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El Bullying


Enviado por   •  24 de Octubre de 2014  •  3.321 Palabras (14 Páginas)  •  135 Visitas

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Desde casi un año, el hijo de Yolis Zorrilla ha sido acosado por siete compañeros de clases en la institución donde cursa actualmente el segundo grado de educación básica. “La situación es desesperante”, precisó la madre, quien ya ha tomado medidas para evitar que esto siga sucediendo.

Los maltratos hacia el menor han sido tanto físicos como verbales, describe: “Le clavaron un lápiz en la espalda, le patean la merienda, le quitan sus cosas, le rompen los cuadernos, se los botan, también lo rechazan y le dicen cosas feas”.

Pese a que el acoso ha sido aplicado por parte de este pequeño grupo que, de acuerdo con la apreciación de Zorrilla, funciona a modo de patrulla; “en ocasiones el salón completo ha copiado esa misma conducta”, aunque con la intervención de las maestras se ha retomado el control.

Producto de esta situación, refiere, el niño ha manifestado el deseo de no querer asistir más al colegio, y cuando falta alguno de los que lo acosan “expresa que ese ha sido el día más feliz de su vida, porque el salón ha estado en calma y ha podido trabajar en equipo sin que lo molesten”.

Fuera de la escuela, reseña, el niño no ha tenido ningún tipo de inconvenientes: “Él asiste a un club con otros niños de su edad, también vamos al parque, al campamento, vamos a la iglesia y ahí comparte con otros niños, él es muy espontáneo, pregunta mucho, pero nunca ha tenido problemas”.

Esgrime que su hijo no actúa con violencia porque “ha sido criado bajo los valores cristianos de respeto y tolerancia hacia sus semejantes”. Incluso, sostiene que el hecho de practicar karate no ha mermado su comportamiento apacible. Actualmente el niño recibe atención psicológica y sus padres han tomado todas las medidas pertinentes para poner fin a esta situación.

Otro caso inquietante fue el reportado por Yulmi Hidalgo, quien es coordinadora de educación inicial y educación primaria en una institución del estado Miranda. Dijo que, en su función de orientadora, fue contactada por un grupo de niñas entre 12 y 13 años que, con urgencia, solicitaron su apoyo.

Anayanci Rodríguez

Estas relataron a la docente que al salir de la institución, una de sus compañeras había sido amenazada por un grupo de estudiantes del turno contrario, que la estuvieron esperando por largo rato para ofrecerle una golpiza. Según lo descrito por las estudiantes, reseña la profesora, “el conflicto responde a situaciones que siempre se dan en las escuelas, como miradas, gestos, insultos, celos por el amiguito, pero que si no son abordadas a tiempo pueden generar consecuencias”.

Hidalgo logró reunir a las dos jóvenes y con ellas estuvo reflexionando sobre la tolerancia y el respeto que debe haber entre las y los estudiantes dentro de toda institución educativa, a fin de solventar el percance que se había presentado horas antes.

Tras la conversación, reseña, “las niñas se pidieron disculpas y aparentemente todo se calmó; incluso, se fueron juntas hablando”, pero al cabo de una semana la golpiza prometida terminó cumpliéndose. “Hubo moretones, rasguños en la cara”, apuntó.

Para Hidalgo es sorprendente que esto suceda pues, la niña acosadora forma parte del grupo de promotores de paz que trabaja en la ciudad de Los Teques, al cual ella también pertenece, porque allí justamente a la estudiante le ha tocado hacer dramatizaciones y carteleras y visitar varias aulas para transmitir valores contra la violencia.

Los representantes de ambas fueron citados y como el percance se presentó fuera de la institución, el caso fue llevado al Consejo de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, precisó la docente, quien además teme que causa del mismo vaya a motivarse una situación de conflicto entre las familias.

La experiencia le ha hecho pensar que situaciones como estas no se resuelven durante un primer encuentro de intercambio, por lo que las y los docentes deben hacer esforzarse para darle mayor seguimiento a estos casos.

Fenómeno creciente

Aunque en Venezuela no hay cifras que den cuenta de esta problemática, la organización Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap) atiende diariamente no menos de tres o cuatro casos en su sede de Caracas, que de inmediato son referidos a las instancias competentes. Esta semana Cecodap realizó una actividad sobre este tema que inquieta cada vez en mayor medida a maestras, maestros, familias y comunidades.

Fernando Pereira, coordinador de este organismo que promociona y defiende los derechos humanos de la niñez y adolescencia, dice que tras recorrer 19 estados del país en el año escolar que transcurre, ha podido constatar que esta es una situación se repite con mucha frecuencia tanto en instituciones públicas como privadas de esas localidades.

Tamara Salmen

Esta hipótesis es confirmada por Anayancy Rodríguez, psicóloga y profesora de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, quien anecdóticamente refiere que ha sabido de varios casos de suicidio por parte de jóvenes “que no aguantaron esa situación”; de otros que han estado hospitalizados “por haber recibido fuertes golpizas” y los que reciben terapia por tener “heridas profundas” en el plano emocional.

Siempre ha existido

El fenómeno, que ha sido visibilizado desde hace aproximadamente unos 10 años, “siempre ha existido, aunque no en las proporciones ni con la misma frecuencia con la que se está presentando actualmente en todo el mundo”, agrega.

Recordó que, en el año 2003, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo declaró como problema social y de ahí en adelante esto indujo a profesores universitarios e investigadores a ahondar más en el tema. Dada la complejidad del mismo, apuntaló, es necesaria la intervención, además de las y los docentes, de otros especialistas.

“Debe haber ayuda mutua entre docentes, entre psicólogos, entre padres y entre otros especialistas que estén trabajando en el área. Es importante que se unifiquen criterios y se creen grupos, redes de padres y docentes, que puedan trabajar de manera conjunta para tener un solo discurso”, recomendó.

La especialista sostuvo que tanto las niñas y los niños como las y los adolescentes “requieren respuestas concluyentes y contundentes” y que además necesitan que se les impongan límites, “pero la única manera de poderlos limitar, porque ellos están aprendiendo qué es lo bueno y qué es lo malo, se da a través del modelaje que le ofrecen sus padres”.

Factores de riesgo

Según la pediatra Tamara

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