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El Poder De Las Palabras


Enviado por   •  2 de Mayo de 2015  •  1.421 Palabras (6 Páginas)  •  155 Visitas

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TALLER EVALUATIVO 2

COMPETENCIAS COMUNICATIVAS

CÓDIGO: 50010_95

(Tutora)

LILIANA ISABEL MORENO

ENTREGADO POR:

CESAR AUGUSTO NEIRA PLAZAS

80357935

UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA

CEAD: TUNJA

MARZO 2015

INTRODUCCION

Este trabajo se realiza con base en los parámetros especificados en la guía, se trata de realizar un ensayo, y dar a conocer los aspectos, que lesión nos deja la lectura, esto nos permite estudiar los componentes involucrados.

Lea cuidadosamente el siguiente texto e identifique cuál es la hipótesis o intención del

autor.

Relacione el título, con el contenido del texto y busque la información más importante del

autor para comprender el contexto en el que escribió el documento.

Busque información acerca de los protagonistas de la lectura.

El poder de las palabras 2

Edgar Allan Poe

Oinos.-Perdona, Agathos, la flaqueza de un espíritu al que acaban de brotarle las alas de la inmortalidad. Agathos.-Nada has dicho, Oinos mío, que requiera ser perdonado. Ni siquiera aquí el conocimiento es cosa de intuición. En cuanto a la sabiduría, pide sin reserva a los ángeles que te sea concedida. Oinos. -Pero yo imaginé que en esta existencia todo me sería dado a conocer al mismo tiempo, y que alcanzaría así la felicidad por conocerlo todo.

Agathos.-¡Ah, la felicidad no está en el conocimiento, sino en su adquisición! La beatitud eterna consiste en saber más y más; pero saberlo todo sería la maldición de un demonio. Oinos.-El Altísimo, ¿no lo sabe todo? Agathos.-Eso (puesto que es el Muy Bienaventurado) debe ser aún la única cosa desconocida hasta para Él. Oinos. -Sin embargo, puesto que nuestro saber aumenta de hora en hora, ¿no llegarán por fin a ser conocidas todas las cosas? Agathos.-¡Contempla las distancias abismales! Trata de hacer llegar tu mirada a la múltiple perspectiva de las estrellas, mientras erramos lentamente entre ellas... ¡Más allá, siempre más allá! Aun la visión espiritual, ¿no se ve detenida por las continuas paredes de oro del universo, las paredes constituidas por las miríadas de esos resplandecientes cuerpos que el mero número parece amalgamar en una unidad? Oinos.-Claramente percibo que la infinitud de la materia no es un sueño. Agathos.-No hay sueños en el Aidenn[7], pero se susurra aquí que la única finalidad de esta infinitud de materia es la de proporcionar infinitas fuentes donde el alma pueda calmar la sed de saber que jamás se agotará en ella, ya que agotarla sería extinguir el alma misma. Interrógame, pues, Oinos mío, libremente y sin temor. ¡Ven!, dejaremos a nuestra izquierda la intensa armonía de las Pléyades, lanzándonos más allá del trono a las estrelladas praderas allende Orión, donde, en lugar de violetas, pensamientos y trinitarias, hallaremos macizos de soles triples y tricolores. Oinos.-Y ahora, Agathos, mientras avanzamos, instrúyeme. ¡Háblame con los acentos familiares de la tierra! No he comprendido lo que acabas de insinuar sobre los modos o los procedimientos de aquello que, mientras éramos mortales, estábamos habituados a llamar Creación. ¿Quieres decir que el Creador no es Dios? Agathos. -Quiero decir que la Deidad no crea. Oinos.-¡Explícate! Agathos.-Solamente creó en el comienzo. Las aparentes criaturas que en el universo surgen ahora perpetuamente a la existencia sólo pueden ser consideradas como el resultado mediato o indirecto, no como el resultado directo o inmediato del poder creador divino. Oinos. -Entre los hombres, Agathos mío, esta idea sería considerada altamente herética. Agathos. -Entre los ángeles, Oinos mío, se sabe que es sencillamente la verdad. Oinos.-Alcanzo a comprenderte hasta este punto: que ciertas operaciones de lo que denominamos Naturaleza o leyes naturales darán lugar, bajo ciertas condiciones, a aquello que tiene todas las apariencias de creación. Muy poco antes de la destrucción final de la tierra recuerdo que se habían efectuado afortunados experimentos, que algunos filósofos denominaron torpemente creación de animálculos. Agathos.-Los casos de que hablas fueron ejemplos de creación secundaria, de la única especie de creación que hubo jamás desde que la primera palabra dio existencia a la primera ley.

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