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Grandes Ventajas De La Genetica Forense

siscriminalista13 de Febrero de 2014

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Grandes ventajas de la Genética Forense

Introducción.

La genética forense no surgió como tal, sino que evoluciono a partir de otra rama conocida como hemogenética forense; nace a principios del siglo XX, cuando Karl Landsteiner describe el sistema ABO de las células sanguíneas y Von Durgen y Hirschfeld descubren su transmisión hereditaria. El objetivo de esta ciencia era la identificación genética en crímenes y casos de paternidad.

Pero fue a mediados de siglo cuando gracias al descubrimiento del ADN y de su estructura y al posterior avance en las técnicas de análisis de dicha molécula la Hemogenética Forense evolucionó considerablemente hasta el punto de que hoy en día podemos hablar de una nueva subespecialidad dentro de la Medicina Forense: la Genética Forense.

La criminalística se ocupa principalmente de determinar en qué forma se cometió

un delito (crimen) y quién lo cometió (identidad). La aplicación de la ciencia al terreno

legal es por tanto la de “reconstrucción” de los hechos acaecidos, y es en este sentido por

lo que se le añade el adjetivo “forense”. Sin duda, el primer objetivo en esta

“reconstrucción” es el de establecer diversas asociaciones: un proyectil está asociado con

un arma, una huella de pisada a un zapato o una mancha de sangre a una persona. La ciencia forense no establece culpabilidad o inocencia, sino que contribuye aportando la

Información de qué puede haber ocurrido y quién puede estar involucrado.

Hay diversos conceptos criminalísticos relacionados con la lógica, progresión del

Estudio y análisis forense, un proceso de reconstrucción que comienza por conocer el

Origen de la evidencia física y culmina con el significado del resultado analítico. Entre

estos conceptos se encuentran la “divisibilidad” y la “transferencia” de la materia, por

ejemplo los restos de sangre de la víctima en las prendas del agresor o los restos de semen de éste sobre la víctima, que definen los principios científicos fundamentales relacionados con la generación de evidencias e indicios alrededor de un foco físico y temporal: el escenario del crimen. Otros conceptos, como “identificación”, “clasificación”, “individualización” o “asociación”, son parte integral de la ciencia forense y son procesos

que usamos para intentar contestar los interrogantes que surgen de la investigación criminal: ¿Quién?, ¿Qué?, ¿Dónde?, ¿Porqué?, ¿Cuándo? y ¿Cómo?.

Los indicios o evidencias podemos individualizarlos cuando estos son

inferidos a una única fuente u origen, donde es improbable pensar que la adquisición de

ciertas marcas o características han sido reproducidas sólo por azar.

El modo de originarse una marca o característica determina si ésta es de clase o de individualización.

Por lo tanto las características de un tipo de arma o el grupo sanguíneo, son marcas creadas por un proceso controlado, de fabricación o genético, que dan como resultado características de clase.

La individualización es creada por hechos azarosos, y por tanto no controlados. Las

variaciones microscópicas en el cuerpo de un arma que ocurren durante la fabricación dan el carácter individualizador del arma y de los proyectiles disparados a través de ella.

También, el proceso de azar o no controlado de la herencia de caracteres genéticos,

mutación y recombinación, contribuyen a la gran variabilidad del ADN de una persona.

Podemos decir que estas características de individualización permiten la asociación de un indicio o evidencia con una fuente u origen y, por tanto, permiten establecer la identificación o identidad de un arma o una persona.

La individualización e identificación humana ha sido siempre un reto en el

ámbito criminalístico y forense. Un sistema ideal debe identificar características únicas de

cada individuo, que permanezcan en el tiempo y que permitan la comparación de

muestras dudosas o dubitadas de indicios biológicos con muestras de referencia o indubitadas.

Los últimos avances científicos han dado un importante impulso a la individualización e

identificación humana en el campo forense y, una vez más, la investigación policial y la

investigación científica han tenido un mismo objetivo: la búsqueda de la verdad.

Por tanto, podemos afirmar que estos procesos, de divisibilidad, transferencia,

clasificación, individualización, asociación e identificación, son la base o infraestructura

para la práctica de la ciencia forense.

Los principios de divisibilidad y transferencia de la materia interactúan en la

generación de indicios/evidencias antes y durante el hecho criminal, y la investigación

forense comienza después del crimen con la inspección ocular del lugar de los hechos y la localización y detección de evidencias e indicios, en particular de los biológicos para el

Análisis de ADN, como base de la investigación criminal.

Desarrollo.

Los biólogos Watson y Crick describieron primero a la estructura con dos cadenas del ADN (ácido desoxirribonucleico) en 1953. Ha habido muchos desarrollos notables en la ciencia y tecnología usando el conocimiento de la estructura de ADN en las últimas décadas, incluyendo la ciencia forense. Los forenses usan aplicaciones científicas en el campo de la ley. Mientras la ciencia progresa en el campo del ADN, también lo es el uso para resolver los casos forenses.

El ADN es la carta de presentación in¬dividual de cada persona, esto se debe a que ciertas regiones de nuestro genoma son alta¬mente variables y así podemos asignar un ge¬notipo a cada individuo. Estas variaciones o polimorfismos presentes son útiles para identi¬ficar a una persona en el momento de tomar la muestra de un sospechoso y compararla con la muestra obtenida en la escena del crimen.

El descubrimiento de la gran variación que existe en ciertas regiones del ADN fue una de las pautas para su utilización en distin¬tas técnicas de investigación como las utiliza¬das en la genética forense.

Pero vamos a profundizar un poco ¿Qué es la genética forense?

De acuerdo con la definición que sostie¬ne el Colegio Mexicano de Ciencias Forenses, “la genética forense es el análisis de los polimorfis¬mos responsables de la variabilidad genética en la población humana aplicados a los problemas ju¬diciales”.

Estos pueden ser las investigaciones de paternidad, dadas por una reclamación por parte de uno de los progenitores del menor en cuestión; la criminalística, especializada en asesinatos y delitos sexuales donde con ayuda de los restos orgánicos humanos como son la sangre, el pelo, la saliva, el esperma y la piel; o bien en la identi¬ficación de restos cadavéricos, como fue el caso de la familia Romanov, o en personas desapare¬cidas, como en las narcofosas. El ADN también se utiliza para conocer la secuencia de eventos, los puntos clave del crimen e incluso el móvil.

Abundemos un poco en el caso de la Familia Romanov donde podemos darnos cuenta de la importancia que tiene la genética, ya que como después de más de 60 años se llevo a cabo una importante investigación para la determinación de parentesco por medio del DNA mitocondrial. En 1979, el geólogo Alexander Avdonin y el escritor y cineasta Gely Ryabov hallaron un informe secreto redactado por Yurovsky, localizaron el lugar exacto donde se suponía estaban enterrados los Romanov y se personaron allí. Habían cavado algo más de medio metro cuando encontraron varios esqueletos. Los expertos rusos recompusieron el rompecabezas y estimaron la edad y el sexo de cada individuo. Los restos pertenecían a nueve personas diferentes, tres niñas y seis adultos (cuatro mujeres y dos varones).

Finalmente, se determinó que los restos podrían corresponder al zar, la zarina y a tres de sus cinco hijos. Los otros cuatro adultos debían pertenecer al médico, el ayudante de cámara, el cocinero y la doncella de Alejandra. Faltaban los restos de dos de los hijos. No obstante, la evidencia no era totalmente definitiva, así que pidieron ayuda al Servicio Británico de Ciencia Forense.

Bajo las órdenes del doctor Peter Gill, el equipo comprobó los cromosomas sexuales y el ADN mitocondrial, entre otras pruebas. Los estudios lo confirmaron: eran cinco mujeres y cuatro varones. Las tres niñas eran hijas de dos de los adultos y las otras cuatro personas (cuatro adultos) no tenían parentesco familiar. Pero una cosa es conocer la relación entre los restos y otra diferente era afirmar que eran los de los Romanov, o sea, comprobar que los padres eran Nicolás y Alejandra. Sí, claro, todas las pruebas apuntaban en esa dirección y la historia era conocida. El ADN mitocondrial se transmite de madres a hijos e hijas, mientras que el del padre se pierde. Todos tenemos el ADN mitocondrial de nuestras madres, seamos hombre o mujer. Entonces, si una determinada persona tiene dicho ADN diferente al nuestro, entonces, no puede ser nuestra madre, hermano (de la misma madre) o abuela materna, por ejemplo; pero si es idéntico, entonces tenemos un antecesor común subiendo por nuestras respectivas madres.

En el caso de la zarina Alejandra tenemos el siguiente árbol genealógico (destaco en rojo el camino de igual ADN mitocondrial):

Salvo el zar Nicolás II, todos los del árbol genealógico anterior debían tener el DNA mitocondrial idéntico al de la Princesa Alicia. Felipe de Edimburgo (esposo de la reina Isabel II de Inglaterra) accedió a dar una muestra de su sangre. Se comparó

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