HACINAMIENTO CARCELARIO

HACINAMIENTO CARCELARIO.

El hacinamiento carcelario o penitenciario en nuestro País ha sido uno de los grandes quebrantos de nuestra sociedad, sin que hasta la fecha en pleno siglo XXI se haya podido minimizar la sobrepoblación en las deterioradas cárceles que mantiene en general nuestra Nación. Si bien es cierto que los centros de rehabilitación social a nivel mundial tiene como finalidad fundamental precisamente el hecho de que el interno reivindique de una u otra manera su comportamiento y conducta, es decir, lo que se intenta es la readaptación social de tal manera que estos ciudadanos se restituyan a la sociedad de tal modo, que no se vuelvan a ver involucrados en actos delictivos; sin embargo, la realidad a simple vista es otra, dado que las condiciones de sobrevivencia por así decirlo dentro de estos centros es deplorable, a tal punto que incluso corren peligro sus vidas, la situación empeora al tener que sobrellevar violencia para lograr la subsistencia.

En la mayoría de cárceles de las ciudades en General existen mayor número de internos que el promedio para el que fueron creados cada uno de ellos, existiendo una sobrepoblación que va de un 40 a 60%, esto conlleva evidentemente a que los internos no cuenten con las condiciones de vida mínimas y sobre los cuales nadie ha tenido preocupación, pues muy a pesar de la situación delictiva en la que se hubieren involucrado, no se puede dejar al olvido a este grupo de seres humanos, que requieren al menos lo básico para la subsistencia. Este estado de aglomeración y exceso de reclusos conlleva a que se limite la disponibilidad de espacio, haciendo menos posible el control de corrupción dentro de los centros, por lo que el tráfico de drogas y armas resulta más común, desnaturalizando la esencia para lo cual fueron creados los centros carcelarios de rehabilitación social.

La situación se agrava un poco más con la alimentación que se brinda en estos centros, que indistintamente de ser mínima no posee con lo que el ser humano necesita diariamente para la nutrición, lo que conlleva a enfermedades, más aún cuando la limpieza es reducida y ni siquiera se cuenta con un lugar adecuado para dormir, generándose la violencia entre los reclusos, que en vez de rehabilitarse terminan por instruirse en el ámbito delictivo.

Es necesario que todos quienes tienen alguna responsabilidad en esta materia (legisladores, funcionarios del ejecutivo, jueces, fiscales) consideren con profundidad si la solución consiste en seguir adelante con la simple política de aumentar las penas. Por este camino se entra en una espiral que termina por volverse inmanejable: más delitos y cada vez penas más altas; más personas que ingresan a las cárceles y que se quedarán en ellas más tiempo; más cárceles, cada vez insuficientes, cada vez más peligrosas.

Sin duda alguna el hacinamiento carcelario

...