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John DEwey

karitoup23 de Noviembre de 2012

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Introducción

Es de gran importancia el estudio de la Historia de la Pedagogía ya que en ello radica el tener una visión global de cómo ha ido evolucionando la educación a través de los tiempos y de esta forma aprovechar los aciertos y errores del pasado para mejorar el futuro de la educación. Así mismo nos da la oportunidad de conocer los distintos métodos y técnicas de que el hombre se ha valido para desarrollar los diversos procesos educativos a través de su historia.

En la historia de la educación muchos autores han tratado de solucionar el tema de lo que significa tener una buena educación, y el responder a interrogantes tales como el ¿como? Y el ¿para que? Enseñar, para autores se han creado muchas escuelas o ideologías filosóficas claramente diferenciadas. Según lo antes dicho se podría hablar de una filosofía de la educación que trata fundamentalmente de encontrar un modelo que permita tener una mejor enseñanza, y que relaciona lo que es educación y su problemática.

A lo largo de la historia se han utilizado muchos de estos métodos educativos que fueron creados por diferentes autores, sin embargo en este trabajo nos enfocaremos en los ideales de John Dewey, filosofo y educador norteamericano. sus ideales representan muchas características que posee la pedagogía contemporánea.

Se ha llegado a decir que:

“ningún filosofo ha ejercido tanta influencia sobre el pensamiento, la cultura, la usanza política y, especialmente, sobre la praxis educativa del mundo civilizado, así como lo hizo John Dewey.”

John Dewey

(1859-1952)

El pragmático filósofo, psicólogo y educador John Dewey nació el 20 de octubre de 1859, en Burlington, Vermont. Estudió en su ciudad natal y también en Baltimore. Impartió clases en las universidades de Minnesota, Chicago, Michigan y más tarde en Columbia, donde le ofrecieron una cátedra.

Considerado como el fundador del Movimiento Progresivo de Educación, Dewey concibió la escuela como un espacio de producción y reflexión de experiencias relevantes de vida social que permite el desarrollo de una ciudadanía plena. Nunca entendió la democracia como un régimen de gobierno, sino como una forma de vida y un proceso permanente de liberación de la inteligencia

John Dewey ejerció una gran influencia sobre la filosofía burguesa y sobre la sociología, la estética y la pedagogía de los Estados Unidos; fue fundador de la "Escuela de Chicago" del pragmatismo. Hegeliano en un principio, después de pasar por el positivismo evolucionista, elaboró una nueva versión del pragmatismo, a la que dio el nombre de instrumentalismo o naturalismo humanista. Veló cuidadosamente la esencia idealista subjetiva y agnóstica de su filosofía, dirigida contra la teoría materialista del reflejo. A la lucha de clases y a la revolución socialista, contrapuso la colaboración de clases y el mejoramiento de la sociedad por medio de reformas pedagógicas. Estuvo al frente de la Liga de la acción política independiente, que participó con mucho empeño en la propaganda antisoviética.

Según Dewey, a través de la razón es posible alcanzar la estabilidad, a pesar de los problemas que plantea la realidad. Sostuvo que "el antiguo dualismo entre sensación e idea se repite en el dualismo usual de estructuras y funciones periféricas y centrales, el antiguo dualismo del cuerpo y el alma halla un eco distinto en el actual del estímulo y la respuesta". Con esta sentencia, presentó una teoría basada en la funcionalidad. Su legado lo presenta como un autor interesado en las cuestiones sociales y del hombre. Preocupado por los problemas del aprendizaje, su

teoría en esta materia partía del estudio de los impulsos que, a juicio de Dewey, se podían controlar gracias al aprendizaje.

Es autor de Estudios de teoría lógica; Democracia y educación; Experiencia y naturaleza; Lógica, teoría de la investigación; Problemas del hombre; Escuela y sociedad y Arte y experiencia, entre otras obras.

Dentro de las frases más famosa de Dewey podemos destacar las siguientes:

“La metafísica es una sustituta de la costumbre, como fuente y garantía de los más altos valores morales y sociales; una filosofía renovada y restaurada por la filosofía cristiana de la Europa medieval”

“La memoria es una experiencia sustituta, en la cual se da todo el valor emocional de la experiencia actual sin su tensión, sus vicisitudes y sus perturbaciones”

“El hombre no vive, como las bestias salvajes, en un mundo de cosas meramente físicas, sino en un mundo de signos y símbolos”

“Las sensaciones no son parte de ningún conocimiento, bueno o malo, superior o inferior. Son, más bien, provocaciones incitantes, ocasiones para un acto de indagación que ha de terminar en conocimiento”

“La razón y la ley son sinónimos”

Contexto socio-cultural en el que surge la teoría de John Dewey.

Entre la pedagogía del siglo XIX y la del siglo XX, existe un lazo de continuidad histórica, ya sea en sus premisas y problemas, ya sea en su estructura y método. La pedagogía contemporánea se ha gestado lógicamente sobre la fecunda tradición del pasado. Sin embargo, para contextualizar mejor el desarrollo pedagógico a que se hace referencia, es preciso primero presentar un breve panorama de los principales acontecimientos históricos que sustentaron la vida de pueblos y naciones en esta época y que de una u otra forma influyeron en el contexto educativo.

Las últimas décadas del siglo XIX giraron básicamente en torno a un hecho: el surgimiento de dos nuevas naciones, Alemania e Italia. La primera unificada alrededor de Prusia bajo la dirección de Bismarck, la segunda conformada por Cavour, a partir de los pequeños estados independientes de la península. A estos dos hechos hay que agregar la segunda revolución industrial con sus consecuencias conocidas como “la cuestión social”, cuyo intento de solución dio origen al socialismo, al marxismo y al anarquismo, los que surgen en diferentes momentos del siglo XIX.

Iniciado el siglo XX se habían formado ya dos grandes grupos, Triple Alianza y Triple Entente, luchando ambos por el dominio territorial de las colonias de África y Oriente, así como por el poderío económico. Al mismo tiempo, los Estados Unidos arreglaban sus problemas internos y se convertían en una potencia.

La Paz Armada, inicio del siglo XX, desembocó en una larga y cruenta lucha armada conocida como Primera Guerra Mundial, que llegó a involucrar a muchas naciones del orbe y que sólo termina con la rendición de Alemania, gracias a la intervención de los Estados Unidos. Durante esta guerra tiene lugar la Revolución Rusa que propicia el surgimiento de lo que se conoce como “comunismo”, cuyo desarrollo y propagación influirá en la política mundial hasta los años noventa del presente siglo.

Los años 20-40, conocidos como “período entre guerras” por su inestabilidad, a partir de los acuerdos firmados al concluir la Primera Guerra, propician el surgimiento de grandes dictaduras como el Fascismo y el Nazismo que van a provocar el inicio de otra conflagración mayor: la Segunda Guerra Mundial.

Pues bien, en este contexto político - social se desarrolla lo que se conoce como Pedagogía contemporánea y dentro de ella se ubica el personaje objeto de este estudio, el norteamericano John Dewey.

La riqueza de tendencias y métodos pedagógicos contemporáneos (fines del s. XIX y primera mitad del s. XX) provoca la sospecha de que las diferencias de doctrina pudieran ser punto menos que insuperables. Sin embargo, analizando bien esto, puede darse uno cuenta de que los grandes pedagogos de nuestro tiempo se han venido aproximando en forma tal que, en no pocos casos, sólo los separa entre sí el nombre que dan a sus pensamientos e ideas.

En otras palabras, se puede decir que en los años mencionados surgen un sin número de tendencias, corrientes y métodos, todos ellos con unas ciertas características que los hacen parecidos o comunes, pero cada uno de ellos con algo especial que los hace distintos de los otros.

Estas diferentes escuelas de pensamiento libraban un feroz combate en el decenio de 1890. Los tradicionalistas defendían los conocimientos duramente adquiridos a lo largo de siglos de lucha intelectual y consideraban que la educación centrada en el niño era caótica, anárquica, una rendición de la autoridad de los adultos, mientras que los románticos celebraban la espontaneidad y el cambio y acusaban a sus adversarios de reprimir la individualidad de los niños mediante una pedagogía tediosa, rutinaria y despótica.

Para Dewey, este debate era el reflejo de otro pernicioso dualismo, al que se opuso. Según él, podía resolverse la controversia si ambos bandos “se deshacen de la idea funesta de que hay una oposición (más que una diferencia de grado) entre la experiencia del niño y los diversos temas que abordará durante sus estudios. En lo que se refiere al niño, hay que saber si su experiencia ya contiene en ella elementos –hechos y verdades del mismo tipo de los que constituyen los estudios elaborados por adultos; y, lo que es más importante, en qué forma contiene las actitudes, los incentivos y los intereses que han contribuido

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