El Capitalismo
eduardoarevalo1 de Mayo de 2013
11.512 Palabras (47 Páginas)367 Visitas
La sociedad como sistema: El capitalismo premonopolista, monopolista y transnacionalizado.
Son múltiples las obras de los clásicos del Marxismo donde se exponen postulados y principios en torno al proceso de trabajo. Si tomamos la obra de Engels “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”, se precisa que el trabajo es fuerza motriz, base de la formación del hombre capaz de transformarlo en ente biológico y psicosocial, proceso que lo distingue de los animales a partir de tres rasgos esenciales:
• La producción de instrumentos de trabajo.
• El lenguaje articulado.
• La capacidad de pensamiento abstracto.
La producción se erige pues como un proceso de interacción de la naturaleza, mediante el cual el hombre obtiene de la naturaleza circundante los medios de existencia que necesita, al tiempo que la producción sirve de base para que el propio hombre se forme como ser social..
¿Cómo transcurre el proceso de trabajo?
Para ello es importante señalar que la base de la existencia de la sociedad humana es la producción de bienes materiales, el hombre produce y consume, ese proceso de producción y reproducción al mismo tiempo es llamado reproducción y posee tres elementos esenciales, base del proceso de trabajo:
• El trabajo del hombre
• Objetos de trabajo
• Medios de trabajo
Enfocándolos desde sus resultados, los objetos y medios de trabajo constituyen los medios de producción.
Se hace imprescindible pues para el proceso de bienes materiales combinar armónicamente el trabajo pretérito (objetos y medios de trabajo) y el trabajo humano vivo.
Crecimiento económico y desarrollo.
El desarrollo, como un problema ligado a una interrelación compleja o enmarañada de aspectos, variables y factores políticos, económicos, sociales, culturales, psicológicos, tecnológicos, etc., ha sido tratado de tal forma que no ha permitido el reflejo del proceso en toda su diversidad y con todas sus relaciones esenciales. De forma general podemos afirmar que para el análisis de los fenómenos y reflejarlos a través de una teoría que recoja sus aspectos esenciales en toda su diversidad debemos utilizar el método dialéctico y todas las categorías y leyes de la dialéctica.
Como es conocido, la ley del tránsito de los cambios cuantitativos a cualitativos y viceversa explica cómo se produce el desarrollo; o sea, de qué modo la acumulación de pequeños cambios cuantitativos al llegar a cierta fase en que culmina lo que se llama la medida, genera un salto cualitativo y surge una nueva esencia. Y cómo, surgida una nueva esencia, se generan nuevos aumentos cuantitativos. La ley de unidad y lucha de contrarios, explica dónde está la raíz del cambio y del desarrollo. Explica que en el seno de la propia materia está la fuerza que hace que la materia cambie; que en todo fenómeno, en todo proceso, en todo ente del universo hay fuerzas o elementos que tienden a morir y fuerzas o elementos que luchan por nacer. Estas fuerzas contrapuestas están unidas a la vez que entran en contradicción; lo viejo que se resiste a dejar de ser y lo nuevo que pugna por surgir. En esa lucha interna entre lo nuevo y lo viejo, en sus lados contrapuestos está la fuerza del desarrollo de la materia.
La otra ley: la ley de la negación de la negación explica el carácter progresivo del desarrollo, es decir, su carácter ascendente. La negación de la negación supone siempre un salto; supone siempre una superación de lo negado. Toda situación supone una negación de ella misma porque todo objeto es y está dejando de ser; se está negando. Esta ley determina la tendencia, o sea, la dirección principal que sigue el desarrollo.
El concepto de desarrollo.
Cuando se intenta una aproximación a la determinación de la esencia del concepto de desarrollo aplicado a los fenómenos sociales, hay que tener presente que el modelo que ha predominado para la interpretación del desarrollo o la aplicación de políticas encaminadas a lograr un determinado desarrollo ha sido y es, un producto exclusivo de la cultura y la civilización occidentales. En esta concepción se identifica el desarrollo con crecimiento económico.
En la mayoría de los países donde se han puesto en práctica políticas siguiendo las pautas o según el modelo occidental de desarrollo, en general no han tenido éxito, y su imposición ha traído como consecuencia el socavamiento de la identidad nacional de los pueblos donde se ha aplicado pues ha destruido no sólo muchas de sus tradiciones sino también de los sistemas socioculturales y socioeconómicos que permitían a esos países reproducirse como tales y seguir siendo lo que eran.
La experiencia reciente en América Latina y otros países del mundo con la aplicación del modelo neoliberal han puesto de manifiesto que desarrollo no es sólo un aspecto económico. El desarrollo es una clase especial de crecimiento que asegura a un país crecer constantemente y a través del auto impulsión de su economía. El desarrollo debe ser visto como proceso ascendente en espiral y que en ese proceso ascensional hay etapas de cierta estabilización y a veces una especie de retroceso. La mayor parte de los economistas de los países occidentales que se ocupan con los problemas del desarrollo se refieren al mismo definiéndolo como un crecimiento constante del Producto Interno Bruto (PIB) o del Ingreso Nacional percápita.
Por supuesto, desarrollo significa eso, pero no todo el crecimiento del PIB puede ser equiparado al desarrollo. Como es conocida las dimensiones del PIB y la tasa de su crecimiento no son indicadores lo suficientemente objetivos para permitir caracterizar el estado de cosas en cuanto al nivel de vida de la población, el empleo y otros índices importantes del desenvolvimiento socioeconómico general. Es bien conocido que países subdesarrollados, que han logrado altos ritmos de crecimiento e incluso niveles del PIB percápita altos o relativamente altos, no han cambiado la situación de pobreza y desamparo en que se hallan sectores mayoritarios de su población. En el otro extremo, existen países con niveles discretos del PIB por habitante, que han logrado un destacado avance en el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes. Los datos estadísticos han puesto de manifiesto que en una serie de países subdesarrollados a la vez que aumenta considerablemente la tasa de crecimiento del PIB, se incrementa el número de desempleados totales o subempleados; (el defecto fundamental del PIB percápita consiste en que su crecimiento puede estar disociado del logro de la equidad, así como refleja principalmente el nivel y estructura de la riqueza y no su distribución justa).
Las Naciones Unidas introducen a finales de mayo de 1990 un nuevo indicador para medir el desarrollo de las naciones: el Índice de Desarrollo Humano. El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es el parámetro establecido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para determinar las condiciones generales de vida promedio de la población en cada país, con base en el ingreso percápita, la educación, las expectativas de vida y el acceso a servicios básicos. Este indicador es una combinación simultánea de 3 indicadores en un solo parámetro: ingreso percápita, esperanza de vida y alfabetización de adultos. Gracias a este nuevo indicador aparecen naciones que con un bajo crecimiento de su Producto Interno Bruto ocupan una posición media o alta dentro del IDH.
De todas maneras, por ser muy complejo el análisis del desarrollo es incuestionable que con dos o tres indicadores integrados no se puede determinar si un país es desarrollado o no, lo esencial es que la orientación del desarrollo de un país debe tener como centro al hombre y las políticas deben estar dirigidas a lograr una mayor participación del mismo en la construcción de su propio destino y en la solución de los problemas a los cuales cotidianamente se enfrenta.
El fin del desarrollo se nos aparece así, no como el sólo acrecentar de las riquezas, el adelanto de la tecnología, la puesta en valor de los recursos y la maximización y optimización en el uso de los mismos. Todo ello es necesario, es condición indispensable, pero es instrumental, es sólo un medio. El desarrollo auténtico está "preocupado ante todo de desarrollar al hombre al máximo, cada uno de los cuales y todos los hombres en el seno de cada sociedad global y de todas las sociedades globales interdependientes". Ni la riqueza, ni el progreso, ni lo económico, ni lo tecnológico, lleva por sí mismo a una vida más humana. El crecimiento económico a cualquier precio puede llevar a una vida menos humana; o sea, a un antidesarrollo. El auténtico desarrollo no debe ser un esfuerzo para «sobrevivir», o para «tener más», sino la lucha por «vivir-más» o para «ser más». La finalidad del desarrollo no se agota, pues, en el hecho que los hombres tengan más, sino que sean más.
Bibliografía utilizada:
Paul Baran. La economía política del crecimiento Ciencias Sociales. La Habana. 1971
Andrés Gunder Frank. Capitalismo y subdesarrollo en América Latina. Editorial. Ciencias Sociales. 1970.
Cuba Económica. #1 1991. #4. 1992
Ander-Egg, Ezequiel. Metodología y práctica del desarrollo de la comunidad. Editorial: El Ateneo. Méjico. 1989.
Paul Samuelson. Economía. 12. edición
Tamás Sientes La economía política del subdesarrollo. Editorial Ciencias Sociales. La Habana. 1984.
Revista
...