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Introduccion A Los Sistemas De Produccion

karenniram29 de Septiembre de 2014

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Introducción a los sistemas de producción.

Un sistema de producción es cualquier actividad que produzca algo, sin embargo, definiéndola de manera más formal, es aquello que toma un insumo y lo transforma en un producto con valor inherente. Los sistemas de producción se pueden dividir en dos clases; de bienes o productos manufacturados y servicios. En la producción de bienes, por lo general, la materia prima e insumos son tangibles, y con frecuencia la transformación es física. Por su parte, la producción de servicios puede tener productos/insumos intangibles, tal es el caso de la información.

Otra diferencia es que, los bienes pueden fabricarse anticipando las necesidades de los clientes, lo que con frecuencia no es posible en los servicios. En los sistemas de producción casi siempre se piensa en la porción que se puede ver, que es el proceso de transformación, sin embargo, la mayor parte de los sistemas de producción son como los iceberg, la parte visible solo es un fragmento del sistema, para estudiar los sistemas de producción es necesario considerar muchas de sus componentes que incluyen: productos, clientes, materia prima, procesos de transformación, trabajadores tanto directos como indirectos, así como los sistemas formales e informales que organizan y controlan todo el proceso. Estas componentes llevan a acciones y decisiones que deben tomarse en cuenta para que un sistema de producción opere adecuadamente. Al analizar un sistema de producción se debe estructurar alrededor de cuatro componentes diferentes:

1. El Flujo del Proceso

2. Construcción de Bloques del Sistema

3. Tecnología

4. Tamaño de la Organización.

Productividad en el trabajo

Esa idea que está presente en el análisis de insumo producto fue planteada por David Ricardo cuando habló de trabajo incorporado y por Marx cuando habló de trabajo abstracto. Lo anterior conduce a una cosa muy importante, la definición marxista de productividad implica que un aumento en la eficacia con la que se elabora una cierta mercancía afecta la eficacia de la elaboración de muchas otras, pudiendo abarcar a la totalidad de la producción. El concepto marxista de trabajo abstracto enfatiza esto: cada mercancía es en rigor el resultado de la aplicación de una porción del trabajo social y no sólo del proceso de trabajo que aparece inmediatamente como su origen.

La productividad del trabajo depende de varios factores entre los que se destacan:

• Grado medio de destreza del obrero.

• Nivel de progreso de la ciencia y de sus aplicaciones.

• La organización social del proceso de producción.

• El volumen y eficacia de los medios de producción.

• Las condiciones naturales.

Productividad en términos de empleados es sinónimo de rendimiento. En un enfoque sistemático decimos que algo o alguien es productivo cuando con una cantidad de recursos (Insumos) en un periodo de tiempo dado se obtiene el máximo de productos. La productividad en las máquinas y equipos está dada como parte de sus características técnicas. No así con el recurso humano o los trabajadores.

Bajo qué ley se desarrolla este proceso, pues la ley de transformación de los cambios cualitativos en cuantitativos, ahora, como toda ley económica la ley del crecimiento de la productividad del trabajo

Los empresarios pretenden mejorar la productividad entre otras cosas, incrementando las remuneraciones de los trabajadores, bajo el concepto "te pago más para que produzcas más"; sin embargo, ha quedado demostrado en diferentes investigaciones que el efecto del incremento de remuneraciones no necesariamente eleva la productividad. Las necesidades de nivel bajo, el sueldo entre ellos, quedan satisfechas rápidamente, y una vez que están satisfechas, la única manera de motivarla es ofrecer más de lo mismo. Por lo tanto, se convierte en un círculo vicioso interminable.

Sin embargo, y parece que por primera vez en la historia del capitalismo, el crecimiento de la producción no se acopla a la creación de empleo, sino todo lo contrario: el crecimiento actual es destructor neto de empleo.

Durante la década de los años setenta, se evidenciaron los límites del modelo de desarrollo fordista que sostuvo un largo período de desarrollo económico. Al nivel de la producción, ya no se conseguían alcanzar nuevos incrementos de productividad pues se había llegado al máximo de la división de trabajo permitida por el modelo de producción y de organización que se tenía.

Además, este modelo se presentó altamente conflictivo en el ámbito laboral, dificultando todavía más la consecución de aumentos en la productividad del trabajo. El consumo en masa también entró en crisis. Durante el período de crecimiento fordista, el consumo en masa sostuvo en el ámbito de la circulación el modelo de producción en masa, haciendo acompañar a los aumentos salariales con el incremento de productividad.

La fórmula para la creación de empleo no estriba en la reducción de la jornada laboral pues la relación entre ambos términos es sumamente incierta. No se niega que la reducción de jornada puede tener efectos positivos sobre el nivel de empleo. Pero considerada en puros términos aritméticos es problemático asegurar que va a producirse el efecto pretendido de forma general. La defensa de los puestos de trabajo existentes, la oposición organizada a los procesos de destrucción de capacidad productiva (cada vez que se anuncia una fusión de grandes empresas se acompaña la noticia con la de los beneficios esperados y la reducción masiva de empleo), y la exigencia de un modelo económico que atienda y satisfaga las necesidades sociales básicas son estrategias más eficaces cara al empleo que la reducción de la jornada de trabajo.

Pero junto a estas reticencias debe dejarse constancia de que la reducción de la jornada constituye una mejora real en las condiciones de trabajo. Es una reivindicación histórica de la clase obrera y se inscribe en un contexto amplio de transformación del modelo social.

Efectivamente, la organización de la producción es un proceso que varía de modo significativo de una empresa a otra y que, incluso dentro de la misma empresa, ofrece alternativas diversas: distribuciones distintas de la fuerza de trabajo, horarios, turnos, estacionalidad, etc.

Supuestos estos datos, es de esperar que las empresas reaccionarán de modos muy diferentes en el caso de que se imponga por ley la reducción de la jornada de trabajo. Algunas pueden aprovechar la circunstancia para reorganizar la distribución de los trabajadores entre las diversas tareas y períodos a lo largo del año, de modo que obtengan realmente aumentos de productividad (para los trabajadores se traduciría en una intensificación del trabajo) sin realizar nuevos contratos.

Si se analiza el carácter de los avances tecnológicos aplicados a la producción, se descubrirá cómo los más significativos tienen como finalidad el ahorro de mano de obra (o de materias primas o intermedias, que al final resultan en ahorro de mano de obra). Muchas menos veces significan mejoras en el producto o en las condiciones de trabajo.

El aumento de la productividad del trabajo que representa la presencia de la máquina, que es capaz de multiplicar por 100 o por 200 la productividad del trabajo del obrero, hace que el obrero quede supeditado al capitalista. La máquina como tal debe aliviar el trabajo del obrero y contribuir a elevar su nivel de vida, pero en el capitalismo la máquina aumenta la intensidad del trabajo, permite el empleo de mujeres y niños a quienes paga salarios más bajos.

Es necesario transformar la organización técnica del trabajo y las relaciones sociales de trabajo, con el afán de conseguir tres objetivos:

1. incrementar el tiempo de utilización de las máquinas, ya que no se utiliza la totalidad de los medios de producción ni tampoco funcionan a tiempo completo aquellos medios que se utilizan. Ésta es una fuente de productividad que no necesita de nueva inmovilización de capital, lo que es una ventaja en un contexto como el actual, donde hay escasez de ahorros disponibles;

2. flexibilizar el uso de las máquinas para adaptar la producción a las necesidades sociales y poner el aparato productivo al servicio del hombre, al contrario de lo que ocurre con el sistema capitalista;

3. romper la sucesión actual de los ciclos de vida. Cada miembro de la sociedad se ve obligado a concentrar su tiempo de formación al principio de su vida y posponer sus proyectos personales para el final, después de un período totalmente dedicado a la producción de riquezas de las que no habrá podido disfrutar. Pero ésta no es una necesidad biológica, sino social, propia del modo capitalista de producir. Es preferible, sin embargo, alternar constantemente estos períodos durante toda la vida. La formación inicial es cualitativamente mejor cuanto más vínculos tenga con la práctica laboral; el trabajo es más productivo y requiere, pues, menos esfuerzos cuanto más se relaciona con actividades diversas no directamente productivas; la jubilación no tiene por qué ser una separación con el mundo de la empresa, ya que la experiencia acumulada es cuando más y mejor se puede transmitir, haciendo del trabajador de esa edad un pedagogo incomparable. Es una solución posible al incremento del tiempo de utilización de las máquinas, ya que siempre habrá alguien cuyo tiempo de trabajo coincida con el tiempo de la máquina.

Trabajadores más autónomos serán trabajadores más responsables y mejor preparados, lo que trae dos consecuencias: un aumento de productividad y la capacidad para participar en la gestión democratizada

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