Estudio Estadistico
melvin_lopez1313 de Marzo de 2015
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LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES COMO MAL RADICAL
Dra. Gloria M. Comesaña Santalices.
Universidad del Zulia
Facultad de Humanidades y Educación
Doctorado en Ciencias Humanas
Maestría en Filosofía
Cátedra Libre de la Mujer
gsantalices@cantv.net
RESUMEN
Entre los grupos humanos que sufren la violencia, el grupo de las mujeres se destaca, porque esta forma de violencia involucra a las dos “mitades” que conforman la humanidad. Nos preguntamos por la causa de esta violencia, debido a su amplitud y a su fundamento en una especie de derecho consuetudinario que muchas veces se trata de argumentar y justificar. Para realizar nuestro trabajo nos valdremos de la metodología de género. Presentaremos esa violencia en su verdadera dimensión como un mal, radical, banal y banalizado, basándonos en los planteamientos de las teólogas ecofeministas Rosemary Radford Ruether e Ivone Gebara, además de los conceptos arendtianos de mal radical y banalidad del mal, considerándolos aplicables a la violencia que sufren las mujeres por el solo hecho de ser tales. Concluimos presentando una serie de propuestas concretas.
Palabras clave: Mujeres, violencia, género, metodología de género, mal radical.
Violence against women as the most radical evil
Abstract
Among human groups that suffer from violence, women stand out, since this form of violence involves both halves of the human race. We search for the cause of this violence due to its amplitude and its basis as a type of habitual right which is often defended and justified. In order to carry out this research a gender methodology was used. We present this type of violence in its true form as something evil, radical, unrefined, vulgar and unseemly, based on the arguments of eco-fenimist theologists such as Rosemary Radford Ruether and Ivone Gebara, as well as the Arendtian concepts of radical evil and evil banality, and we consider them applicable to the violence suffered by women due to the simple act of being a woman. The conclusion presents a series of concrete proposals,
Key words: Women, violence, gender, gender methodology, radical evil.
A MODO DE INTRODUCCION
No pretendemos en este trabajo abordar la problemática de la violencia contra la mujer desde una perspectiva práctica, que nos condujese a manejar cifras, o a diseñar algún nuevo método concreto para erradicarla, o a plantear sugerencias que facilitasen tanto la labor de quienes ayudan a las mujeres maltratadas, como la labor de recuperación que estas mujeres tienen que realizar día tras día sobre ellas mismas y sus vidas para escapar al infierno que es esta terrible lacra de la que las mujeres siguen padeciendo y muriendo en numerosas ocasiones. Cuál es entonces nuestra pretensión, se nos preguntará, pues pareciese que ante la gravedad de los hechos no cabe ya reflexión alguna.
Sin embargo, creemos que una aproximación teórico crítica al asunto que nos ocupa, es urgente y necesaria, de modo que nos hemos acercado a esta violencia ancestral desde una perspectiva descriptiva y explicativa, trabajando con diferentes coordenadas de tipo interdisciplinar, llamando a esta violencia por su nombre, como un mal muy concreto, pero a la vez banalizado, aunque sea un mal radical ante el cual parece que la propia razón retrocede, pues parece casi imposible la empresa de comprenderlo.
ABORDANDO EL TEMA
1. La violencia contra las mujeres es una de las formas en que se expresa la violencia humana. Entre los grupos humanos que por diversas razones sufren la violencia, es decir la imposición de una conducta no deseada, y con ello la privación de su libertad, o sufrimientos físicos, psíquicos o morales de todo tipo, el grupo humano de las mujeres se destaca en particular, porque esta forma de violencia involucra a las dos “mitades” básicas que conforman la humanidad. Esto nos lleva a la necesidad de preguntarnos por la causa de esta violencia, que de una vez es preciso decir que es ejercida por los varones contra las mujeres. Pues efectivamente, cuando decimos que las “dos mitades de la humanidad” están involucradas, debemos señalar enseguida, que los varones ejercen esta violencia contra las mujeres de forma casi sistemática, constante, como un derecho del que no dudan y que no se discute, lo que hace de esta violencia algo muy complejo, terrible, difícil de analizar y de erradicar, debido a sus dimensiones y al fundamento que tiene, en una especie de derecho consuetudinario que en algunas ocasiones de la historia se ha tratado incluso de argumentar y justificar.
2. Dada esta evidencia, es oportuno explicar en qué consiste esta diferencia entre las dos “mitades que componen la humanidad. No es fácil definirla, pues aquí está involucrado mucho más de lo que parece. Dejando de lado la división entre feminismo de la igualdad y feminismo de la diferencia, es preciso señalar, que nadie niega que la diferencia entre dos tipos de ser humano que se establece a partir de la biología es ineludible. Sin embargo, cuando decimos diferencia sexual, debe quedar claro que no estamos hablando aquí de manera esencialista, pues no nos referimos a una especificidad femenina o masculina que hubiese que respetar, sino que se trata ante todo de reconocer que la especie humana está atravesada por la escisión mujer/varón, que si bien no justifica las desigualdades impuestas arbitrariamente por el poder patriarcal, sí implica, por los condicionamientos recibidos en el sistema sexo-género, una conducta diferente y sesgada por ahora, en el tratamiento de los problemas, cuya expresión más grave es, precisamente, que los varones se consideran el modelo de lo humano, y el sujeto único y universal, y se imponen a las mujeres en prácticamente todas las instituciones y ámbitos de lo humano.
En este sentido la diferencia sexual es un hecho crudo y desnudo, cualquiera lo puede constatar, pues, como nos dice una representante del feminismo de la diferencia,
“Diferencia sexual se refiere directamente al cuerpo; al hecho de que, por azar, la gente nazca en un cuerpo sexuado: un cuerpo que llamamos femenino, un cuerpo que llamamos masculino. A este nacer en un cuerpo sexuado, el pensamiento de la diferencia sexual le ha llamado: “un hecho desnudo y crudo”. Un hecho sin cobertura simbólica, sin ropaje que lo interprete, un hecho que no ha sido mínimamente humanizado, (...) un hecho, pues, desnudo y crudo porque es fundamental a nuestras vidas pero que se ha quedado fuera de la cultura, fuera del pensamiento, fuera de la filosofía tal como la conocemos, fuera, incluso, del lenguaje.” (Rivera Garretas, 1994,81-82)
Dicho esto es preciso aclarar que las cosas no son tan sencillas, pues si bien lo que acabamos de señalar es cierto, no puede negarse, que ese hecho crudo y desnudo del que hablan las filósofas de la diferencia sexual, es inmediatamente interpretado por la cultura, tanto en lo que llamamos sexo (biológico) como en lo que llamamos género, que precisamente definimos como establecido y condicionado social y culturalmente. De modo que el dato crudo y desnudo, lo natural, prácticamente no existe como tal, ya que es inmediatamente arropado, retomado e interpretado por la cultura. Por eso hemos de hablar del sistema de sexo-género.
3. Cabría ahora intentar definir el género desde la perspectiva de la Filosofía Feminista, por supuesto. De entre tantas definiciones y explicaciones dadas por notables investigadoras, elegimos ésta: (Ramos, 1995, 88.):
“El género ha sido definido como una construcción cultural que rige las relaciones sociales entre los sexos y los códigos normativos y valores-filosóficos, políticos , religiosos-, a partir de los cuales se establecen los criterios que permiten hablar de lo masculino y lo femenino, y unas relaciones de poder asimétricas, subordinadas, aunque susceptibles de ser modificadas en el transcurso del tiempo”.
Sin embargo, más que de género, como ya hemos señalado, habría que hablar de sistema de sexo-género, ya que el sexo como algo originario, natural y “salvaje” no existe, pues es ya siempre una construcción cultural, de modo que la identidad sexual es en realidad un aspecto de la identidad de género. En ambos casos, tanto en el sexo como en el género, la cultura ha dejado ya su impronta.
El estudio del género se ha ido incorporando lentamente en todas las ciencias sociales, a veces no sin resistencias, u obligado en algunos casos a quedar como en las márgenes de los discursos, pero las va llevando a revisarse, y a revisar de manera más crítica algunos de sus paradigmas. El enfoque de género o metodología de género, comporta tres elementos de gran importancia. Su valor heurístico, es enorme, pues como categoría analítica nos permite darle significado y comprender todo aquello para lo que antes no había un claro concepto, viéndonos reducidas a hablar de “roles” sexuales, por ejemplo. Desde el punto de vista hermenéutico el género abre nuevos caminos a la investigación, tanto en Filosofía, como en las Ciencias
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