Inflación Objetivo En Economías Emergentes
Maymira813 de Mayo de 2015
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Una mirada al esquema de inflación objetivo a través de su implementación en algunos países emergentes de América Latina
El esquema de inflación objetivo rige la política monetaria de un número cada vez mayor de países emergentes gracias a los exitosos antecedentes observados en países desarrollados que han implementado esta estrategia en décadas anteriores. Vale la pena por lo tanto analizar su efectividad como política monetaria para reducir la inflación hasta los rangos meta, observando –en el caso Colombiano y en el contexto regional- su influencia en algunas variables macroeconómicas asociadas para determinar así los efectos económicos generales de su implementación en países en vía de desarrollo.
Es preciso en este punto destacar algunas de las generalidades de esta política, mencionadas por Bernanke y Mishkin (1997). Primero, debe existir un anuncio público por parte del Gobierno o el Banco Central o la combinación de los dos, esperando a que conforme pasa el tiempo, sea el Banco Central quien tome las decisiones. Así mismo, la adopción de esta política conlleva a cambios en leyes especialmente en los Bancos Centrales tendientes a incrementar su independencia y la responsabilidad en sus informes lo que exige mayor atención para los debates y decisiones en el largo plazo. De esta forma se esperaría que el objetivo de inflación se encuentre en un rango (por ejemplo 1% – 3%) y no como una cifra puntual.
Aquí surge la primera inquietud en la implementación de la inflación objetivo y es justamente ¿Qué valor tomar como objetivo? Esta pregunta se hace más crítica si se tienen en cuenta los altos niveles de inflación y volatilidad que caracterizaron en algún momento a muchas economías latinoamericanas (nuestro caso). Bernanke (1997) menciona que en la mayoría de regímenes se ha fijado un valor de 4% o menos. La idea con esto es que se fije un valor bajo, pero no cero o cercano a cero ya que una inflación baja implicaría una reducción en la flexibilidad del valor del salario real, incrementando potencialmente la tasa de desempleo. Por otro lado, una inflación con objetivo 0 podría llevar la economía a la deflación, pudiendo generar (y más si no es esperada), problemas en el sistema financiero y una contracción económica.
País Año de implementación Inflación año de implementación Inflación objetivo de LP
Variación +/- % Promedio últimos 5 años
Brasil 1999 4,8% 4,5% 2% 5,50%
Chile 1999 3,3% 3% 1% 3,60%
Colombia 1999 10,8% 3% 1% 4,00%
México 2000 9,4% 3% 1% 4,30%
Perú 2002 0,19% 2% 1% - 3% 3,40%
Tabla 1. Comportamiento Inflacionario en países de la región
A la luz de las cifras, los objetivos de inflación acogidos por países de la región con economías de características similares a la colombiana (emergentes y exportadoras de bienes básicos) fueron valores similares a lo sugerido por Bernanke y en este sentido José Darío Uribe (2005), parte de una premisa que establece que los bancos centrales deben concentrarse en una inflación baja y estable como contribución al crecimiento económico del país. Para esto, el banco debe realizar un pronóstico de inflación y ajustar su política mediante instrumentos como la tasa de interés. Es esta tal vez la respuesta al comportamiento observado en la inflación nacional y que puede tener un sustento aún mayor si observamos la evolución de variables macroeconómicas como la tasa de interés y la deuda pública.
Sin embargo no parece ser suficiente el establecimiento de una meta de inflación para que su valor real vaya en esa dirección, no solo por la dificultad para predecir esta variable de manera acertada tanto en corto como largo plazo dados los rezagos entre la política monetaria y la respuesta de la inflación, sino por la dificultad de replicar un modelo exitoso debido a algunos puntos resaltados por el mismo Mishkin en los que difieren las economías emergentes de las desarrolladas. Está por ejemplo la debilidad de instituciones fiscales y financieras, incluyendo las entidades reguladoras y supervisoras del gobierno, lo que lleva a que se maneje un ambiente de baja credibilidad de las instituciones monetarias. De otra parte, se puede presentar sustitución de la moneda y/o algún grado de dolarización, al igual que vulnerabilidad de salidas esporádicas de capital o la detención en la entrada de flujo de capital al país.
Este fue sin duda un obstáculo que debieron sortear tanto los gobiernos como los bancos centrales de la región, pues es cierto que la implementación de una política de inflación en economías relevantes será mucho más compleja si no hay presencia de algunas condiciones como independencia institucional del banco central, existencia de datos confiables, una estructura económica adecuada – por ejemplo economías que no tengan su moneda ligada a otra (dólar), economías con baja participación de precios regulados en el IPC – y un sistema financiero sano y profundo. Sin embargo estas son precondiciones que no son estrictamente necesarias para la implementación, y por el contrario se pueden fortalecer durante el desarrollo de la política.
El Banco de México –por ejemplo- obtuvo su autonomía a partir de 1994-1995, cuando el país se vio afectado por el efecto Tequila. Desde entonces ha implementado estrategias para que su política monetaria sea más eficiente y transparente llegando a la estrategia de la inflación objetivo que ya había visto en otras economías de la región y en el mundo, decidiendo finalmente su implementación en el año 2000.
En ese año, México contaba con una inflación del 9.4% y desde ese año, como la gráfica lo muestra, el indicador se ha encontrado alrededor de 4.5%, pese a que su objetivo a lo largo de los años ha sido el de situarse en 3%, permitiéndose mover entre más y menos 1%. (Ver anexo 1, gráfica 11).
Y es que como en el caso de México, los orígenes o motivaciones para el establecimiento de una estrategia de inflación objetivo generalmente surgen de un punto de inflexión como resultado de condiciones prolongadas de alta incertidumbre económica. Tal fue el caso del Reino Unido y Suecia, en donde tras un colapso en la tasa de cambio, las autoridades monetarias decidieron cambiar su estrategia con el fin de mantener una política monetaria controlada. Sin embargo, ante este cambio a todas luces contundente, surge una nueva crítica que bien vale la pena tener en cuenta: ¿resta el esquema de inflación objetivo flexibilidad a las economías, limitando el espectro de mecanismos de actuación de los bancos centrales?
Si se establece la inflación objetivo como una regla fija en la política monetaria de un país, los críticos dicen que “atar las manos” a las instituciones encargadas previene que las autoridades monetarias implementen medidas contra productivas a la hora de la estabilización de corto plazo eliminando así el sesgo inflacionario. Por el otro lado, quienes estamos a favor de que esta estrategia sea bajo discreción de la entidad, concluimos que el banco central es libre de hacer lo que cree que es correcto y que si se trataran de reglas fijas no estarían aptas para enfrentarse a choques ocasionales, imprevistos o cambios en la estructura económica. De otra parte, tampoco calificaría como regla dado que no provee instrucciones simples y mecánicas para el banco central; así las cosas, la inflación objetivo es una estrategia que no solamente no es camisa de fuerza para las economías, sino que además dota a los bancos centrales de autonomía y de flexibilidad.
El Banco Central de Chile –por ejemplo- decidió adoptar esta política con el fin de mantener una inflación baja y estable para impulsar el crecimiento sostenido de su economía, cumpliendo además, con los requisitos de autonomía de los bancos centrales a través de la comunicación de los objetivos y mecanismos en informes mensuales para lograr la meta de inflación. Adicional a su política monetaria, su política cambiaria ha sido uno de sus principales mecanismos para cumplir el compromiso de mantener su inflación. A partir de 1999, Chile cambió su sistema de bandas a la flexibilidad en su tipo de cambio para que actuara como ancla y ayudara a mitigar choques externos. Hasta antes de la adopción de la política, la tasa de cambio presentaba una tendencia creciente, y es alrededor de 2002 que empezó a presentarse un comportamiento sostenido. (Ver anexo 1, gráfica 5)
En 1999 cuando se implementó esta política, la inflación se encontraba en 3.3%, (aunque se debe aclarar que la inflación venía con una tendencia a la baja desde principios de la década de los 90). Es de resaltar el año 2004 por presentar el año con menor valor para este indicador, jalonado por la recuperación de los efectos generados por la Crisis Asiática en años anteriores . Así mismo, el crecimiento del PIB tomó un interesante impulso hasta 2009 cuando la economía se contrajo por la crisis financiera presentada en la UE y Estados Unidos (principales socios comerciales de Chile ), lo que generó cambios drásticos en las tendencias que se habían presentado en cuanto a inflación y PIB se refiere. (Ver anexo 1, gráfica 6 y 7)
En 2007, el Banco Central de Chile decidió que su objetivo claro fuera que la inflación se situara alrededor de 3% con una variación de más o menos un punto porcentual. El promedio entre 2007 y 2012 de la inflación fué de 3.7%.
Promedio antes de la implementación Promedio después de la implementación
País Variable Años Promedio Años Promedio
Brasil Inflación % 1995-1998 22,972 1999-2013 6,4681
PIB (USD $MM) 1995-1998 831,361 1999-2013 1,282,096
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