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Habitos Y Costumbres


Enviado por   •  1 de Junio de 2015  •  1.201 Palabras (5 Páginas)  •  197 Visitas

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Los productores de alimentos se enfrentan con nuevos retos importantes en vista de que las proyecciones demográficas prevén un aumento de los actuales 5 800 millones de habitantes hasta unos 8 300 en el año 2025 y de que la tierra disponible por habitante para la producción alimentaria sigue disminuyendo. Se dispone de capacidad científica y de medios tecnológicos para obtener de la tierra los alimentos necesarios. Sin embargo, unas políticas oficiales estrechas de miras y la distribución desigual de la riqueza y los recursos han conducido a numerosos casos de impactos ambientales que podrían haberse evitado.

Las tierras más aptas para los cultivos por su relieve, el tipo de suelo y el clima ocupan alrededor del 11 por ciento de la superficie de los continentes y las islas del planeta. Sin embargo, con las posibles excepciones de zonas limitadas de Africa y América del Sur, la mayor parte de los alimentos adicionales tendrán que producirse en tierras ya dedicadas a alguna forma de producción. La expansión de la agricultura por tierras menos idóneas acarrea mayores costos de inversión, más riesgo de malas cosechas y degradación ambiental, factores todos que contribuyen a la inseguridad alimentaria.

El informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (1987) (Comisión Brundtland) y el Programa 21 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) (1992) coincidieron en señalar la agricultura y el desarrollo rural como temas prioritarios para conseguir un desarrollo sostenible. Para usar los recursos naturales de manera sostenible será preciso un progreso tecnológico apoyado en políticas medioambientales y sociales. Las modalidades de aprovechamiento de la tierra tendrán que evolucionar, utilizándose unas tierras menos intensamente y otras más. En todos los casos el uso de los recursos naturales tendrá que basarse en su potencial físico y biológico, que puede ser muy variable y depende mucho de las prácticas y la tecnología aplicadas. En general, los países deberían aprovechar para la producción alimentaria las tierras más fértiles y tratar de distribuir equitativamente los beneficios.

Gran parte de la ciencia y la tecnología de que se dispone para la producción de alimentos se han desarrollado en países (o centros de investigación) cuyas condiciones ambientales, sociales y económicas difieren de aquellas en que hoy se aplican. De ahí que, aunque hay tecnologías para aumentar la producción de manera ambientalmente equilibrada, muchas de ellas requieren cambios fundamentales en los mecanismos utilizados para ponerlas a punto y ofrecerlas a los agricultores.

Pese a las condiciones actuales que propugnan una menor intervención en la economía, los gobiernos han de desempeñar en la agricultura y en el desarrollo rural un papel especial que es distinto que en otros sectores, y que está determinado por tradiciones culturales, intereses y valores arraigados en la conciencia nacional. Tal ocurre con el imperativo de facilitar alimento a las poblaciones y proteger el patrimonio nacional natural y rural.

Un aumento de la productividad con salvaguardias ambientales es necesario y posible mediante el uso de combinaciones adecuadas de instrumentos biológicos, sociales, tecnológicos y económicos para la planificación participativa del uso de la tierra; la conservación de la tierra y del agua; la gestión de desechos; los sistemas integrados de producción; la vinculación de investigación, educación y extensión; y la reforma de la tenencia de la tierra.

Para una agricultura ambientalmente sana, son prioritarios unos sistemas más integrados de producción unidos a mecanismos de apoyo adecuados y al mejor uso de los insumos externos. Aunque estos últimos traigan consigo el riesgo de degradación ambiental, si se usan debidamente permiten mejorar la productividad y la seguridad alimentaria y aligeran la presión sobre otras tierras. El riego, las variedades mejoradas y los productos agroquímicos contribuyen notablemente a la producción de alimentos: el 36 por ciento de todas las cosechas y el 50 por ciento de las cosechas de cereales proceden de tierras de regadío. No obstante, no se

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