H.p Y Piedra
luna59316 de Enero de 2014
622 Palabras (3 Páginas)240 Visitas
J.K. ROWLING
Harry Potter
y
la cámara secreta
Tras derrotar una vez más a lord Voldemort, su siniestro enemigo en Harry Potter y la piedra filosofal, Harry espera impaciente en casa de sus insoportables tíos el inicio del segundo curso del Colegio Hogwarts de Magia y hechicería. Sin embargo, la espera dura poco, pues un elfo aparece en su habitación y le advierte que una amenaza mortal se cierne sobre la escuela. Así pues, Harry no se lo piensa dos veces y, acompañado de Ron, su mejor amigo, se dirige a Hogwarts en un coche volador. Pero ¿puede un aprendiz de mago defender la escuela de los malvados que pretenden destruirla? Sin saber que alguien ha abierto la Cámara de los Secretos, dejando escapar una serie de monstruos peligrosos, harry y sus amigos Ron y Hermione tendrán que enfrentarse con arañas gigantes, serpientes encantadas, fantasmas enfurecidos y, sobre todo, con la mismísima reencarnación de su más temible adversario.
Título original: Harry Potter and the Chamber of Secrets
Traducción: Adolfo Muñoz García y Nieves Martín Azofra
Copyright © J.K. Rowling, 1998
Copyright © Emecé Editores, 1999
Emecé Editores España, S.A.
Mallorca, 237 - 08008 Barcelona - Tel. 93 215 11 99
ISBN: 84-7888-495-5
Depósito legal: B-33.840-2000
1ª edición, octubre de 1999
10ª edición, julio de 2000
Printed in Spain
Impresión: Liberdúplex, S.L.
Constitución, 19 08014 Barcelona
Para Séan P.F. Harris,
Gúia en la escapada y amigo en los malos tiempos.
1
El peor cumpleaños
No era la primera vez que en el número 4 de Privet Drive es¬tallaba una discusión durante el desayuno. A primera hora de la mañana, había despertado al señor Vernon Dursley un sonoro ulular procedente del dormitorio de su sobrino Harry.
—¡Es la tercera vez esta semana! —se quejó, sentado a la mesa—. ¡Si no puedes dominar a esa lechuza, tendrá que irse a otra parte!
Harry intentó explicarse una vez más.
—Es que se aburre. Está acostumbrada a dar una vuel¬ta por ahí. Si pudiera dejarla salir aunque sólo fuera de noche...
—¿Acaso tengo cara de idiota? —gruñó tío Vernon, con restos de huevo frito en el poblado bigote—. Ya sé lo que ocu¬rriría si saliera la lechuza.
Cambió una mirada sombría con su esposa, Petunia.
Harry quería seguir discutiendo, pero un eructo estruen¬doso y prolongado de Dudley, el hijo de los Dursley, ahogó sus palabras.
—¡Quiero más beicon!
—Queda más en la sartén, ricura —dijo tía Petunia, volviendo los ojos a su robusto hijo—. Tenemos que alimen¬tarte bien mientras podamos... No me gusta la pinta que tiene la comida del colegio...
—No digas tonterías, Petunia, yo nunca pasé hambre en Smeltings —dijo con énfasis tío Vernon—. Dudley come lo suficiente, ¿verdad que sí, hijo?
Dudley, que estaba tan gordo que el trasero le colgaba por los lados de la silla, hizo una mueca y se volvió hacia Harry.
—Pásame la sartén.
—Se te han olvidado las palabras mágicas —repuso Harry de mal talante.
El efecto que esta simple frase produjo en la familia fue increíble: Dudley ahogó un grito y se cayó de la silla con un batacazo que sacudió la cocina entera; la señora Dursley profirió un débil alarido y se tapó la boca con las manos, y el señor Dursley se puso de pie de un salto, con las venas de las sienes palpitándole.
—¡Me refería a «por favor»! —dijo Harry inmediata¬mente—. No me refería a...
—¿QUÉ TE TENGO DICHO
...