“El patio de mi casa”

“El patio de mi casa”

El conjunto estaba formado por seis niñas con edades entre siete y nueve años y se localizaba en el colegio Doramas del Cruce de Arinaga, esperaban para comenzar una actividad extraescolar.

El grupo de niñas jugaba a “El patio de mi casa”, estaban agarradas de las manos con los brazos estirados formando un círculo y dentro de éste había una jugadora. Les pregunté si podía mirarlas jugar porque hacía mucho tiempo que yo no jugaba y una de ellas me respondió que sí pero que me aprendiese la canción para poder jugar otro día con ellas.

El corro comenzó a girar mientras cantaba, cuando decían “agáchate y vuélvete a agachar” se agachaban dos veces seguidas, cuando  cantaban “chocolate, molinillo, corre, corre, que te pillo” el corro dejaba de girar y las sílabas “la”, “ni”, “co” y “pi” de la frase las alargaban mientras el grupo iba hacia el centro con las manos a la altura de la cabeza y cuando tarareaban “a estirar, a estirar” el círculo de abría sin soltar las manos.

A continuación, la jugadora que estaba dentro simuló que era coja mientras dijo “que te doy un puntapié con la punta de este pie” y le dio un pequeño golpe a una de las niñas del corro, esa jugadora en el siguiente juego sería la coja.

Una vez finalizado el juego les pregunté el motivo de que no jugasen niños y me respondieron que era un juego de niñas porque los niños son muy brutos. Esto me hizo saber que ya los niños tenían el rol de ser más fuertes que las niñas.

Mientras jugaban noté que a ninguna de las niñas les gustaba el papel de coja y les pregunté el motivo a lo que una de ellas me respondió que es más aburrido y que ellas no querían perder. Les pregunté que quien se la quedaba al comienzo del juego y me respondieron que elegían a una  al azar.

Mi conclusión tras ver este juego es que desde muy pequeños están arraigados los roles, hay diferenciación de sexos incluso para los juegos, y ya hay un cierto nivel de competición porque evitan perder. Además, todas las niñas que participaban debían saberse la canción y los gestos que se hacían porque sino no las dejaban intervenir marcando las reglas del juego.

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