El lago del jamás

El Lago Del Jamás.

La mañana de ese miércoles, Luisa Fernanda en su último año de la academia, buena persona; adorada por todos; excelente estudiante; amada por sus padres; siente la necesidad de salir y liberarse de esa rutina cotidiana. Planeando su partida, ya en su última clase del día con su mochila lista y llena de todo lo que pudiera necesitar y... dinero, algo que jamás le faltaba, al sonar la campana de salida tomó sus cosas y emprendió su huída.

Estaciones de trenes visitó, muelles, aeropuertos, moteles, campos, en todos lados estuvo, pero ningún lugar la atrapó mas ni le gustó tanto como el lago Tereflim, donde en un mediano lago dentro de un espeso bosque vió su vida pasar ante sus ojos y muchas cosas que ella deseaba, ya que ese lago tenía una especie de agua tan cristalina que al verla le hacía querer entrar en ella. Lo que Luisa Fernanda no sabía era que el paso a ese lago era prohibido, ya que, realmente, no existía.

Absorta en sus fuertes pensamientos, decide dirigirse al motel que estaba cerca de allí donde ella se hospedaba. Al llegar ya era tarde y se le había pasado la cena, así que se dirigió directo a su habitación.
Experimentó una larga e inquietante noche, gracias a las cosas que había vivido esa tarde en aquel lago.

Al día siguiente temprano por la mañana, se dirigió al bosque, y al entrar buscó y rebuscó en todos los lados del mismo, pero no encontró nada más que árboles a sus alrededores.

Anonadada; Luisa se dirige al pueblo, y comienza a tener pequeñas conversaciones con algunos que allí si encontraban.
Cada persona con la que hablaba le decía lo mismo que las demás <<No, lo siento, jamás eh visto algo parecido>> <<¿Estás segura de lo que viste?>> <<Jamás vi algo así>> y otras variables de negaciones.

Incomprendida, se dirigió al motel, buscó a la señora T; quien era la dueña y encargada del mismo.
Luisa le comentó a la señora T; de lo sucedido, le dijo que lo vió hace unos días y que nunca había visto algo igual, la señora T; lo que le dijo a continuación la dejó intrigada:

-Oye Luisa, esto me sorprende un poco, ya que hace algunos años atrás un muchacho joven que aquí mismo se hospedó, salió a caminar un día por la mañana y me contó al regresar que había visto una especie de lago escondido en el bosque, y que habló con otros residentes y todos le dijeron lo que a ti, que jamás lo habían visto. Y me sorprendió cuando lo dijo, ya que yo jamás eh visto algo así tampoco.

-Señora T; y..¿Qué le sucedió a ese joven? ¿No.. no volvió a venir? ¿O.. Después de su estadía se marchó sin más?                                          

-Lo siento mi niña, pero muy lamentable es decirte que luego de contarme, al día siguiente se fue a comprar algo para volver a salir y luego no volvió, no lo vi otra vez, y nadie acá en el pueblo dijo haberlo visto, por eso se reportó desaparecido y hasta el día de hoy se encuentra en la lista de desaparecidos..

-Vaya, no se que decir… Creo, que ya debería ir a dormir. Buenas noches señora T.

-Buenas noches joven Luisa.
        

        Subió las escaleras hasta su habitación pensando en todas las cosas que le dijo la señora T; y con un gran dolor de cabeza decidió ir a dormir de una vez por todas, aunque no podía ya que varías ramas que chocaban contra su ventana eran azotadas extrañamente por el viento y fuera en el pueblo Luisa escuchaba algunos tipos de susurros así que sin más, decidió cerrar los ojos y dormir de una vez por todas.

La mañana siguiente Luisa se despertó algo somnolienta ya que no durmió cómodamente como ella quería. Pero extraña y sorprendentemente ese día, no tuvo ningún tipo de atracción ni pensamiento de todo a lo que se venía a referir con ese mediano lago en ese espeso bosque.
        Luisa no presenció ningún tipo de actividades que no fueran normales del lugar, las aves cantaban como todas las mañanas, los habitantes del pueblo hacían sus compras y ventas matutinas, el ganado era alimentado y recogido por los granjeros y lo único que realmente si le impresionó bastante, fue el hecho de que el pueblo estaba sumergido en una calma total, Luisa fue a dar un paseo por los lares del muelle Tereflim y aun sorprendida se dio cuenta que hasta la mar estaba en total calma, cosa que le sorprendió porque justo en ese muelle siempre habían diferentes tipos de oleajes y vientos, pero Luisa aun en calma y sin prestar atención a las diferentes y extrañas actividades que allí presenciaba, decidió marcharse a al motel a conversar con la señora T; de nuevo.
        

En su llegada al lugar, buscó en la sala de recepción a la señora T; y al encontrarla, le empezó a comentar dichos acontecimientos, y Luisa notó que mientras más hablaba del día, ya que en ese momento era de tarde, sentía como la señora T; se incorporaba y se sentía cada vez un poco más incomoda con las palabras de la joven Luisa, estresada e impaciente, la señora T; hace un ademán a Luisa para que se detenga y dice:

-Lo siento Luisa, debo irme, me duele la cabeza-mintió- y necesito irme ya a cerrar, para poderme ir a dormir de una vez.

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