Globalizacion Neoliberal
lola45610 de Julio de 2014
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La globalización y el neoliberalismo parecen ser lo mismo. Sin embargo, un análisis más cuidadoso permite reconocerlos como fenómenos esencialmente distintos: en su caso, la globalización resulta ser un fenómeno histórico consustancial al capitalismo[2]; mientras que, el neoliberal, es un proyecto político impulsado por agentes sociales, ideólogos, intelectuales y dirigentes políticos con identidad precisa, pertenecientes, o al servicio, de las clases sociales propietarias del capital en sus diversas formas. La convergencia de ambos procesos, forma la modalidad bajo la que se desarrolla el capitalismo en la época actual.[3]
A partir de esta propuesta teórica, las siguientes líneas tienen varios objetivos: uno que no el primero, es ofrecer algunas reflexiones sobre los aspectos que permiten diferenciar a la globalización del neoliberalismo; otro, es realizar el análisis de los rasgos que caracterizan la convergencia de ambos procesos, que actualmente forman una modalidad histórica concreta del capitalismo; y, finalmente, se pone de manifiesto la desigualdad mediante la que transcurre el proceso de imposición del neoliberalismo a la globalización.
Globalización y neoliberalismo
La globalización,[4] concepto que hace referencia aun proceso económico, social, político y cultural, como concepto abstracto expresa la nueva modalidad de la expansión del capitalismo a partir del último cuarto del siglo XX.
De acuerdo con Elmar Alvater (2000: 1):
La globalización es el concepto que define las transformaciones económicas, políticas y sociales ocurridas en todo el mundo a partir el éxito de la desregulación a mitad de los años setenta, que posteriormente se intensificaron después del colapso del socialismo real a finales de los años ochenta.
Por supuesto, la globalización es un proceso histórico incompleto, permanente y totalizador, aunque geográfica, económica y socialmente desigual como lo es el propio desarrollo del capitalismo, de otra manera dicha, la globalización no opera de la misma manera en todos los ámbitos de la sociedad ni en todos los países del mundo.
La globalización, sin duda, es resultado de un proceso determinado por la concurrencia de diversos factores vinculados entre sí por una relación múltiple, compleja y contradictoria, donde alguno, o algunos de ellos, en distintos y determinados momentos pueden tener un mayor significado que los demás pero sin llegar a ser ninguno el determinante de las características del proceso, en tanto el todo no puede ser definido por las partes, ni éstas por aquel.
Entre otros, los factores que caracterizan a la globalización, son: la expansión del sistema económico capitalista; la nueva forma de organización territorial y política del sistema mundial como proceso permanente (donde el Estado–nación es desplazado de las tareas que, tradicionalmente, venía desempeñando); el proceso de expansión de las empresas multinacionales y su peso específico en la producción mundial; el desarrollo de las comunicaciones y la rapidez con que transcurre la innovación tecnológica.
Ahora bien, tal como advierte Eric Hobsbawm: “
Si bien el proceso de globalización es irreversible y, en algunos aspectos, independiente de lo que hagan los gobiernos, otra cosa es la ideología basada en la globalización, la ideología del free market, el neoliberalismo, eso que se ha llamado también ‘fundamentalismo del libre mercado.’
El carácter neoliberal de la globalización, es decir, el sometimiento del proceso de producción, distribución circulación y consumo al “fundamentalismo del libre mercado”, así como de la vida social a los valores del individualismo, se impone mediante un proceso político dirigido por la clase dominante, o su fracción hegemónica.[5]
Desigualdad y polarización
Una de los aspectos que los abogados de la globalización utilizan con mayor frecuencia, de manera apologética y sin ofrecer confirmación alguna de sus dichos, es que la globalización en su modalidad neoliberal trae consigo una serie de oportunidades igualitarias.
Los hechos, sin embargo, indican todo lo contrario pues, hasta el momento, el proceso globalizador neoliberal en ninguna parte ha acarreado beneficios compartidos, en todo caso ha mantenido y reforzado los aspectos esenciales del capitalismo –la relación de producción, por ejemplo, basada en la explotación del trabajo por el capital –, cuyo desarrollo desigual significa mantener y profundizar las diferencias sociales y regionales que él mismo crea.
En este sentido, el economista egipcio Samir Amin (1999: 30), advierte que: “La expansión capitalista no implica ningún resultado que pueda identificarse en términos de desarrollo. Por ejemplo, en modo alguno implica pleno empleo, o un grado predeterminado de igualdad en la distribución de la renta.”
El propio Amin, encuentra la razón de la desigualdad en el hecho de que la expansión del capitalismo se guía por la búsqueda de la máxima ganancia para las empresas, esto es, sin mayor preocupación por las cuestiones relacionadas con la distribución de la riqueza, o la de ofrecer empleo en mayor cantidad y calidad.
Por su parte, el sociólogo francés Alain Touraine (1994: 10), apelando a la historia del desarrollo capitalista es, aún, más contundente cuando escribe:
La afirmación de que el progreso es la marcha hacia la abundancia, la libertad y la felicidad, y de que estos tres objetivos están fuertemente ligados entre sí no es más que una ideología constantemente desmentida por la historia […] Más aún, lo que se llama el reinado de la razón, ¿no es acaso la creciente dominación del sistema sobre los actores, no son la normalización y la estandarización las que, después de haber destruido al economía de los trabajadores, se extiende al mundo del consumo y la comunicación […] Y no es acaso en nombre de la razón y de su universalismo como se extendió la dominación del hombre occidental, varón, adulto y educado sobre el mundo entero.
De esta manera, se puede afirmar que la expansión capitalista en su etapa de globalización neoliberal puede ser cualquier cosa menos un proceso capaz de permitir mejores niveles de bienestar para la mayor parte de la población.
Los siguientes datos permiten aproximarse a las condiciones de desigualdad en el ingreso y la pobreza existentes en el mundo capitalista:
[Al finalizar el siglo XX] De acuerdo con el Banco Mundial, una sexta parte de la población mundial (16.6 por ciento) percibe cerca del 80 por ciento del ingreso mundial, lo que implica un promedio de 70 dólares diarios. Al mismo tiempo, el 57 por ciento de los 6 mil millones de habitantes del planeta que viven en los 63 países más pobres recibe sólo 6 por ciento del ingreso mundial, es decir, sobrevive con menos de dos dólares por día. En América Latina, el número de pobres se mantuvo arriba de los 200 millones de personas. […] En México, los ingresos anuales de los trabajadores cayeron durante 1999 a casi la mitad del nivel alcanzado en la primera mitad de los años ochenta. Entre 1995 y 1999, el ingreso mínimo obtenido por un trabajador mexicano fue de 768 dólares anuales, cantidad inferior en 42 por ciento a los 1,343 dólares anuales registrados entre 1980 y 1984. (Saldivar, 2000: 42)
Actualmente, reconoce el Banco Mundial (BM), existen mil millones de personas en el mundo que luchan por sobrevivir con menos de un dólar diario (La Jornada, 27 de mayo de 2004: 25). A su vez, en la Tercera Reunión Cumbre entre los jefes de Estado de América Latina y el Caribe con los de la Unión Europea, celebrada en mayo de 2004 en la ciudad de Guadalajara, Enrique Iglesias, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), advirtió que en 1981, después de la crisis de la deuda y al inicio de las reformas estructurales de orientación al mercado, en América Latina existían 35.8 millones de personas en extrema pobreza, cifra que aumento a 50 millones en 2001. (La Jornada, 28 de mayo de 2004: 11)
Esta situación de empobrecimiento de millones de personas y de regiones en todo el mundo, agudizadas por las políticas de ajuste estructural diseñadas e impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) a los países dependientes, con el apoyo entusiasta de beuna parte de sus gobiernos, ha logrado, sin embargo, despertar una creciente inquietud entre cada vez más amplios sectores sociales que empiezan a considerar que su condición puede cambiar a condición de establecer los mecanismos necesarios para regular socialmente el proceso de expansión capitalista con el propósito de contrarrestar sus perversos efectos sobre la mayor parte de la población. Lo cual implica, y exige, un proyecto político alternativo.
Es posible otra modalidad de la globalización
Sí bien la globalización se considera como un proceso histórico concreto del capitalismo, crece la duda entre intelectuales, académicos y diversos grupos sociales, respecto de que ese proceso pueda transcurrir por una vía única –la del libre mercado– y empiezan a demandar a los gobiernos nacionales medidas para su control y dirección para revertir sus resultados, entre otros: la falta de crecimiento, el desempleo, el aumento social y regional de la pobreza, la exclusión, la intolerancia
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