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Globalizacion

ADHAM24 de Noviembre de 2012

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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION SUPERIOR

MISION SUCRE

ALDEA AMENODORO URDANETA

FINES DE SEMANA

CATEDRA: GLOBALIZACION

PROF: MARIELA FERRER

INTEGRANTES

JAFET ESPINOZA

MAIDELIS GOMES

ALBIN RINCON

ESQUEMA PAG

INTRODUCCION…………………………………………………………… 3

Percepciones del mundo e ideologia…………………………………. 4

Un proceso socio histórico ¿globalización o globalizaciones?............................................ 7

Globalizacion como ideologia:

Globalizacion y el globalismo……………………………………. 10

Globalización y modernidad……………………………………………… 11

Procesos globales, mundos de vida y subjetividad………………… 12

Cultura de masas y espacio público…………………………………… 14

Fragmentación de la experiencia y desocialización………………. 16

La globalización como un proceso

Sobre determinado por la complejidad……………………………………. 18

Globalización y multiculturalidad………………………………………… 20

Globalizacion, comunicación y cultura…………………………………. 22

Definiciones de modelos socio economicos…………………………….. 25

CONCLUSION……………………………………………………………………... 28

INTRODUCCION

El estado actual del proceso de globalización, definida como la tendencia histórica a integrar las economías de todos los países, principalmente a través del comercio y los flujos financieros, indudablemente ha contribuido al crecimiento económico de las naciones, pero al mismo tiempo ha sentado las bases para el surgimiento de nuevos regímenes socialistas

en América Latina, y con ellos, al abandono de la idea del mercado global. Por esa razón, la continuidad de las tendencias globalizadoras dependerá directamente de los mecanismos que se establezcan para interferir en las diferentes etapas de este ciclo, o para garantizar la participación de los gobiernos socialistas en el proceso de integración.

El establecimiento de esas condiciones para el surgimiento de los nuevos regímenes socialistas puede dividirse en tres etapas: la primera, denominada masificación de la pobreza, que significa el incremento en el número de menos favorecidos por este proceso; la segunda, es la marginalización y exposición a pobreza extrema de los que constituyen la mayoría de la población, los pobres; y finalmente, el empoderamiento de esos pobres, que les permitirá encontrar mecanismos para generar un cambio social.

LA GLOBALIZACION

1.- PERCEPCIONES DEL MUNDO E IDEOLOGIA

La percepciones del mundo se han dividido del mundo ha comprendido entre la Revolución francesa y la actualidad. Comprende un total de 222 años, entre 1789 y el presente. La humanidad experimentó una transición demográfica, concluida para las sociedades más avanzadas (el llamado primer mundo) y aún en curso para la mayor parte (los países subdesarrollados y los países recientemente industrializados), que ha llevado su crecimiento más allá de los límites que le imponía históricamente la naturaleza, consiguiendo la generalización del consumo de todo tipo de productos, servicios y recursos naturales que han elevado para una gran parte de los seres humanos su nivel de vida de una forma antes insospechada, pero que han agudizado las desigualdades sociales y espaciales y dejan planteadas para el futuro próximo graves incertidumbres medioambientales.

Los acontecimientos de esta época se han visto marcados por transformaciones aceleradas en la economía, la sociedad y la tecnología que han merecido el nombre de Revolución industrial, al tiempo que se destruía la sociedad preindustrial y se construía una clases presidida por una burguesía que contempló el declive de sus antagonistas tradicionales (los privilegiados) y el nacimiento y desarrollo de uno nuevo (el movimiento obrero), en nombre del cual se plantearon distintas alternativas al capitalismo. Más espectaculares fueron incluso las transformaciones políticas e ideológicas (Revolución liberal, nacionalismo, totalitarismos); así como las mutaciones del mapa político mundial y las mayores guerras conocidas por la humanidad.

La ciencia y la cultura entran en un periodo de extraordinario desarrollo y fecundidad; mientras que el arte contemporáneo y la literatura contemporánea (liberados por el romanticismo de las sujeciones académicas y abiertos a un público y un mercado cada vez más amplios) se han visto sometidos al impacto de los nuevos medios de comunicación de masas (tanto los escritos como los audiovisuales), lo que les provocó una verdadera crisis de identidad que comenzó con el impresionismo y las vanguardias y aún no se ha superado.

En cada uno de los planos principales del devenir histórico (económico, social y político),3 puede cuestionarse si la Edad Contemporánea es una superación de las fuerzas rectoras de la modernidad o más bien significa el periodo en que triunfan y alcanzan todo su potencial de desarrollo las fuerzas económicas y sociales que durante la Edad Moderna se iban gestando lentamente: el capitalismo y la burguesía; y las entidades políticas que lo hacían de forma paralela: la nación y el Estado.

En el siglo XIX, estos elementos confluyeron para conformar la formación social histórica del estado liberal europeo clásico, surgido tras crisis del Antiguo Régimen. El Antiguo Régimen había sido socavado ideológicamente por el ataque intelectual de la Ilustración (L'Encyclopédie, 1751) a todo lo que no se justifique a las luces de la razón por mucho que se sustente en la tradición, como los privilegios contrarios a la igualdad (la de condiciones jurídicas, no la económico-social) o la economía moral contraria a la libertad (la de mercado, la propugnada por Adam Smith -La riqueza de las naciones, 1776). Pero, a pesar de lo espectacular de las revoluciones y de lo inspirador de sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad (con la muy significativa adición del término propiedad), un observador perspicaz como Lampedusa pudo entenderlas como la necesidad de que algo cambie para que todo siga igual: el Nuevo Régimen fue regido por una clase dirigente (no homogénea, sino de composición muy variada) que, junto con la vieja aristocracia incluyó por primera vez a la pujante burguesía responsable de la acumulación de capital. Ésta, tras su acceso al poder, pasó de revolucionaria a conservadora, consciente de la precariedad de su situación en la cúspide de una pirámide cuya base era la gran masa de proletarios, compartimentada por las fronteras de unos estados nacionales de dimensiones compatibles con mercados nacionales que a su

vez controlaban un espacio exterior disponible para su expansión colonial.

En el siglo XX este equilibrio inestable se fue descomponiendo, en ocasiones mediante violentos cataclismos (comenzando por los terribles años de la Primera Guerra Mundial, 1914-1918), y en otros planos mediante cambios paulatinos (por ejemplo, la promoción económica, social y política de la mujer). Por una parte, en los países más desarrollados, el surgimiento de una poderosa clase media, en buena parte gracias al desarrollo del estado del bienestar o estado social (se entienda éste como concesión pactista al desafío de las expresiones más radicales del movimiento, o como convicción propia del reformismo social) tendió a llenar el abismo predicho por Marx y que debería llevar al inevitable enfrentamiento entre la burguesía y el proletariado. Por la otra, el capitalismo fue duramente combatido, aunque con éxito bastante limitado, por sus enemigos de clase, enfrentados entre sí: el anarquismo y el marxismo (dividido a su vez entre el comunismo y la socialdemocracia). En el campo de la ciencia económica, los presupuestos del liberalismo clásico fueron superados (neoclásica, keynesianismo -incentivos al consumo e inversiones públicas para frente a la incapacidad del mercado libre para responder a la crisis de 1929- o teoría de juegos -estrategias de cooperación frente al individualismo de la mano invisible-). La democracia liberal fue sometida durante el período al doble desafío de los totalitarismos soviético y fascista (sobre todo por el expansionismo de la Alemania nazi, que llevó a la Segunda Guerra Mundial).

En cuanto a los estados nacionales, tras la primavera de los pueblos (denominación que se dio a la revolución de 1848) y el periodo presidido por la unificación alemana e italiana (1848-1871), pasaron a ser el actor predominante

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