Historia Del Acero
jdggn23 de Abril de 2013
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La sección de Historia es un espacio abierto en que se irá acumulando información sobre hechos relevantes de la arquitectura y construcción en acero. No pretendemos aún escribir la probablemente necesaria historia de la arquitectura y construcción en acero, pero aspiramos a ir encontrando los hitos –los más conocidos, pero también los menos, los menudos, los a veces ocultos a los ojos de la crítica o de la recopilación histórica-, los momentos, los descubrimientos y también las anécdotas, los encuentros, los accidentes, todo aquello que nos permita dar cuenta del rol del acero en nuestro oficio. Aquí, como en todo este sitio, la invitación está abierta a hacernos llegar información, documentos, ensayos, escritos o simplemente datos suficientemente respaldados que permitan justificar la publicación en la sección Historia: todo material de interés es bienvenido y agradecido, honrando y citando las fuentes.
Algún día, tal vez, toda esta información dé origen a una compilación sistematizada. Por el momento, iremos buscando, recibiendo y clasificando, mes a mes, los proyectos, obras y los hechos encontrados que podamos entender que pertenecen al “pasado”, a la historia y no califican para estar incluidas en las obras “de actualidad”.
Hay algo arbitrario, sin embargo, en nuestra decisión y lo queremos explicar. Si el sitio perdurara muchos años, como es nuestro interés, habrá obras del catálogo que estamos construyendo que lenta pero implacablemente deberían derrapar desde el archivo de Catálogo hacia esta sección de Historia. No lo haremos así: las obras y proyectos presentados en este sitio se quedan donde están y no se desplazan por su interior. Dicho de otra forma, el sitio www.arquitecturaenacero.org se concentra en dos grandes áreas de interés de la producción arquitectónica: a) la arquitectura reciente -algunos la querrán denominar contemporánea- en la que clasificaremos en general la producción a partir del siglo XXI, clasificada en las categorías que se pueden visualizar en la página de inicio (será, pues, un CATÁLOGO DE LA ARQUITECTURA EN ACERO DEL SIGLO 21) y b) la sección de Historia, en la que mostraremos y clasificaremos todo proyecto, obra o acontecimientoanterior al siglo XXI. Este límite, como se podrá comprender, tampoco es un corte quirúrgico en la traza del tiempo: es bien probable que debamos traspasar más de alguna vez esta frontera en razón, por ejemplo, de mostrar obras anteriores de arquitectos que estemos comentando o simplemente, en razón de su proximidad al límite temporal. Lo comentamos en el ánimo de dejar explícita nuestra postura y en la esperanza de que se nos conceda el derecho a esta arbitrariedad explicitada.
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PARTE 1
EL HIERRO Y EL ACERO EN LA HISTORIA DE LA ARQUITECTURA
1. DEL HIERRO AL ACERO
El hierro es un mineral que está presente en forma bastante abundante en la corteza terrestre (aproximadamente un 4,5%), la mayor parte en forma de óxidos. Probablemente esto explique en parte el desarrollo más tardío de la metalurgia del hierro comparada con la de otros materiales, como el oro y el cobre que suelen encontrarse en estados de alta pureza más fáciles de explotar y/o fundir. Aún así, es sabido que el hierro fue usado ya en la prehistoria, aunque en una muy reducida escala y, ciertamente, no en la construcción. La pieza de hierro más antigua descubierta se cree que fue elaborada hacia 4 mil años antes de nuestra era en Egipto. Coincidentemente, la más antigua referencia al hierro se encuentra en el Capítulo IV del Libro del Génesis -que se presume escrita también alrededor de 4 mil años a.C.- y que menciona a “Tubal-Caín; ése es el que forja toda clase de herramientas de cobre y hierro”. Piezas encontradas que datan de entre 4 mil y 2 mil quinientos aC se han encontrado en diversas regiones del creciente fértil y de Egipto, pero dan cuenta de un uso muy aislado y esporádico de este metal, muchas veces proveniente de meteoritos. Esta característica del hierro meteórico acentúa su valor que, en casos como en América Andina o en Yucatán, superaba al del oro.
No fue hasta aproximadamente el 1.700 aC que se inicia un uso más intensivo del hierro. Durante el reinado de Ramsés II en Egipto (1.292 a 1125 aC) son frecuentes los usos en armas, llantas de ruedas, puntas de flecha, anillos y otros elementos elaborados presumiblemente bajo supervisión de los hititas, que parecen haber sido los poseedores del secreto de su manufactura. Una carta del rey de los Hititas Hattusilis III (1.275 a 1250 aC) presumiblemente al rey de los Asirios, en que lamenta no poder hacerle llegar el hierro solicitado y se excusa ofreciéndole de regalo una daga de hierro, da cuenta del alto valor asignado a este mineral y a su manufactura. El uso del hierro también está limitado por a la tecnología aún simple de producción en hornos abiertos a los vientos que, alcanzando temperaturas relativamente bajas, apenas permitían la formación de una masa pastosa que era forjada a golpes de martillo. Este hierro forjado a golpes de martillo y de alto contenido de carbono era de baja dureza y su aplicación en herramientas y armas competía dificultosamente con el bronce que sí podía ser moldeado. Excepción a lo anterior son los desarrollos de tecnologías de hierro colado logrados en la India y China que permitieron producir aleaciones de bajo contenido de carbono (hierro “wootz” en India). Este uso limitado del hierro se mantuvo hasta que fuera descubierto que manteniendo el hierro calentado largamente al rojo y combinado con carbón encendido se otorgaba al metal mayor dureza. Este tipo de hierro tenía, además, la ventaja de poder ser sometido a tratamientos térmicos (templado) que le otorgaron mayor dureza. Esta técnica fue conocida de los griegos y es mencionada por Homero en La Odisea. En los dos o tres últimos siglos aC en la cuenca del Mediterráneo se desarrolla la minería y metalurgia que deja al futuro conquistador romano economías con empresas metalúrgicas prósperas. Con el tiempo, la extracción en minas cada vez más profundas se tornó más difícil y costosa, pese al trabajo de esclavos por lo que la producción se limita a las necesidades de la guerra hasta el siglo II de nuestra era. La posterior caída del Imperio Romano y la conquista y control de Europa por las tribus y hordas germánicas y asiáticas limita el desarrollo de la metalurgia a artesanías de fabricación de cascos y armaduras. Recién en el siglo XV se produce el invento de los hornos conocidos como “Stückofen” en Harz, Alemania, permitiendo por primera vez la licuefacción del metal. Este tipo de hornos se hicieron muy comunes en Europa entre los años 1400 al 1500, siendo el hierro fundido utilizado, entre otras cosa a partir del descubrimiento de la pólvora, en la fabricación de las armas de fuego y especialmente, en la fundición de los cañones. En el siglo XVII se reconoce el acero Blister, en Suecia, que no es propiamente un acero en la forma en que se define hoy sino, más bien, hierro forjado carburizado. A fines del siglo XVII se producen en Europa principalmente el hierro forjado maleable de la forja Catalana y el más tenaz acero alemán (Hartz).
Durante el siglo XVIII la producción de acero se acelera y mejora su tecnología: primero con el uso del carbón coke en reemplazo de carbón vegetal como combustible propuesto por A. Darby (posteriormente importante en la construcción del puente sobre el río Severn, el proceso Pudding y el proceso Blister, antecesores del desarrollo de la tecnología que se inicia en los siglos XIX y XX.
La llamada Revolución Industrial que se instala a mediados del siglo XVIII es el resultado de la convergencia de una serie de hechos complejos, descubrimientos científicos y técnicos (el papel, la imprenta, la pólvora, la brújula, etc.), de condiciones sociales, económicas y políticas, de la explosión demográfica y la concentración urbana, del desarrollo de una industria incipiente que reemplaza la fabricación artesanal y da inicio a un proceso en el que, en parte, estamos inmersos aún hoy. Sin embargo, es opinión de muchos que la Revolución Industrial sólo es posible gracias al hierro y el acero. El impacto de la producción de acero a menor costo y a mucha mayor velocidad es notable (se pasa de un plazo de 10 días para transformar 500kg de hierro en acero a 36 horas a principios del siglo XIX y con el proceso desarrollado por Bessemer, el plazo se reduce a poco más de 20 minutos). Este impacto, que se expresa en la producción de energía como la máquina a vapor, en el transporte terrestre y marítimo, en la industria textil, en los posteriores inventos de motores eléctricos y de explosión, entre tantos largos de enumerar, nos permite afirmar, sin mucho riesgo de error que la civilización y la cultura actuales son, para bien o para mal, el resultado del desarrollo de la industria del acero. Hoy, en el siglo XXI, en el mundo globalizado, informatizado y comunicado, el desafío que enfrenta el planeta es el desarrollo sustentable que permita entregar a las futuras generaciones un mundo posible, amigable, responsable del medio ambiente: en este escenario desafiante el acero como material, como industria y como recurso tiene, nuevamente un gran aporte que hacer, toda vez que es, como se ha dicho, un material cien por ciento e indefinidamente reciclable, aspecto que lo destaca, especialmente en al universo de los materiales de construcción.
2. EL HIERRO Y EL ACERO EN LA ARQUITECTURA Y LA CONSTRUCCIÓN
Aunque en la antigüedad fue usado eventual y accidentalmente como elemento de trabazón, el hierro no es usado como material propio de la construcción hasta el siglo XVII. Durante los
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