Ejercicio 3 expresion musical

Acto 1.

https://www.youtube.com/watch?v=hwT7KvGt_mc

  Erick es un joven sensible, amable, caballeroso, solidario y humilde. Las características perfectas para un hombre con su elocuente vestimenta y habla. Su tono de voz es gruesa pero suave. Vista firme, pero al mismo tiempo tierna. Cualquiera que lo viera directamente a sus radiantes ojos cafés, caería en un coma amoroso eterno.

  El joven no estaba interesado en nadie en especial. Él siempre tuvo la sensación de que la mujer perfecta llegaría a su tiempo. Que todo lo hermoso de la vida tiene su tiempo de preparación, para así poder ser apreciado como es debido. Era glorioso el pensamiento de austeridad ante su forma de ser. Es… lo que se dice… perfecto.

  Días antes de cumplir sus dieciocho años, había tenido el sueño más hermoso que jamás hubiera imaginado. Ahí estaba, una joven de cabello violeta. Labios cual carmín. Ojos tan claros que parecían dos gotas de miel en tan bella cuenca ocular. Era esvelta, delicada, ella era… sólo un sueño. Al despertar cayó en cuenta que éste solo era un producto de su basta imaginación, pero Erick creía en los buenos augurios, así que lo tomó como una señal para la llegada de su amada.

  Es 8 de octubre. Su cumpleaños número dieciocho llegó, sólo sería cuestión de esperar y ver qué sucedería ahora que él es un adulto, puesto que las responsabilidades se hacían más grandes y no era tan fácil esta nueva adaptación para él.

• ¡Hey, Cinna! – le grita a su perro.

  Cinna era el diminutivo de Cinnamon, que en inglés significa Canela. Su nombre era porque cuando la encontró estaba en una caja abandonada junto a una repostería especializada en roles de canela. Cuando la llevó a casa estuvo una semana oliendo a canela; de he ahí su nombre.

  Esa tarde caminó a la repostería de Gina´s para comprar un pastel de zanahoria individual – era su favorito – y comerlo en el risco cerca de su hogar era un tipo de “ritual” de cumpleaños que él tenía desde hace años. Tenía la costumbre de siempre estar solo en aquel lugar con Cinna, sin embargo, ese día él no se encontraba solo. Había una voz que lo llamaba, una voz suave y dulce. Tentado ante la extraña voz, se levantó al encuentro de la dueña de tan angelical sonido.

  Pasaban las horas y él seguía caminando. La noche se acercaba y las esperanzas de encontrar el paradero de aquella voz se aminoraba.

• Cinna, estoy cansado – espetó con aire de angustia – quiero volver a casa, pero algo me dice que debo seguir buscando.

  Seguía caminando, no hallaba nada. De repente, ahí estaba, en medio de la nada, en medio del todo, una Violeta. Flor que maravillaba la vista de cualquiera de estuviera en su camino. Lo llamaba, era la flor, no una damisela, sino aquella flor.

• Erick – grita la flor.
• Aquí estoy – dijo él temeroso.
• No temas. Mi nombre es Elena, hija única de Sagezza, o también conocida como La Diosa de la sabiduría.
• ¿Mitología? – preguntó con tono un poco desilusionado - Es una broma, ¿verdad?
• Me temo que no.
• Debo estar soñando, esto no puede ser real – piensa en voz alta.
• Erick, no temas, no hay nada de malo en esto.
• ¿Que no? Dios, estoy hablando con una flor, por favor – dice gruñendo – Cinna, por favor, levántame de este sueño, es una clase de broma, ¿no es así? Oh, ya sé, fue ese pastel de zanahoria, algo tenía; aunque me pareció que la señora Gina me veía de mala gana hoy.
  

  La voz, Elena, comenzó a reír. Parecía comedia psicológica la de aquella.

Acto 2.

https://www.youtube.com/watch?v=dgkrZidnKlg

  Las noches pasaban, Erick volvía a platicar con la voz proveniente de aquella flor violeta.

• Pero, ¿qué te ha sucedido? – preguntó - ¿cómo terminaste siendo una flor?
• Bueno, eso es una pequeña larga historia – responde con todo nostálgico.
• Oh, pues, tengo tiempo.

  Elena le empezó a contar lo sucedido. En cuando nació ella no sólo era hija de una Diosa, sino de otro Dios muy conocido y temido. Malavita, rey de la oscuridad. En cuanto él se enteró de la infamia – el embarazo – le suplicó a Sagezza no tener al engendro, pero ella no podía darse ese lujo, pues el niño o niña tal vez no era fruto del amor, pero sí era parte de ella. En cuanto nació, para poder salvarla de las garras de su dichoso padre, la convirtió en una flor para tenerla bajo la protección de sus palabras.

  “Bajo el manto de tus hojas lila, nada te dañará, nada te perjudicará. Tu eternidad será de dicha y tu belleza igual. Sólo habrá una oportunidad de cambiar esto y es a tus cuatrocientos años. Un joven vendrá a liberarte y solo tú podrás saber lo esencial a necesitar. Una recompensa tendrá, más valioso que el oro, más hermoso que un diamante en bruto. Confío en tu criterio hija mía y sé que tu elección será la correcta”.

  A través de los años, miles de hombres habían escuchado la historia. Miles de hombres trataron de seducirla, pero ella lo sabía, no era el momento, así que la avaricia humana los consumió y terminaban muriendo de codicia.

  En cuanto terminó su historia, Erick estaba petrificado; no sabía cómo actuar ante tal revelación, lo único que pudo hacer en el momento, fue levantarse del rincón en el que estaba y acariciar con suavidad las hojas de su lecho.

  Pasaron los años. Erick ya es un adulto hecho y derecho. Él tenía una tienda de artesanías, amaba su trabajo como si fuera lo único que tuviera en la vida. Gracias a su extravagante belleza, recibía muchas solicitudes de amor, sin embargo, siempre declinó, desconocía la razón, pues era soltero, sin responsabilidades, con un trabajo estable; pero había algo, algo que le impedía relacionarse amorosamente con las demás mujeres, y ese algo, tal vez para él no era obvio, pero en el fondo de su corazón lo sabía.  

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