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El Desacuerdo Ranciere


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2014  •  482 Palabras (2 Páginas)  •  336 Visitas

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Autor: Jaques Rancière

Libro: El Desacuerdo

La distorsión: política y policía

La política es en primer lugar el conflicto acerca de la existencia de un escenario común, la existencia y la calidad de quienes están presentes en él. Antes que nada es preciso establecer que el escenario existe para el uso del interlocutor que no lo ve y que no tiene motivos para verlo dado que aquél no existe. Las partes no preexisten al conflicto que nombran y en el cual y en el cual se hacen contar como partes. La “discusión” sobre la distorsión no es intercambio –ni siquiera violento- entre interlocutores constituidos. Concierne a la misma situación verbal y a sus actores. No hay política porque los hombres, gracias al privilegio de la palabra, ponen en común sus intereses. Hay política porque quienes no tienen derecho a ser contados como seres parlantes se hacen contar entre éstos e instituyen una comunidad por el hecho de pone en común la distorsión, que no es otra cosa que el enfrentamiento mismo, la contradicción de dos mundos alojados en un uno solo: el mundo en que son y aquel en son, el mundo donde hay algo “entre” ellos y quienes no los conocen como seres parlantes y contabilizables y el mundo donde no hay nada. (...)

(...) El conflicto separa dos modos del ser-juntos humano, dos tipos de partición de lo sensible, opuestos en su principio y anudados no obstante uno al otro en las cuentas imposibles de la proporción así como en las violencias del conflicto. Está el modo de ser-juntos que pone los cuerpos en su lugar y en su función de acuerdo de acuerdo a sus “propiedades”, según su nombre o su ausencia de nombre, carácter “lógico” o “fónico” de los sonidos que salen de su boca. El principio de este ser juntos es sencillo: da a cada uno la parte que le corresponde según la evidencia de lo que es. En él, las maneras de ser, las maneras de hacer y las maneras de decir –o de no decir- remiten exactamente unas a otras. (...) Los “políticos” de la comunicación y la encuesta que, a cada instante, nos brindan todo el espectáculo acabado de un mundo que se volvió indiferente y la cuenta exacta de lo que cada grupo de edad y cada categoría socioprofesional piensan del “futuro político” de tal cual ministro, bien podrían ser una formula moderna ejemplar. Así, pues, por un lado está la lógica que cuenta las partes de las meras partes, que distribuye los cuerpos en el espacio de su visibilidad o su invisibilidad y pone en concordancia los modos de ser, los modos del hacer y los modos de decir que convienen a cada uno. Y esta la otra lógica, la que suspende esta armonía por el simple hecho de actualizar la contingencia de la igualdad, ni aritmética ni geométrica, de unos seres parlantes cualesquiera.

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