanos. Con el progresivo aumento de la población, la distribución cada vez más especializada del trabajo, el crecimiento del territorio y demás factores fue cada vez más imprescindible la presencia de un órgano encargado de la administración de la riqueza y la conservación de la armonía entre las clases que surgieron a raíz de la división del trabajo (que inicialmente consistió en asignar tareas diferentes a hombres y mujeres, para después basarse en la posesión o no de ganado y en la realización de oficios como los manuales y la agricultura y que se volvió mucho más específico con el crecimiento de las ciudades y su industrialización) y la acumulación de la riqueza. Por ello surgió la figura del Estado.

Para que el Estado fuera una figura sólida de autoridad, a lo largo de la historia el hombre fue probando diversos modos de organizar el aparato de gobierno y la utilización de diversos recursos para que éste fuera lo más eficiente posible. En el caso concreto de nuestro país, el mejor modo de estudiar las transformaciones progresivas de la estructura del Estado consiste en el estudio de los documentos promulgados con el fin de organizar su estructura y garantizar el bienestar de la población. O ese era su supuesta finalidad.

La historia de México está llena de caudillismo y luchas entre grupos por imponer la que, según su opinión, sería la mejor forma de gobernar el país. Los repentinos cambios de dirigentes del ejecutivo quedan clarísimos al establecer o modificar una ley según sus ideas e intereses que, como veremos más adelante, no siempre consistieron en procurar el bien común.

Conquista española y lucha por la independencia

A la llegada de los españoles a México, gran parte de la cultura de las civilizaciones precolombinas se perdió: los españoles trataron de eliminar todos los vestigios de su religión, tradiciones y organización e impusieron los suyos. Habían sido elegidos por Dios para salvar el Paraíso (América) de las manos herejes de los indios por lo que no podía quedar vestigio alguno de su existencia pagana.

Para los indígenas, tras la caída de México-Tenochtitlan en 1521, el rey, el virrey y la Santa Inquisición se volvieron las máximas autoridades, mientras que ellos como súbditos no tenían derechos algunos. Sin embargo, a lo largo de los 300 años que duró el dominio español, fue creciendo el descontento por parte de los mestizos. Y de los criollos. Gracias a la influencia de la Revolución Francesa y la Independencia de las Trece Colonias surgieron cada vez más conspiraciones que fueron sofocadas una a una por el gobierno, a pesar de lo cual la idea de desligarse de España sobrevivió. Todas las conspiraciones culminaron en la de Querétaro que, como es bien sabido por todos, fue descubierta de modo imprevisto y eso ocasionó que se adelantara el inicio de la lucha.

Habiendo comenzado la guerra de Independencia, Miguel Hidalgo y Costilla promulgó un decreto que abolía la esclavitud el 6 de diciembre de 1810, el cual no fue puesto en práctica pues en la mayor parte del país no lo conocían y porque las autoridades correspondientes (virrey, etc.) evidentemente no lo tomaron en cuenta: no les convenía renunciar a tanta mano de obra barata y a la posibilidad de que los mismos naturales de estar tierras se encargaran de explotarla en beneficio de la corona española.

En 1813, Calleja, virrey de México, proclamó en el país la llamada Constitución de Cádiz, promulgada en España el año anterior. Simultáneamente, Ignacio López Rayón propuso a Morelos, quien había quedado al mando de la lucha de independencia tras la excomunión y fusilamiento de Hidalgo, una constitución para poder organizar el país. Ambos documentos incluían división de poderes, algunas libertades individuales y deberes de los funcionarios de gobierno.

Morelos proclamó algunos de los principios contenidos en el proyecto de constitución presentado por López Rayón y decretó en Oaxaca la abolición de la esclavitud y la elección de representantes para hacer un congreso. Habiéndose creado el Congreso e instalado en Chilpancingo el 14 de septiembre de 1813, éste nombró a Morelos cabeza del poder ejecutivo. Morelos, por su parte, leyó ante él el documento conocido como Sentimientos de la Nación, que decía que la "América es libre e independiente de España y de cualquier otra nación, gobierno o monarquía". También proclamaba la religión católica como única y la aplicación de la ley a todos los mexicanos por igual, prohibía la tortura, y declaraba obligatoria la celebración nacional del 12 de diciembre (día de la Virgen de Guadalupe). Siendo Morelos religioso, resulta comprensible que estableciera la católica como religión única y el festejo del 12 de diciembre. Como se verá más adelante, no fue sino hasta muchos años después que surgió el concepto de “libertad de culto” que permite a los mexicanos profesar la religión que más les guste.

Tras la presentación ante el Congreso de Chilpancingo de los Sentimientos de la Nación, este documento fue tomado como base para la creación de la primera constitución verdadera de nuestro país. La Constitución de Apatzingán, promulgada el 6 de noviembre de 1813, tenía por objetivo regir el país mientras México se liberaba de los españoles y podía crear otro documento mejor elaborado. Contiene ideas sobre igualdad, soberanía, seguridad, propiedad y libertad. Divide el poder en tres y establece la elección popular de los funcionarios y la religión católica como única. Es esos mismos días, Fernando VII, rey de España, abolió la Constitución de Cádiz y el virrey Calleja lo secundó, reforzando la persecución de los insurgentes y ocasionando la disolución del Congreso de Chilpancingo, que trajo como consecuencia que no entrara el vigor la Constitución de Apatzingán. Se volvió a imponer en México una monarquía absoluta, hasta 1820, cuando el rey y el virrey volvieron a jurar la Constitución de Cádiz.

El 24 de febrero de 1821, Vicente Guerrero, último caudillo insurgente, y Agustín de Iturbide, enviado por los españoles para detenerlo, se aliaron y proclamaron el Plan de Iguala que reconocía a Fernando VII como rey, pedía la reunión de un congreso o cortes nacionales (a la usanza española) para redactar una constitución, que estaría sujeta a los preceptos de la Constitución española en cuanto a administración de justicia, y proclamaba el respeto hacia todas las personas y sus propiedades y la igualdad de oportunidad de todos los ciudadanos para obtener un empelo público.

Resulta curioso cómo hay “chismes históricos” que a uno no le cuentan cuando está en la primaria. En ningún libro de la SEP viene, por ejemplo, que Hidalgo, al dar el famoso grito de Dolores, gritó “¡Viva Fernando VII !”. Es básico conocer la historia tal cual es para dejar de caer en un maniqueísmo que no hace más que impedir que los estudiantes alcancen a comprender que la historia es mucho más que la lucha entre “los buenos” y “los malos”. Pero, bueno, sigamos con la historia de las constituciones de nuestro país.

México independiente

El 24 de agosto de 1821, los insurgentes firmaron con el virrey Juan O'Donojú los Tratados de Córdoba que proclamaban la independencia de México y tenían algunas modificaciones con respecto a lo propuesto por el Plan de Iguala: las cortes escogerían al monarca en caso de que Fernando VII y los miembros de su familia rechazaran gobernar nuestro país, se establecería una junta provisional gubernativa que, además de ejercer el poder legislativo mientras se reunían las cortes, nombraría a tres individuos que ejercerían el poder ejecutivo mientras llegaba un gobernante de España. El 28 de septiembre se instaló la Junta que convocó un mes después a elecciones para las cortes o congreso constituyente.

El 24 de febrero de 1822 se instaló el Congreso, que proclamó la división de poderes y la igualdad entre todos los mexicanos. Sin embargo, la noche de 18 de mayo, el ejército proclamó emperador a Iturbide sin tener facultades o autoridad para hacerlo. El Congreso, viéndose presionado por este hecho, proclamó emperador a Iturbide (Agustín I), quién juró la Constitución de Cádiz (1812). A pesar de ello, el 31 de octubre Iturbide deshizo el Congreso y lo sustituyó con una Junta Instituyente que estaba formada por gente que él mismo había nombrado. Inevitablemente, varios jefes militares desconocieron la autoridad de Iturbide. La revolución iniciada el 5 de diciembre de 1822 por Antonio López de Santa Anna en Veracruz culminó en el destronamiento de Agustín I (establecido esto en el Plan de Casa Mata) y la reinstalación del Congreso Constituyente, quien convocó a elecciones para formar otro congreso (Segundo Congreso Constituyente).

Este nuevo congreso promulgó el 3 de febrero de 1824 una constitución provisional llamada Acta Constitutiva de la Federación, que decía que la soberanía residía en el pueblo, establecía la división del poder en 3 (quedando prohibido que 2 poderes quedaran representados por la misma persona o grupo de personas, asegurando con ello un mayor equilibrio en la distribución de poderes, a diferencia de lo que sucedió por 300 años de dominación española), garantizaba

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