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Ranciere Jacques

sandyguadaTesis15 de Noviembre de 2013

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Comprender (y no explicar) "El Maestro Ignorante" de Jacques Rancière

Por Domingo Bazán Campos

Profesor

Julio de 2012

I. Aspectos Generales:

Esta suerte de reseña corresponde sobretodo a una incitación al profesorado chileno para conocer y valorar el libro El Maestro Ignorante, del filósofo francés Jacques Rancière.

Se trata de un libro que constituye una verdadera exhumación académica del planteamiento filosófico y pedagógico del educador francés Joseph Jacotot, quien, en 1818, provocó una fuerte conmoción en la educación europea al abordar el tema de la emancipación intelectual y sostener, por ejemplo, que quien enseña sin emancipar embrutece o que todo hombre, todo niño, tiene la capacidad de instruirse solo, sin maestro.

Jacotot es un revolucionario exiliado en Bélgica que logró que sus estudiantes de la Universidad de Lovaina aprendieran a leer y hablar en francés, gracias a Las Aventuras de Telémaco (1699), una novela de François de Salignac de La Mot Fénelon. Esta experiencia educativa le permitió a Jacotot, que no sabía nada de holandés, fundar una propuesta educativa que rechaza a los “maestros explicadores” y alienta a los “maestros emancipadores” que adhieren a la idea de que todas las inteligencias son iguales o de que es posible enseñar lo que se ignora.

Más de ciento cincuenta años después de Jacotot, el filósofo Jacques Rancière dedicó el libro El Maestro Ignorante a ese personaje extraño y complejo, a la vez soldado, revolucionario y profesor de química, fundador de una propuesta teórica conocida como “el método Jacotot” o “la educación universal”. Rancière logró, de este modo, dos propósitos:

a) primero, ubicar a Jacotot en el esquivo salón de la fama de los pedagogos que comparten sitial de privilegio por el simple argumento de contar con propuesta y reflexión propia; y,

b) en segundo lugar, desarrolla en esta obra Rancière un original y perturbador acercamiento filosófico y político a los temas de la igualdad y la emancipación intelectual y al papel que cumple la escuela moderna frente a ambas.

En líneas generales, se trata de un libro que representa una extraña mezcla de razón y emoción. En efecto, Rancière, en coherencia con las ideas que propone, evita explicar linealmente sus ideas y contenidos. Al contrario, ofrece un libro que se lee y se comprende de a poco, paso a paso, por aproximaciones sucesivas, con ciertas reiteraciones no siempre perceptibles. Probablemente, se trata de un libro que revela sus argumentos de modo diferente en cada ocasión en que es consultado, animado por la voluntad del autor de provocar, no de explicar; de emancipar, no de atontar o embrutecer.

Por lo mismo, en este libro no se presenta una postura pedagógica de fácil clasificación o categorización en alguna corriente de pensamiento educativo. Es más, Jacotot, en un contexto histórico post revolución francesa, puede parecer tanto un pedagogo anarquista (que busca cuestionar los dispositivos institucionales y aniquilar la escuela capitalista) como un pedagogo conservador (que aspira a recuperar las formas tradicionales de educación no formal, pre-científicas o “más familiares”).

Para César Tello, académico de la Universidad Nacional de La Plata, Rancière nos pone con este libro en un “callejón sin salida”, derivado, primero, del absurdo didáctico de que exista un maestro ignorante y, luego, del radical dilema político de que todos somos iguales. Ante esto, dice Tello, en cuanto educadores, podemos:

a) “morir”, en el sentido de dejar de pensar, en términos de renunciar a la reflexión filosófica y pedagógica;

b) “mirar para el otro lado”, en el sentido elusivo o avestrucista y también metaignorante con que se forman profesores y se instalan políticas públicas en la educación actual.

Sin embargo, si compartimos la convicción de que el pensamiento crítico representa una adecuada herramienta de comprensión y de cuestionamiento de la vida universitaria, de la Pedagogía (como el saber especializado en la educación), y también de la vida personal, dicho “callejón sin salida” constituye una oportunidad para poner en entredicho muchas de las nociones fuertes de la Pedagogía y de las Ciencias Sociales, tales como el rol de la escuela y de las políticas igualitarias modernas. Por ello, podemos reconocer en este libro una inmejorable ocasión para tomar conciencia de que un maestro debe ser ignorante para poder de verdad propiciar mejores aprendizajes y gatillar auténticos procesos emancipatorios en los estudiantes.

II. Ideas centrales del libro “El Maestro Ignorante”

De acuerdo a lo señalado, en mi opinión, son ideas centrales de este libro las siguientes:

1) Como se ha planteado, Jacotot entregó a sus alumnos una versión bilingüe del Telémaco de Fénelon y los dejó solos con el texto y con su variable e incierta voluntad de aprender. En contra de todas las concepciones modernas de la didáctica y la pedagogía, así como del sentido común, todos los estudiantes llegaron a ser capaces de hablar y de escribir en francés, sin que el maestro les hubiese transmitido absolutamente nada de su propio saber.

2) Ante este episodio, Jacotot interpretó que sus alumnos habían utilizado la misma inteligencia que usa un niño para aprender a hablar, esto significa: escuchar y retener, imitar y repetir, luego, enmendar el rumbo si es menester. Este proceso intelectual y comprensivo opera también gracias al azar y se reitera una y otra vez, sin que necesariamente haya un maestro delante de ellos.

3) Según Jacotot, entonces, es posible enseñar lo que se ignora si el maestro es capaz de impulsar al alumno a utilizar su propia inteligencia.

4) A partir de esta idea es posible oponer la nueva “razón de los iguales” a la tradicional “sociedad del menosprecio”, en el marco de la pretensión de que todo hombre fuese capaz de concebir su dignidad humana, medir su propia capacidad intelectual y decidir cómo utilizarla. En otras palabras, entendiendo que el acto del maestro que obliga -o convoca- a otra inteligencia a funcionar es independiente de la posesión del saber. Así, es posible que un ignorante permita a otro ignorante saber lo que él mismo no sabe, siendo posible, por ejemplo, que un hombre analfabeto le enseñe a otro analfabeto a leer.

5) Existe un segundo sentido asociado a la noción de “maestro ignorante”, en la cual un maestro ignorante no es un ignorante que decide actuar de maestro; es, en rigor, un maestro que enseña sin transmitir ningún conocimiento, un educador capaz de disociar su propio conocimiento del ejercicio de la docencia.

6) Un maestro ignorante es un maestro que demuestra que aquello que llamamos “transmisión del saber” comprende, en realidad, dos relaciones imbricadas que conviene disociar: una relación de voluntad a voluntad y una relación de inteligencia a inteligencia.

7) Esta disociación no corresponde a un intento por destituir la relación de autoridad del docente, para remplazarla solo por la fuerza de una inteligencia que ilumina otra inteligencia, dado que ese es el principio de innumerables pedagogías antiautoritarias que, como en la mayéutica socrática, finge la ignorancia para provocar el saber. Aquí, se hace creer que su objetivo pedagógico es suscitar una capacidad y, para ello, la mayéutica busca demostrar previamente una incapacidad. Sostiene Rancière que Sócrates no solo demuestra la incapacidad de los falsos sabios, sino también la incapacidad de todo aquel que no es llevado por el maestro por la buena senda, sometido a la buena relación entre inteligencia e inteligencia. El “liberalismo” mayéutico no es más que la variante sofisticada de la práctica pedagógica ordinaria, que confía a la inteligencia del maestro el trabajo de llenar la distancia que separa al ignorante del saber.

8) En el planteamiento de Jacotot, el maestro ignorante opera la disociación de modo totalmente diferente. Para él, el maestro ignorante no establece ninguna relación de inteligencia a inteligencia. El maestro es solo una autoridad, una voluntad que ordena o propone al ignorante que haga su camino. Es decir, echa a andar las capacidades que el alumno ya posee, la capacidad que todo hombre demostró logrando sin maestro el más difícil de los aprendizajes: aprender a hablar.

9) El método tradicional para enseñar, según Jacotot, apunta en su esencia al sometimiento del educando debido a la lógica misma de la razón pedagógica tradicional, tanto en sus fines como en sus medios, esto es, en la noción supuestamente neutral de enseñar al ignorante aquello que no sabe, de modo de suprimir la distancia entre el ignorante y el saber. El instrumento esencial aquí es la explicación,

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