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El Futurismo Italiano


Enviado por   •  29 de Julio de 2012  •  2.491 Palabras (10 Páginas)  •  786 Visitas

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El futurismo italiano

INTRODUCCIÓN

En este trabajo intentaremos trazar a grandes rasgos los puntos de contacto y también las diferencias entre dos corrientes literarias que tuvieron lugar en la Italia de principios del siglo XX: el Futurismo y el Crepuscularismo. Para ello deberemos desarrollar, en un principio, el contexto histórico y socio-cultural en el cual estos movimientos surgieron hasta el advenimiento del fascismo en los años veinte.

DESARROLLO

Desde sus principios, el arte vanguardista adquiere una impronta provocadora contra lo antiguo, lo naturalista o lo que se relacionara con el arte burgués.

La Primera Guerra, como expresión del afán imperialista y del profundo fracaso de esa burguesía por conseguir la paz, será el período en que, junto a actitudes diversas de rechazo a la guerra, afloren todas estas manifestaciones artísticas extraordinarias con una versatilidad y agilidad desconocidas hasta entonces. Los llamados ismos se sucederán uno tras otro.

En este trabajo veremos cuáles fueron las coordenadas históricas y sociales de Italia en la primera mitad del siglo XX, y su situación dentro del contexto europeo, hasta el ascenso del Fascismo en los años veinte. En tales coordenadas se encuadran las diferentes manifestaciones culturales de este período. Los primeros años se hallan presididos por el gobierno de Giolitti, que se prolonga hasta su dimisión en 1914, ya a las puertas de la Primera Guerra Mundial, en la que Italia no interviene hasta 1915.

La I Guerra Mundial actuó como acelerador y catalizador de procesos que se estaban fraguando en las conciencias e intelectos de aquella época. Procesos tales como Nacionalismo, sindicalismo revolucionario, futurismo y vanguardias culturales)

La turbulencia social surgida en los años de la inmediata post guerra acabará conduciendo el país hacia la consolidación de un régimen político de carácter fascista. El ascenso al poder del Fascismo italiano tiene una fecha simbólica, que corresponde a la Marcha sobre Roma de 1922, aunque el momento clave en el panorama cultural y político del país se da en 1925 cuando, en gran parte como consecuencia de los gravísimos acontecimientos relacionados con el asesinato del magistrado Matteotti, se produce el “segundo golpe de estado” de Benito Mussolini que instaura el Régimen Fascista en Italia. En ese contexto se da a conocer el famoso “Manifiesto de los intelectuales antifascistas”, promovido por B. Croce en defensa de los valores de la cultura y el estado liberales. Este hecho determina la escisión en dos grandes bloques del país, a favor y en contra del Fascismo, movimiento que detenta plenamente el poder, de hecho, desde 1924 hasta la caída de Mussolini, a finales de la II Guerra Mundial.

El fascismo partió de un programa subversivo (antiestatalista, antirreligioso, republicano, individualista) para desembocar pronto en un programa completamente diferente (estatalista, monárquico, aliado con la Iglesia Católica); y nacido como un fascio (haz) de fuerzas subversivas (nacionalistas, futuristas: todas las fuerzas de subversión de derecha antes de la guerra)

A causa del totalitarismo característico de dicho régimen, en un determinado momento se encontrarán mezclados hombres de todas las edades y todas las convicciones: una vez más, como al principio, tendremos una masa heterogénea carente de cohesión. Eso explica por qué el fascismo se derrumbó de una forma tan repentina.

A principios de siglo, Milán se consolida internacionalmente como gran centro futurista por sus numerosas actividades, culturales y de carácter editorial (como, por ejemplo, las famosas ediciones de la revista «Poesía»), iniciadas por Marinetti. En Milán confluyen los artistas italianos más relevantes del momento (Boccioni, Carrà o Severini). Es, asimismo, la ciudad italiana con una vida económica y social más activa, y también la que presentará con más virulencia las contradicciones sociales de este delicado momento histórico italiano, y en general los mayores conflictos en la relación del escritor y artista con la moderna sociedad de masas. De este modo, Milán resulta ser un centro italiano indiscutible para el nuevo pensamiento de izquierdas, así como para el movimiento sindicalista del país. Por lo mismo, es la ciudad donde se genera inicialmente el movimiento fascista liderado por Mussolini.

En el terreno de las ciencias, estos primeros años del siglo XX conocen una verdadera revolución que acabará comportando importantes cambios epistemológicos, así como la aparición de una nueva visión del mundo, con notables implicaciones en el terreno de las ideas estéticas y las realizaciones artísticas. Corroborado por ciertos progresos tecnológicos que no se hallan exentos de significación (como el teléfono o la radio), las nociones tradicionales del tiempo y el espacio se alteran, contribuyendo a crear un concepto de simultaneidad que la velocidad (gracias al uso de trenes, automóviles y sobre todo aviones) incrementará notablemente.

La teoría de la relatividad de Einstein y la física cuántica de Planck son, de hecho, reflejo en el plano del pensamiento científico, de esta nueva visión del mundo que comporta la superación definitiva de la física de Newton, tanto como de la concepción unitaria y objetiva de la realidad, que el Positivismo había defendido hasta entonces, abriendo de este modo las puertas a otra concepción del universo y de la realidad. La crítica al Positivismo se profundiza, por otra parte, gracias a la sociología de Max Weber y a las nuevas aportaciones en el terreno de la psicología realizadas por Sigmund Freud, así como con la filosofía del lenguaje de Wittgenstein. La relación entre el sujeto y la realidad que lo circunda resulta substancialmente alterada, llegándose al convencimiento de que esta realidad no es en modo alguno una Verdad factual y objetiva, susceptible de ser conocida, sino más bien una mera «construcción» subjetiva del individuo. Por esta vía, los conceptos ya no se considerarán a priori incuestionables, sino que se convierten en simples «instrumentos» de conocimiento.

No hay duda de que la influencia de los avances de carácter técnico y científico, con implicaciones filosóficas, será enorme en el imaginario colectivo de la época. Tiempo y espacio dejarán de ser categorías objetivas, pasando a considerarse, en cambio, como conceptos relativos, dependientes del sujeto.

Paralelamente, podemos considerar que la nueva psicología de Freud sienta las bases de la disolución del yo y, en última instancia, conduce a la desintegración del personaje literario tradicional. El Psicoanálisis, por otra parte, tendrá importantísimas

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