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Instituto Nacional: El Foco de Luz se apaga


Enviado por   •  24 de Mayo de 2020  •  Monografías  •  2.308 Palabras (10 Páginas)  •  74 Visitas

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                                INTRODUCCIÓN

        En el año 2006 los secundarios se abren camino a una lucha que terminaría por provocar un cambio sustancial en la educación chilena, obligando a las autoridades a discutir por primera vez temas que se venían arrastrando desde la dictadura de Pinochet y que pocos se atrevieron a cuestionar, como por ejemplo el lucro en la educación o la incapacidad de las municipalidades para hacerse cargo de los establecimientos educacionales públicos.


        Los medios titularon esta seguidilla de manifestaciones como la
Revolución Pingüina. A la cabeza de esta revolución se encontraba el Instituto Nacional. Cuan toma de la Bastilla, el más prestigioso de los liceos públicos del país se tomaba el establecimiento de manera oficial por primera vez desde la vuelta a la democracia. Los pingüinos demostraron un orden y organización única, posicionándose frente a las autoridades como un grupo firme, opinante y merecedores de un lugar en las mesas de trabajo.

        Hoy, trece años después, esta nueva generación de pingüinos poco a poco ha ido perdiendo el respeto frente a las autoridades, al punto de considerar el cierre del establecimiento debido a la forma en que estos se han manifestado en estos últimos meses. Los destrozos, el vandalismo, los overoles blancos, y un sin número de actos violentos han enlodado cualquier instancia de trabajo para resolver sus peticiones.

        El establecimiento formador de dieciocho presidentes de la República, tres Premios Nacionales de Arquitectura, cuatro Premios Nacionales de Arte, trece de Literatura y cinco de Periodismo
[1]; el partícipe de cambios históricos en la educación chilena y el que fue reconocido como uno de los formadores de Chile como República, hoy es apuntado por los medios como foco de desorden y violencia. El primer foco de luz de nuestro país comienza a apagarse.

 
        ¿Es posible restaurar la reputación del Instituto Nacional? ¿Podrá retomarse el diálogo? ¿Cuál es la verdadera razón del conflicto? ¿Cuál es el punto de inflexión?

        En el siguiente texto revisaremos algunos hechos que han provocado cuestionamientos en la importancia (y lógica desde el sentido común) en el petitorio del Instituto Nacional presentado a principios de este año, y de cómo la comunicación con el municipio se ha visto distorsionada.

                                DESARROLLO

        El 19 de mayo del 2006, la toma del Instituto Nacional pasaría a la historia como el inicio de la llamada Revolución Pingüina. En esos años, las protestas se centraban en denunciar el pésimo estado de la educación pública, los defectos de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE) y el déficit generado por la municipalización, además de otras medidas más concretas como la gratuidad del pase escolar y de la Prueba de Selección Universitaria (PSU)[2].

Además, en su demanda por el fin del lucro en la educación la protesta contra el endeudamiento de los estudiantes y su insistencia también en las reformas políticas, tales como el fin del antidemocrático sistema electoral binominal y una nueva constitución plenamente democrática, el movimiento estudiantil post Pinochet reclamó una revocación de la contrarrevolución neoliberal de Pinochet y un retorno a la solidaridad social, democrática y participativa y educación pública de alta calidad y plenamente accesible del tiempo de Allende. Además, como Allende, la fe de los dirigentes estudiantiles de 2011 en un camino democrático era clara en la decisión de varios de ellos de incorporarse a la política electoral.
(Peter Winn, 2013)

        Entre el año 2008 y el 2013, diferentes movilizaciones se produjeron en el interior del establecimiento, las que en su mayoría apelaban a mejoras en infraestructura, modificaciones en la gestión académica o cambios en el cuerpo directivo del Instituto, como fue el caso de Domingo Antimán, Inspector General del Instituto quien fue hallado culpable por delitos tributarios y adulteración de instrumento público.

        Hoy, el Instituto Nacional pone encima de la mesa nuevas reformas que han sido cuestionadas por las autoridades, provocando que aparezcan nuevas movilizaciones y tomas que, a diferencia de sus predecesoras, no todas son pertinentes ni mucho menos coherentes con el desarrollo que estas podrían tener en una meza de trabajo con la Municipalidad de Santiago.

        Si bien, peticiones como elaborar la implementación de la educación sexual, cívica y mental dentro del plan común del currículo escolar, y replantearlo con base en la transición a liceo plurisexual y co-educativo, son adecuadas y lógicas en estos tiempos, peticiones como “No al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica” (TPP11)[3], no dejan indiferente a nadie, sobre todo cuando el discurso va dirigido en plan “todo o nada”.

        Dicho esto ¿qué cambió en estos trece años?  Pues, la generación lo hizo.

        Una de las características más representativas de esta nueva generación es que nacieron en un mundo ya globalizado, donde su comportamiento está determinado por el uso de dispositivos y su conexión a internet. El fácil acceso a la información (independientemente de la veracidad de esta) los hace sumergirse bajo el concepto de la inmediatez. Los GenZ  han crecido como individuos de una sociedad, en un contexto económico llamado “economía a la carta”, que tiene por definición: “actividad económica creada por las empresas de tecnología que satisfacen la demanda de los consumidores mediante el suministro inmediato de bienes y servicios” [4].


        Podríamos decir, entonces, que la manera en que los estudiantes del Instituto manifiestan sus necesidades, tiene directa relación con la frustración que les provoca la espera burocrática característica de este tipo de procesos de cambio. En donde estos requieren de un tiempo de análisis mayor al que pueden esperar, y donde no hay una convergencia entre cuales son
más urgentes.

        Y es que, estas diferencias generacionales entre los interlocutores recaen en el poco entendimiento de las partes a la hora de discutir el petitorio expuesto por el IN. Ni la municipalidad, ni los mismos estudiantes logran asignarle un campo determinado desde dónde abordar una posible solución. Es en esa zona gris donde las partes pierden autoridad para dictaminar que es lo inmediato y qué es lo postergable, ya que ambos, poseen miradas distintas sobre los puntos en cuestión.

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