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INVESTIGACION


Enviado por   •  23 de Marzo de 2013  •  1.644 Palabras (7 Páginas)  •  335 Visitas

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El multilingüismo peruano es una realidad. Somos un país con diversas nacionalidades, culturas y lenguas, sin embargo, la gran mayoría ignora esta situación e incluso desprecia a quienes no hablan castellano o a aquellos que lo "hablan mal", según sus criterios. Es común referirse a las lenguas peruanas - sobre todo las amazónicas - como "dialectos", incluso son tildadas de "no idiomas". La verdad es otra.

Primero debemos entender que el castellano adquirió aquí características propias por su convivencia con el quechua y el aimara produciéndose un azaroso intercambio lingüístico que continúa hasta nuestros días. Incluso algunas lenguas extintas aportaron al léxico castellano: Motupe, Túcume, Ferrenafe, etc., son palabras del mochica, lengua peruana que se habló hasta hace algunos años.

Pero debido a factores sociales, políticos y económicos, la castellanización se ha impuesto desde la Conquista hacia adelante. Toda la bibliografía científica y literaria, los diarios y revistas están escritos en castellano; en la escuela se enseña castellano, aun en las poblaciones nativas. Esto nos está llevando a la extinción de un valioso patrimonio. Así como cuidamos las construcciones preincas e incas, promovemos sitios como el Cuzco o el Callejón de Huaylas ¿no sería coherente preservar también nuestras lenguas autóctonas? ¿Qué estamos haciendo por las otras lenguas del Perú?

MOSAICO PLURILINGÜE

El idioma nativo de mayor población actual es el quechua. Lo hablan cuatro millones y medio de peruanos. La mayoría de ellos son bilingües y viven en Lima. Del quechua resaltamos su riqueza gramatical y expresiva. Sorprende también su fortaleza, pues a pesar de haber convivido con un idioma dominante, ha enriquecido notablemente el léxico del castellano peruano. Para muchos ello pasa desapercibido. Pero cuando pedimos canchita para acompañar una cerveza, un olluquito con charqui o un helado de lúcuma, usamos palabras quechuas. Pero no vaya a pensarse que sólo ocurre en la gastronomía, los topónimos peruanos (nombres de lugares) son en su mayoría quechuas: Lima, Pisco, Ayacucho, etc. Igualmente, podemos citar algunas voces quechuas aceptadas hace años en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), como soroche, huaico, carapulca, pachamanca, entre otras.

Otra gran familia lingüística (grupo de lenguas emparentadas) es el aimara, que está compuesta por la collavina, que se habla en el Altiplano y es conocida como aimara, y la tupina, que se habla en las localidades de Tupe, Aiza y Colca, en la provincia limeña de Yauyos, y tiene dos variedades: la de Cachuy (menos de diez hablantes) y el jacaru (725 hablantes). Vemos que estas últimas van camino a la extinción.

No mejor suerte corren los idiomas amazónicos. Inés Pozzi Escot, lingüista peruana, en su libro póstumo "El multilingüismo en el Perú", distingue 16 familias lingüísticas que integran 40 lenguas. Hoy sabemos que toda la población amazónica no llega a los 150000 habitantes. Muchas son las causas de por qué cada vez hay menos hablantes de lenguas nativas: la migración, la escuela, los medios de comunicación. Pero quizá los factores más crueles de los últimos veinte años sean el narcotráfico y el terrorismo.

NUESTRAS LENGUAS MUERTAS

La historia no es nueva. Por motivos semejantes en el pasado se han extinguido importantes idiomas andinos peruanos, como el mochica, el quingnam o el callahuaya. Los últimos en extinguirse han sido el puquina, una de las cuatro grandes lenguas que encontraron los españoles y que se hablaba hasta el siglo pasado en la zona del Altiplano peruano – boliviano. Y el culle, que se habló hasta 1940 en Pallasca, Ancash. Al momento de la conquista ocupaba los actuales Cajabamba, Otuzco, Santiago de Chuco y Sánchez Carrión.

No obstante tal vez estas lenguas han sobrevivido en esos “dejos” que caracterizan al castellano peruano actual: el sonido piurano, la tradicional cantadita limeña, el estilo de la costa sur, la peculiar construcción sintáctica del oriente (de su gente su lengua) o ese erre particular que arrastran los andinos. Una babel peruana de más de 500 años.

RASGOS ACTUALES

Espérame un ratito. Ahorita te llamo. Hazme un favorcito. Tardará un minutito. Baratito, nomás. Gracias, hermanito. Frases que tienen una dulzura empalagosa y que suenan como si quien las dijera estuviera siempre pidiendo permiso o disculpas. Lo curioso de todas estas expresiones es que en realidad lo que afirman no es necesariamente verdad. Todas tienen un significado abierto, laxo, y a veces contrario a lo que expresan, pues, un minutito o un ratito es una unidad de tiempo indefinido que solo el peruano conoce. Un favorcito puede ser el favor más grande del mundo y el hermanito puede anteceder a una puñalada. Todas estas frases si bien vienen de un universo oral, han anclado en la cultura urbana del Perú y nos definen como hablantes de una lengua compartida por más de cuatrocientos millones de personas en el mundo.

Nuestro español de cada día no tiene un acento tan marcado como el del argentino, colombiano o mexicano, sino gusta de los diminutivos, arrastra las eses (como en los Andes) o las anula (como en Lima) y no distingue la "y" de la "ll" (rallar suena igual a rayar). O anula el sonido "y"

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