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El Uso Del Suelo


Enviado por   •  28 de Mayo de 2013  •  1.659 Palabras (7 Páginas)  •  252 Visitas

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El uso del suelo en México

Un recorrido histórico sobre el uso del suelo en México, sus definiciones y características, así como los desafíos de las políticas agropecuarias (acertadas y no) son planteados en este artículo.

Sergio Aguirre Fernández

El espacio vital, el territorio y el suelo son conceptos entreverados. El cazador, el ganadero, el recolector, el agricultor, el hombre urbano, cada uno tiene o tuvo un sentido de posesión, pertenencia y uso sobre un lugar, un espacio. Para algunos puede ser una calle, la colonia, el barrio o una esquina. Para otros todo eso y, además, una parcela en el ejido, unas hectáreas en el campo o un tramo de río o playa. Algunas de estas impresiones cobran legalidad con un título de propiedad.

El sentido de posesión con título o por presencia transitoria es exclusivo. Se reserva el derecho de admisión. Se le defiende de invasores y, en ocasiones, se le cuida, pero es muy común la incuria. En México así es.

El terreno rural o urbano, en la mayoría de los casos, se descuida y no interesa sino como mercancía, se le rebaja a objeto de compraventa. Los terrenos de la nación, el suelo patrio, se espera que sean atendidos por el gobierno, pero el sentido de propiedad es difuso y la sociedad civil no está cohesionada.

El uso del suelo en México está estudiado, normado y reglamentado. De acuerdo con su ubicación geográfica, su topografía y climas, los suelos de México son complejos, pues se encuentran al menos 15 tipos. Por su extensión destacan tres: regosol, litosol y xerosol.

El regosol es el de mayor extensión y puede definirse como la capa de material suelto que cubre la roca; sustenta cualquier tipo de vegetación dependiendo del clima; sin embargo, su uso es principalmente forestal y ganadero, aunque también puede ser utilizado en proyectos agrícolas y de vida silvestre. Abarca la mayoría de las sierras del territorio y se localiza en lomeríos, planos, dunas y playas.

El segundo en abundancia es el litosol, el cual sustenta cualquier tipo de vegetación, según el clima. El uso predominante es forestal, ganadero y, excepcionalmente, agrícola.

El xerosol se caracteriza por ser un suelo de zona seca o árida; la vegetación natural que sustenta son matorrales y pastizales; el uso pecuario es el más importante, aunque si existe riego se obtienen buenos rendimientos agrícolas. Su ubicación está restringida a las zonas áridas y semiáridas del centro y norte del país.

El suelo se define, de acuerdo a los estudios edáficos, como la capa más superficial de la corteza terrestre. Sobre este suelo se posan aire y agua, corremos, caminamos, asentamos nuestras construcciones, marcamos caminos, establecemos imaginarias divisiones políticas e, igualmente, establecemos imaginarios derechos de propiedad que dan validez legal para el uso que se piense conveniente social o individualmente.

Nuestra cultura tiene dos raíces: la indígena es milenaria. La otra, europea y centenaria. En el México actual, los usos y abusos del suelo resultan de la virtualidad y realidad, del decir y el hacer de los líderes, públicos y privados, encargados de la marcha del país; de la obediencia y desobediencia a las leyes, de la eficacia y deficiencia de las instituciones de gobierno, de la organización política, de las creencias seculares y religiosas, del conocimiento y la ignorancia de agroindustriales y campesinos. Los intereses económicos gravitan con gran fuerza sobre la modalidad actual y futura del uso del suelo, según se tase su precio en el mercado.

Sobre el suelo, el Artículo 27 constitucional, en mi interpretación, declara inicialmente en tono bíblico: las aguas y las tierras son de la nación; enseguida enuncia que ella, y solo ella, tiene el derecho de transmitir condicionalmente el dominio de tierras y aguas a los particulares.

Asimismo, la nación en todo tiempo tiene el derecho a imponer las modalidades que dicten el interés público y la regulación en beneficio social, del aprovechamiento de los elementos naturales para una distribución equitativa de la riqueza pública.

La incongruencia entre la letra y la realidad del manejo de las tierras —esto incluye los suelos— la encontramos a lo largo y ancho de nuestro territorio. No hablaremos de la explotación irracional de los mantos petroleros, tampoco de la privatización de carreteras y vías férreas para beneficio de uno cuantos. Ni de la venta de tierras costeras a extranjeros. Ni del saqueo por siglos de los rapamontes a las mejores zonas boscosas del país. Tampoco tocamos el desordenado crecimiento urbano de pueblos y ciudades, que sepulta los mejores suelos agrícolas, sin importar que los gobiernos federal, estatales y municipales tengan gruesos volúmenes de hermosos Planes de Desarrollo (PND).

Como ejemplo leamos unos párrafos de la presentación del PND con fecha de caducidad, 30 noviembre de 2012: “El Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 establece una estrategia clara y viable para avanzar en la transformación de México sobre bases sólidas, realistas y, sobre todo, responsables.

“Está estructurado en cinco ejes rectores:

“1. Estado de Derecho y seguridad. 2. Economía competitiva

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