LA METACOGNICION COMO UN PROCESO RELACIONADO CON LAS HABILIDADES DEL PENSAMIENTO

LA METACOGNICION COMO UN PROCESO RELACIONADO CON LAS HABILIDADES DEL PENSAMIENTO

Es indiscutible que dentro de las capacidades que tiene como ser humano el estudiante, las habilidades de pensamiento y la metacognición son parte fundamental de su aprendizaje. Dentro y fuera del aula de clase estos dos conceptos se complementan de tal forma que ambos se desarrollan de una manera apropiada en el educando, este tendrá la capacidad de afrontar cualquier dificultad cognitiva que se le presenten. Lo anterior es crucial para que en conjunto docente y estudiante asuma cada uno sus roles que permitan desarrollar al máximo estos recursos pedagógicos.

Para ampliar más lo anteriormente mencionado, empezaremos por definir un concepto a manera personal de lo que se entiende por habilidades del pensamiento y metacognición. Entendemos este primero los alcances o destrezas que adquiere una persona en su intelecto para potencializarlo, mientras que la metacognición implica apropiarse y tomar conciencia de lo que la persona pueda aprender a lo largo de su proceso. Partiendo de esto, podríamos afirmar que ambas definiciones van de la mano y al momento de evaluar cuál sería la más eficaz a la hora de ponerla en práctica en el aula escolar, diríamos que ambas se perfeccionan.

En el caso de potencializar las habilidades del pensamiento, tal como lo afirma Manuel Alfonso en su texto sobre la importancia de vivir en una comunidad de indagación, debemos brindar a los estudiantes aquellos espacios de participación donde el uso pedagógico de la pregunta sea un escenario fértil para darle a los estudiantes la habilidad de aprender a aprender, y a la vez los docentes adquirir dichas habilidades con el fin de enseñar a aprender. Es así que el impartir un curso de matemáticas debemos preocuparnos por guiar los conceptos hacia lo meramente contextualizado procurando aterrizarlos en aquellos problemas que conlleven hacerse preguntas y orientarlos a que ellos mismos busquen su respuesta. Podríamos reflexionar con más ejemplos en nuestro diario vivir para llegar siempre a lo que esperamos: el desarrollo de procesos intelectuales que les permitan superar esas grandes falencias que se venían trayendo desde la escuela tradicional.

¿Será que todo este cuento de hadas mencionada anteriormente sería una realidad gracias a la metacognición? Si el estudiante realiza una programación consiente de su estado formativo y se reconoce como así mismo como el único responsable de su labor, todas estas estrategias innovadoras que el docente aplicaría, empezaría finalmente a dar frutos. Aunque todos sabemos que la etapa de dependencia en el que el estudiante se encuentra, no le permite desarrollar asertivamente este proceso, es ahí donde el docente debe apropiarse de todas las herramientas que esté a su alcancepara convertirse en la tijera que corte esas ataduras de dependencia.

El proponerse aplicar todos las recomendaciones que hay para potencializar tanto las habilidades como la metacognición en la mayoría de casos resulta casi inútil, esto debido al contexto en que se encuentra cada estudiante y que le resulta único en su manera de pensar y ver el mundo. Las mismas lecturas de la revista del educador nos da las pautas que si no se pueden llevar eficazmente al aula de clase, al menos sea una guía para empezar a desarrollarse a futuro, porque a fin de cuentas precisamente la práctica pedagógica consiste en el crecimiento y mejoramiento diario de nuestras clases con miras a desarrollarlas a través de la experiencia vivida. Sólo si se tiene claro los objetivos y metas a cumplir y a la medida que se ejecuten de acuerdo a un plan operativo establecido, canalizando las necesidades de cada uno y redirigiéndolo a lo que ellos mejor les convenga, será la manera como se fortalecerían los procesos de metacognición e incrementará sus mismas habilidades que finalmente

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