El concepto de herbario durante la Edad Media
GyulaEnsayo4 de Septiembre de 2013
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El concepto de herbario durante la Edad Media
Artículos principales: Herbario medieval e Historia de la botánica.
Copia arábica del siglo XIII de De materia medica, de Dioscórides.
Ilustración de Helleborus niger en el libro Herbarium vivae Eicones. de Otto Brunfels.
Durante la Edad Media la palabra «herbario» se refería a un libro de botánica, específicamente relacionado con las plantas medicinales, en el que se enumeraban los productos naturales producidos por las plantas, raramente de los animales y minerales, con valor terapéutico. Era un libro de medicamentos simples, integrados por un solo componente, procedentes de la naturaleza, especialmente de las plantas.
Durante el período manuscrito, antes de la invención de la imprenta, los escritos se ilustraban para hacerlos más inteligibles; y con este fin se acompañaban los textos con ilustraciones coloreadas. No obstante, los sucesivos copistas iban añadiendo distorsiones de forma progresiva (esto ocurrió a lo largo de mil años), por lo que las ilustraciones, en vez de resultar una ayuda, se acabaron convirtiendo en un obstáculo para la claridad y precisión de las descripciones. Por otro lado, aquellos autores que renunciaron a incorporar en sus textos ilustraciones, comprobaron que las descripciones eran insuficientes para permitir el reconocimiento e identificación de las especies aludidas, especialmente teniendo en cuenta que las mismas plantas recibían nombres diferentes en los distintos lugares y el lenguaje botánico no estaba desarrollado. De ahí que muchos autores renunciaran también a describir sus plantas y se conformaran con enumerar todos los nombres que conocían de cada planta (sus sinónimos), así como las dolencias humanas para las que resultaban beneficiosas. Durante ese proceso de copiado los textos originales fueron variando paulatinamente a causa de traducciones, interpolaciones de nuevos textos, influencias del mundo árabe, judío o bizantino, hasta el punto de que, partiendo de unos pocos textos originales, la variedad de los textos resultantes a finales de la Edad Media, en la época del nacimiento de la imprenta, era muy grande. La información de un herbario se ordenaba de una forma muy parecida en todos ellos, con mayor o menor extensión: el nombre de la planta, una lista de sus sinónimos, la descripción de sus características, su distribución geográfica y su hábitat, la enumeración de los primeros autores que han citado la planta, sus propiedades curativas, el modo de colectarla y prepararla, una lista de los medicamentos que se pueden preparar con ella, las enfermedades que cura y, por último, las principales contra indicaciones. En el caso de los herbarios ilustrados, la imagen de la planta solía preceder a la información escrita.
El estudio empírico de las plantas de cada país y de las exóticas, traídas por los exploradores europeos y cultivadas en los jardines, comenzó de nuevo, y empezaron a publicarse tratados y catálogos que ya no se limitaban a reproducir o simplemente comentar la obra de los antiguos, sino que, comprobada la insuficiencia de los catálogos antiguos, buscaban obtener y presentar un conocimiento lo más exhaustivo posible de la diversidad de las plantas. El esquema clasificatorio siguió siendo en este periodo deudor del de Teofrasto. A comienzos del siglo XVI, un grupo de botánicos centroeuropeos se interesaron particularmente por las cualidades curativas de las plantas y se esforzaron en dibujar y describir con fidelidad las plantas que crecían en su tierra natal, que publicaron en libros «sobre hierbas» o «herbarios», por lo que se les conoce como «herboristas».5 Estos herbarios, que contenían un listado y descripción de numerosas hierbas, sus propiedades y virtudes, particularmente referidas a su utilización como plantas medicinales, tuvieron la virtud de suplementar y, más tarde, reemplazar el conocimiento transmitido
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