LA LIBERTAD

LA LIBERTAD

Partimos de la pregunta más fundamental: ¿En realidad existe lo que llamamos “libertad”?.

En este caso, solo tenemos un concepto de libertad que va ligado a otro: la subjetividad.

La libertad subjetiva, se conforma de una seria de conceptos; normas tanto morales como sociales, que nos llevan a convivir de una forma armoniosa con la sociedad actual. Este conjunto de normas morales y sociales, como su nombre lo indica, son impuestas por la misma, y así, logramos una convivencia pacífica entre individuos. La segunda parte de esta “libertad” viene a continuación: las normas morales son principalmente prohibitorias al igual que las normas jurídicas, de tal forma que, si son “cosas o actos que no debemos hacer”, ¿Cómo podemos ser libres si se nos niega la posibilidad de hacer eso? Se dice que gracias a estas normas prohibitorias, podemos conservar nuestra libertad, y esto, ¿a qué se refiere?

Desde tiempos antiguos, las sociedades han recurrido a ellas para mantener un control, para no entrar en una fase de total anarquía, es decir, que todas las personas sean sujetadas bajo un régimen que permita a una sociedad una sana convivencia. Un ejemplo bastante claro son los 10 mandamientos en la Biblia: no mataras, no desearás la mujer de tu prójimo, etc., son prohibiciones que, a la vez, nos hacen libres ante la sociedad.

A lo largo de los años, se ha intentado mantener un concepto de libertad, totalmente erróneo con lo que en verdad significa, y es ahí donde entra el libertinaje.

No debemos confundir nuestra “libertad” con el libertinaje; el libertinaje, se refiere a llevar a cabo acciones o incluso pensamientos, que van en contra el respeto o la libertad de otro individuo, es decir, llegar a perjudicar el bienestar de otros.

En este punto, 2 cuestiones son muy claras:

Conocemos a una persona que está recluida en un centro de readaptación social, por el asesinato de otra persona, y estará ahí al menos 10 años. Y en una entrevista se le realiza la pregunta: ¿Cómo reaccionas al saber que has perdido tu libertad?; a lo que él contesta: Yo no he perdido mi libertad, aún puedo pensar lo que yo quiera, aunque no me sea posible permanecer en los lugares que yo quiera.

Es un ejemplo claro de la subjetividad de la libertad.

La mayoría de nosotros opinaríamos distinto, creeríamos que él no es libre ya que se encuentra en la cárcel, sin embargo, sigue sintiéndose libre de pensamiento, aunque no lo esté sobre su derecho a permanecer en ciertos lugares.

Esta respuesta nos lleva a la última parte: Si la sociedad y las autoridades nos prohíben ciertas cosas, ¿En realidad qué es la libertad?

Un concepto claro, preciso y conciso de libertad,

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