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Fabulas De Mexico

mariagsd24 de Agosto de 2014

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LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO

Un día un granjero caminaba por el bosque, cuando de pronto encontró a una gallina perdida al lado del camino, la cual llevó a su casa para mostrárselo a su esposa. Luego de unos días el granjero y su esposa se dieron con la sorpresa que la gallina había puesto un huevo de oro. Ambos se frotaron los ojos, sin creer lo que veían.

- Es cierto, es cierto! - dijeron ambos muy contentos.

- Tenemos una gallina que pone huevos de oro ¡Imagínate lo ricos que seríamos si pone un huevo todos los días! Debemos cuidar y alimentar muy bien a la gallina!

Al día siguiente, sucedió lo mismo, la gallina puso de nuevo un huevo de oro y el granjero y su esposa lo pusieron de inmediato en una cesta para llevarlos a la ciudad y venderlos por un alto precio.

Sin embargo, la avaricia se apoderó de los dos y les hizo creer que dentro del estómago de la gallina habría mucho oro para hacerse muy rico rápidamente.

- ¿Por qué esperar cada día, para que la gallina ponga un huevo de oro? - dijo el granjero.

- Mejor la mato y descubriremos la mina de oro que lleva dentro”.

Y así lo hizo, pero se sorprendió al ver que en el interior de la gallina no encontró ninguna mina de oro.

- ¿Por qué habremos sido tan avariciosos? Ahora nunca llegaremos a ser ricos - Finalizó diciendo el granjero con mucha tristeza a su esposa.

A causa de la avaricia, de querer ser más ricos de una sola vez abriendo a la gallina, perdieron los huevos de oro que día a día la gallina ponía.

Moraleja

Nunca debemos dejarnos llevar por la codicia y la ambición, destruyendo tontamente lo que la fortuna nos brindó. La avaricia solamente lleva a que uno en su afán de conseguir grandezas o dinero, logre poner en peligro no sólo nuestro trabajo sino también nuestra libertad.

EL LEÓN Y LA ZORRA

Un día en el bosque un viejo León hambriento y sin mucha fuerza para cazar animales, decidió usar su astucia para poder conseguir comida fingiendo estar muy enfermo. Entró en una cueva y se echó en el suelo para esperar que los animales que pasaban por la cueva lo visiten, para luego él de un zarpazo los atrapara y los devoraba en el acto.

Fueron muchos los animales que fueron a visitarlo y acabaron en la barriga del León, pero fue la astucia de la Zorra, que descubrió el engaño del León. Así que llego a la entrada de su cueva, y a una distancia segura le dijo al León que sentía mucho su enfermedad, a lo que este al ver que no entraba le respondió:

-¿Por qué no entras? ¿Tienes temor de mí, si estoy tan débil que aunque quisiera, no me sería posible hacerte daño? Entra a la cueva, como los demás, le dijo el León.

-Esto es lo que me infunde mucha desconfianza, le respondió la Zorra, mientras miraba la entrada de la cueva;

-Es que veo aquí las huellas de los animales que han entrado, pero no veo las huellas de los que han salido.

Moraleja

La persona prudente No confía ciegamente en aquello que le dicen. La persona prudente advierte el peligro de las palabras de quien las pronuncia y evita caer en la mentira ó el engaño con inteligencia.

EL HOMBRE Y LA CULEBRA

Cierto día un hombre, pasaba por el campo cuando de pronto hallo a una culebra atado al tronco de un árbol por unos pastores , y el hombre al conmoverse de ella, la soltó y revivió.

Una vez que la culebra recobró su energía y libertad, se volvió contra el hombre envolviéndose muy fuertemente su cuello. El hombre, se quedó tan sorprendido por la forma como la culebra lo atacaba y le dijo:

- ¿Qué haces? ¿Por qué me tratas tan mal?

Y la culebra de respondió:

- "No hago nada más que cumplir las leyes de mi instinto".

En ese momento de la pelea, pasaba una zorra por allí, siendo llamada por ambos como juez para solucionar este problema.

- Mal podría yo juzgar - dijo la zorra - lo que mis ojos no observaron desde el comienzo.

- Hay que rehacer los hechos, sentenció.

Entonces el hombre sujetó y amarró a la serpiente, y la zorra después de comprobar lo sucedido, pronunció su fallo:

- Ahora tú - dirigiéndose al hombre, le dijo:

- Es bueno que ayudes a otros que daño no te han hecho, pero no por eso te dejes llevar en exceso por tu buena fé y tus corazonadas,

- Y tú - ahora, mirando a la serpiente: si puedes huir, vete antes de que tu instinto te traicione!

Moraleja

No debemos confiar en alguien que no tiene buenos antecedentes pues nos puede traer muchos problemas. Antes de brindar ayuda a los demás nunca debes olvidar actuar con gran prudencia y cuidado!

EL PESCADOR Y EL PEZ

Un pescador luego de haber llevado semanas sin haber pescado un solo pez, un día después de lanzar al mar su red se dio con la sorpresa que al recoger sus redes había cogido un pececillo. Tal fue su admiración al ver en sus manos que el pez era tan pequeñito, que el pescador no sabía si devolverlo al mar otra vez.

Mientras que el pescador quitaba el anzuelo al pececillo para echarlo a su cesta, el pez le suplicó al pescador implorándole:

- ¡Señor pescador, por favor, devuélveme al agua!

El pescador sorprendido replicó: - ¿Quién eres tú para intentar convencerme?

- Soy pequeño y no valgo mucho, cuando sea grande, podrás atraparme de nuevo, y entonces seré para ti más provechoso- le dijo el pececillo, a lo que pescador le respondió.

-¿Pescarte después? ¡Eso nunca! ¿Quién me asegura que tendré la suerte de volverte a pescar? - replicó el pescador -, bien tonto sería soltar la presa que tengo en la mano para contar con la insegura presa futura, por más grande que sea! - Más vale una moneda en la mano, que un tesoro en el fondo del mar.

Moraleja

No debemos dejarnos llevar por la avaricia ó querer tenerlo todo en un momento. Apreciar lo poco que tenemos en momentos de escasez es lo correcto que debemos hacer, y no desaprovecharlo por qué pensar que llegará abundancia en un futuro, sin valorar lo que tienes en el presente por más pequeño que sea puede ser una decisión muy mala.

LA LIEBRE Y LA TORTUGA

Una vez en el bosque había una liebre muy vanidosa, que se burlaba de las patas cortas y de la lentitud que tenía al caminar una tortuga. Al ver la tortuga que se burlaba de ella le respondió desafiante a la liebre diciendo:

- Puede que seas muy veloz como el viento amiga liebre, pero, estoy más que segura poderte ganar una carrera. Sentenció la tortuga.

- ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.

- Sí, a ti, dijo nuevamente la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.

La liebre, al verse sorprendida por tamaña respuesta, aceptó el reto sin dudarlo, ella estaba muy segura de que ganaría a la Tortuga. Luego del trato ambos propusieron a que una zorra, señale el camino y la meta para la carrera. Llegado el momento de la carrera, ambos a la cuenta de tres iniciaron esta desigual carrera.

La tortuga no dejaba de caminar y caminar, tranquila siempre a paso lento hasta llegar a la meta, en cambio la liebre, burlándose de ser su rival corrió tan rápido que dejó en muy poco tiempo a la tortuga relegada en la carrera. La Liebre que le había sacado amplia ventaja a la tortuga que venía lenta por el camino, confiada decidió a mitad de la carrera tomar una siesta al borde del camino verde y lleno de flores, disponiéndose a descansar antes de concluir la carrera.

Es entonces que la liebre se quedó dormida y cuando despertó se dio cuenta que la tortuga que la había dejado bien lejos de la meta, ahora estaba a pocos pasos de llegar a la final. Es entonces que en la desesperación la liebre comienza a correr desesperada tratando de pasar a la tortuga y llegar a la meta, lo cual no consiguió ya que la tortuga había llegado muy tranquila a la final ganando la carrera!

Moraleja

Con mucha constancia y paciencia en lo que nos proponemos, lograremos siempre el éxito. Tampoco no subestimes ni te burles de las personas por más defectos físicos que tengan ellas pueden superarte en otros aspectos. Recuerda que nuestro orgullo y vanidad por nosotros mismos puede ser un obstáculo para poder lograr nuestras propias metas.

EL PERRITO CURIOSO

En cierta ocasión, un Perrito muy curioso y que siempre cuidaba y velaba por las cosas de su amo, escuchó unos ruidos extraños que venían de la cocina, y para saber lo que sucedía, se acercó sigilosamente.

De inmediato el perrito descubrió a varios ratones dándose un gran festín con la comida de su amo; pero antes de atacarlos se dijo:

"¡Pero qué bandidos!, ¡Ahora me las pagarán!"

Y sin más que esperar, el perrito se abalanzó sobre los ratones pero, no se percató que muy cerca de ahí, había una trampa para ratones con la que tropezó y atrapó a una de sus patitas haciéndolo gritar fuertes aullidos de dolor.

Un loro que estaba por el mismo lugar gritó:

"Vaya vaya, vean al cazador cazado."

El perrito, adolorido por el dolor que le hacia la trampa suplicó:

"¡Por

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