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Guerra Del Pacifico


Enviado por   •  17 de Julio de 2013  •  2.709 Palabras (11 Páginas)  •  355 Visitas

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PARTICIPACIÓN DE AREQUIPEÑOS EN LA GUERRA CON CHILE

Una inmensa laguna ha inundado la Guerra del Pacífico y en ella navegan solitarios tres villanos imaginarios, Bolivia, Lizardo Montero y Arequipa, expiando la responsabilidad de una derrota que debería, más bien, buscar sus motivaciones en el proceso republicano peruano, en sus avatares políticos y en su congénita fragilidad institucional.

La población arequipeña no participó de la toma de decisiones en la coyuntura que culminó con la ocupación de Arequipa. La retirada a Puno del Ejército del Sur –que no pudo producirse debido al alzamiento de parte de la población- había sido acordada por las autoridades militares y políticas del Perú.

Con el éxito de su expedición militar a Arequipa, Chile alcanzó todos los objetivos que tenía trazados: confirmó su anexión de Atacama y Tarapacá, conservó en sus manos los recursos salitreros de estas provincias y destruyó la Alianza Perú-Boliviana, con lo que pudo en los años venideros consolidar su posición de supremacía regional.

La ausencia de ejércitos bolivianos en los campos de batalla entre 1882 y 1883 se explica debido a que en ese período eran las negociaciones diplomáticas y no las acciones armadas las que más preocupaban a las autoridades aliadas. Debe comprenderse que sus gobernantes estimaban perdida la contienda militar y que la guerra se encontraba en su fase diplomática. Es por eso que, con excepción de la resistencia cacerista, los ejércitos regulares del Perú y Bolivia no actúan más en los campos de batalla.

A Bolivia se le presentaron dos alternativas para evitar su confinamiento continental: aceptar el canje territorial propuesto por Chile, o mantenerse en el seno de la Alianza y obtener la concesión peruana de Arica. El primero de los caminos era más fácil y directo; el segundo era más intrincado, pero implicaba su lealtad con la Unión por lo cual Bolivia lo prefirió. Sin embargo, la incuestionable lealtad de Bolivia a la Alianza no basta para explicar sus reiterados rechazos a los canjes territoriales que intermitentemente le ofrecía Chile. Debía obtener alguna otra salida territorial al Océano Pacífico. No hemos encontrado documentos oficiales que consignen la cesión del puerto de Arica a Bolivia, pero García Calderón y Montero eran partidarios de esta idea. La cesión de Arica a Bolivia es un aspecto clave para comprender las razones que prolongaron la vigencia de la Alianza Perú-Boliviana. Sobre el particular es necesario profundizar las investigaciones para ponderar la magnitud de estos acuerdos. Así se hará más viable la posibilidad de reinterpretar la Guerra del Pacífico y esclarecer aquellos aspectos que, por desconocimiento, son aún materia de debate.

Fuente:

Daniel Parodi Revoredo:”La laguna de los villanos, Bolivia, Arequipa y Lizardo Montero en la Guerra del Pacífico (1881-1883)”. Pontificia Universidad Católica del Perú-Fondo Editorial 2001, Instituto Francés de Estudios Andinos, Lima 2001.

1.- Casi al final de la guerra, luego de derrotado el ejército de Cáceres, los chilenos se fueron hacia Arequipa, unico lugar que quedaba en poder de los peruanos.

En Paucarpata, que queda a la salida de Arequipa, se firma la entrega de la ciudad.

No tuvo nada que ver la “rivalidad de Arequipa y Lima", Ese fue el último acto belico de la guerra del pacifico.

CHILENIZACIÓN DE LA GUERRA CON CHILE

Chilenización de Tacna, Arica y Tarapacá es la denominación utilizada para designar un proceso de transculturación o aculturación de las zonas ocupadas o incorporadas por Chile, tras la Guerra del Pacífico, con la finalidad de trasplantar las tradiciones culturales chilenas, en reemplazo de aquellas cultivadas en el Perú.

Por el Tratado de Ancón de 1883, la República del Perú cedió a la República de Chile, perpetua e incondicionalmente, el territorio de Tarapacá; además se estipuló, la posesión por Chile de las provincias de Tacna y Arica, quedando sujetas a la legislación y autoridades chilenas, por un plazo de diez años, al cabo de los cuales se realizaría un plebiscito que definiría el dominio y soberanía sobre estas últimas. Tanto Perú como Chile realizaron esfuerzos, en términos legales y legítimos, como arbitrarios y forzados, para intentar asegurar tales territorios y sus habitantes para sí.1

El Estado chileno, por su victoria bélica, y la ocupación y administración del territorio, pudo iniciar un amplio proceso de "chilenización" dirigido a la población local, interviniendo en las organizaciones privadas y públicas de la zona, utilizando como ejes a la escuela fiscal, el servicio militar y la labor de la Iglesia Católica.1 El Perú, por su parte, recurrió a las autoridades eclesiásticas y sacerdotes peruanos, las escuelas privadas y los diarios, para frenar los planes del gobierno chileno.1

A inicios del siglo XX la chilenización se hizo más intensiva y compulsiva, llegando a puntos exacerbados hacia el primer centenario de la Independencia de Chile,1 por la actividad de ciertos grupos de población civil chilena, de naturaleza nacionalista, que comenzaron la creación de "ligas patrióticas" y clubes de diversas índole, con la finalidad de desaparecer los rasgos peruanos de los territorios de Tacna, Tarata, Arica y Tarapacá.

CARTAS DE MIGUEL GRAU A VIUDA DE ARTURO PRAT

Monitor Huáscar, Pisagua Junio 2 de 1879.

Señora Carmela Carvajal de Prat:

Dignisima señora: Un sagrado deber me autoriza dirigirme a usted y siento profundamente que en esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy, justamente debe dominarla.

En el combate naval del 21 del próximo pasado, que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el Capitán de Fragata don Arturo Prat, Comandante de la Esmeralda, fue, como usted no lo ignorará ya, víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su Patria.

Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso deber de enviarle las, para usted, inestimables prendas que se encontraron en su poder y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún pequeño consuelo en medio de su desgracia, y para eso me he anticipado a remitírselas.

Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad de ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos

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