Edificando Con La Palabra

EDIFICANDO CON LA PALABRA

Es muy común que los estudiantes universitarios tengan la duda sobre la justificación de la existencia de ciertos contenidos o cátedras dentro del pensum de estudio. Esta inquietud consiste en juzgar de poco útiles o innecesarios los conocimientos impartidos en estas materias en el ejercicio posterior de sus respectivas carreras. Sin embargo, esta demostrado que la presencia de estos cursos esta completamente comprobada.

En este caso en particular, quienes cursamos estudios en la carrera de Construcción Civil, entendemos que no por obra de la casualidad, sino por la muy evidente paridad entre estas prácticas, el constructor de una obra civil debe regirse por una serie de pasos, normas y procedimientos tan precisos y bien definidos para esta disciplina, como aquellos establecidos en nuestro idioma para la Construcción de Documentos.

Para la redacción de un texto, nuestras fundaciones son los conocimientos con los cuales contamos y podemos usar en lo que queremos comunicar, así como las normas de nuestra lengua, en especial la ortografía y la gramática, con las cuales nuestro escrito contará con unas bases fuertes donde levantarse. Redactar es plasmar nuestras ideas en palabras escritas. Registramos nuestros conceptos en una clave o código que es el idioma escrito, distinto del código del idioma hablado. Al hablar usamos sonidos, además de gestos corporales, entonación intencional entre otras cosas. Si el receptor de nuestro mensaje no lo entiende o tiene dudas, puede preguntarnos. Pero la palabra escrita no cuenta con estas ventajas de apoyo, por eso la composición debe ser muy cuidadosa.

Al igual que en la construcción, donde los recursos, los materiales, el personal, debe adecuarse al sitio geográfico así como a las condiciones existentes en el lugar de la obra, la comunicación escrita debe utilizar los recursos óptimos de acuerdo al futuro receptor del mensaje. Los materiales para construir una casa cerca del mar pueden ser distintos a los usados para regiones montañosas. De igual forma los recursos para redactar un texto dirigido a una audiencia general nunca serán los mismos como los utilizados para un público especializado como profesionales de algún área determinada como médicos, abogados o ingenieros.

Los estilos también pueden variar según la necesidad comunicativa. El estilo de redacción literario podemos compararlo con esas obras de la antigüedad como las Pirámides Egipcias, Los Acueductos Romanos, el Partenón de Grecia, de maravillosa ingeniería, tal como el ingenio de los grandes escritores como Cervantes, Shakespeare o Verne entre tantos otros, quienes en prosa o verso construyeron obras ejemplares, que sin duda son y serán un legado para la posteridad. El estilo epistolar, como esas casas de la etapa de la colonia, con esas enormes ventanas por donde vientos de romance entraban, y acariciaban las mejillas sonrojadas de alguna joven mientras leía las estilizadas y emotivas líneas de amor escritas en la carta de algún enamorado. Prácticamente en desuso al ser sustituido por medios de comunicación más rápidos, el tan vistoso estilo epistolar encontrado en las cartas de ilustres personajes históricos como Napoleón, Bolívar, Martí o Humboldt, nos quedan para el recuerdo así como esas construcciones coloniales las cuales podemos visitar y acudir a ellas en busca de elementos épicos que contrasten con la practicidad de lo moderno.

Estilos como el novelístico y el periodístico se han nutrido con los

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