Esclavas De La Calle Sullivan

ESCLAVAS DE LA CALLE SULLIVAN

“Una realidad oculta, invisible a nuestros ojos”

La trata de blancas y la esclavitud sexual son una realidad lacerante de nuestros días, es un problema mundial y uno de los delitos que más dinero genera pero también el más vergonzoso que existe. Si bien la forma más conocida de trata de personas es la explotación sexual, cientos de víctimas también son objeto de trata con fines de trabajo forzoso, servidumbre domestica, mendicidad infantil o extracción de órganos.

Las víctimas son captadas y transportadas de un país a otro, o de una región a otra mediante engaño y coacción, se ven despojadas de su autonomía, de su libertad de movimientos y elección sobre su vida; en México la trata es el segundo delito en importancia económica luego del tráfico de drogas, es un país de origen, tránsito y destino de esta situación y este delito se da a través del Norte y Centroamérica. Los grupos más vulnerables del delito incluyen a mujeres y niños, migrantes indocumentados, personas indígenas, campesinos, obreros, trabajadores informales, jóvenes y personas analfabetas o con bajos niveles educativos.

Algunas investigaciones indican que los carteles mexicanos que en un principio estaban dedicados al tráfico de drogas, tráfico de armas, secuestros, asesinatos y lavado de dinero, ahora también están involucrados en el contrabando de inmigrantes, el tráfico de niños es especialmente hacia los Estados Unidos y controlan aproximadamente el 70% de la trata.

Sin irnos tan lejos, en la ciudad de México existe una zona con este tipo de problemática, llamada la calle Sullivan y ellas son conocidas como las esclavas de la calle Sullivan. Las victimas que se encuentran ahí son llevadas con la ilusión del amor pues los tratantes las seducen, las enamoran y les hacen falsas promesas de matrimonio para convencerlas a huir con ellos sin imaginar lo que realmente les espera.

Al ya estar ahí y comenzar a trabajar ellos las amenazan con hacerle algo a su familia sino hacen lo que les piden o si los denuncian, el terror las alecciona y por eso están entrenadas para decir que están ahí por gusto y en libertad, sin embargo la denuncia es la única forma de romper ese círculo, pero no todas se atreven hacerlo.

Son vigiladas por una mujer apodada “madame” con las que los tratantes hacen el trato, su hora de trabajo es partir de las 9 de la noche hasta las 6 de la mañana, sin descanso alguno. Ahí trabajan de 50 a 60 mujeres todas las noches. La ganancia estimada ronda los 700 mil pesos en un día ajetreado. La vida rutinaria es de la casa de seguridad a Sullivan, de la calle al hotel, del hotel a la calle, y así hasta que salga el sol y los 15, 20 o 25 clientes por día, a veces cinco, a veces 30. La suerte nunca trata igual.

Después de nueve horas de trabajo sexual forzado, y de prestar servicio a hombres alcoholizados, drogados, funcionarios de la misma delegación, policías, diputados, narcotraficantes, hombres desde los 18 y hasta los 60 años, regresan custodiadas a la casa de huéspedes de la colonia.

En un radio de menos de cinco kilómetros se encuentra la calle para ofrecerlas, los hoteles para dar el servicio sexual, las casas con vigilancia donde las esconden y las autoridades que solapan sus movimientos.

Son pocas las que han sido liberadas por la policía o han logrado escapar, y hoy tienen la suerte de contar su historia, pero marcadas para siempre, con el miedo latente, aunque las victimas aseguran que no hay voluntad de las autoridades, la presidenta de la organización Unidos contra la Trata, dice que autoridades de la delegación Cuauhtémoc han estado trabajando en este caso, sin obtener resultados favorables.

La lucha contra la rata de personas no debe considerarse solamente responsabilidad de las autoridades. Los ciudadanos comunes podemos ayudar a combatir este delito

...