LECTURA Y ANÁLISIS DE ENSAYOS LITERARIOS
jesus_bale_11Trabajo22 de Septiembre de 2015
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LECTURA Y ANÁLISIS DE ENSAYOS LITERARIOS
TEXTO 1
Viene a bordo un hombre de una gordura dominante y eminente. Este hombre gordo es comunicativo, conversador y ocurrente, amable y de un humor risueño que no varía, ni aun con los calores ecuatoriales. Lo acompaña una dama graciosa y capitosa (terca), cuyos “appas” (encantos) son de los que siempre alaban con preferencia los poetas que cita en sus narraciones la sutil Scherezada de Las mil y una noches. El gran portugués Eça de Queiroz dice en alguna parte, hablando de no recuerdo cuál de sus personajes: era um gordo e portato um prudente. Quizá la prudencia sea lo que falte a nuestro robusto compañero de navegación, pues a pesar de sus ciento cincuenta kilos, se atreve a danzar sobre cubierta, con su alegre dama y otras gentiles pasajeras. Yo he de decir el elogio de los gordos, porque ellos no dan entrada a la mal aconsejadora melancolía. Casi siempre están de buen ánimo y saben el precio de la vida. Ríen de verdad, con risa franca y sabrosa. Gozan de buen apetito y digieren en la paz de su completa satisfacción. Los favorece el sentido común, la tranquilidad y la feliz armonía con los demás hombres. Raro, rarísimo será el gordo suicida. Si Bruto hubiera sido gordo, no habría asesinado a su bienhechor. No lo dice así propiamente Shakespeare, pero recordad los versos de Julio César. Los sueños y las visiones que perturban el ánimo, no frecuentan a los gordos. Ved al flaco Don Quijote, asateado de penas y cuidados, y al gordo Sancho, que sabe aprovechar el paso de la hora y llena el bandullo (vientre). Todo flaco para en lívido y todo lívido en maligno, por causa del mal funcionamiento corporal; la sana y bienhechora risa huye de los flacos, gentes a quien meser Goster no es propicio y cuyo hígado, órgano ilustre para los orientales, les hace malas bilis y peligrosas cóleras. Rabelais sabía bien todo esto, y en ello pudo extenderse M. Bergeret, maestro de conferencias, cuando su visita a Buenos Aires. El gordo del barco es ameno y afectuoso. Cuenta cuentos picantes; trata a los amigos ocasionales con regocijada confianza; juega a los juegos ingleses; come sandwichs, ríe con convicción y salud. Es un ser feliz. Y por su causa he escrito estas líneas, recordando a los abades conventuales, al noble rey Gambrinus, y a sir John Falstaff, todos ellos de opulenta y rozagante memoria.
Rubén Darío. “Apología de los gordos”
1. Una particularidad de los gordos, según Darío, es que son:
A. Melancólicos.
B. Leales.
C. Trabajadores.
D. Pérfidos.
E. Comunicativos.
2. Según el texto, al compañero de navegación le hace falta la:
A. Amabilidad
B. Gentileza
C. Desconfianza.
D. Melancolía.
E. Cautela
3. Se infiere del texto que:
A. Sancho Panza era melancólico.
B. Don Quijote solía ser muy alegre.
C. Las personas del barco no se aprecian entre sí.
D. Los gordos suelen ser aburridos.
E. Los flacos se asocian con el mal.
4. Una idea excluida del texto es:
A. Los gordos, por lo general, son amables.
B. No hay relación entre la gordura y los estados de ánimo.
C. Eça de Queiroz asocia la gordura con la prudencia.
D. Los gordos, por lo general, no tienden al suicidio.
E. Un gordo del barco es de buen carácter y tiene humor.
5. Según Darío, si Don Quijote hubiera sido gordo:
A. Habría tenido fantasías de suicida.
B. Habría sido muy melancólico.
C. No habría tenido sueños ni visiones.
D. No habría leído ninguna novela de caballería.
E. Habría sido de una nacionalidad distinta.
6. ¿Cuál es la opinión central del autor?
TEXTO 2
Yo creo, sinceramente, que la mejor crítica es la que resulta entretenida y poética; no esa otra fría y algebraica que, bajo pretexto de explicarlo todo, no tiene ni odio ni amor y se despoja voluntariamente de toda especie de temperamento; pero como un hermoso cuadro es la naturaleza reflejada por un artista, la mejor crítica será ese mismo cuadro, reflejado por un espíritu inteligente y sensible. De modo que la mejor crónica de un cuadro podría ser un soneto o una elegía.
Pero ese género de crítica está destinado a los volúmenes de poesía y a los lectores poéticos. En cuanto a la crítica propiamente dicha, espero que los filósofos comprenderán lo que voy a decir: para ser justa, es decir, para tener razón de existir, la crítica debe de ser parcial, apasionada, política, esto es, realizada desde un punto de vista exclusivo, pero que sea el punto de vista que abre mayor número de horizontes.
Exaltar la línea en detrimento del color, o el color a expensas de la línea, es sin duda un punto de vista; pero no es ni muy amplio ni muy justo, y acusa una gran ignorancia de los destinos particulares. Ignoramos en qué dosis ha mezclado la naturaleza en cada espíritu el gusto de la línea y el gusto del color, y por qué misteriosos procedimientos opera ella esta fusión, cuyo resultado es un cuadro.
De modo que desde el punto de vista más amplio será el individualismo bien entendido: exigir del artista la ingenuidad y la sincera expresión de su temperamento, ayudado por todos los recursos que le proporciona su oficio.
Charles Baudelaire. “¿Para qué la crítica?”
1. Según el texto, se infiere que a la crítica algebraica le falta:
A. Rigurosidad, imparcialidad y pasión.
B. Imparcialidad, sensibilidad y apasionamiento.
C. Sensibilidad, pasión y lirismo.
D. Temperamento, imparcialidad y poesía.
E. Inteligencia, rigor y frialdad.
2. Se deduce que la crítica propiamente dicha debe revelar un punto de vista:
A. Apasionado y ortodoxo.
B. Parcial y racionalista.
C. Exclusivo y monológico.
D. Apasionado e intransigente.
E. Político y dialógico.
3. Se colige que el autor considera, en el último párrafo, que el arte es la suma de:
A. Temperamento y racionalismo.
B. Pasión y parcialismo.
C. Autenticidad y oficio.
D. Temperamento y poesía.
E. Individualismo e ingenuidad.
4. La falta de amplitud de criterio en la óptica del crítico evidencia que este último es:
A. Inteligente.
B. Protervo.
C. Sincero.
D. Ignaro.
E. Perspicaz.
5. El autor debe desempeñar funciones principalmente como:
A. Crítico de música.
B. Crítico de la ideología.
C. Antropólogo social.
D. Crítico de arte.
E. Psicólogo de arte.
6. ¿Cuál es la opinión central del autor?
TEXTO 3
El aburguesamiento del juguete no sólo se reconoce en sus formas, absolutamente funcionales, sino también en sus sustancias. Los juguetes corrientes son de una materia desagradable, productos de un proceso químico, no de la naturaleza. Actualmente están moldeados en pastas complicadas; el material plástico muestra una apariencia grosera e higiénica a la vez, extingue el placer, la suavidad, la humanidad del tacto. Un signo consternante es la desaparición progresiva de la madera, materia que, sin embargo, es ideal por su firmeza y suavidad, el calor natural de su contacto; la madera elimina, cualquiera que sea la forma que sustente, la lastimadura de los ángulos demasiados agudos, el frío químico del metal; cuando el niño la manipula y la golpea, ni vibra ni chirría, tiene un sonido sordo y limpio al mismo tiempo; es una sustancia familiar y poética, que permite al niño una continuidad de contacto con el árbol, la mesa, el piso. La madera no hace daño ni se descompone; no se rompe, se gasta; puede durar mucho tiempo, vivir con el niño, modificar poco a poco las relaciones del objeto y la mano; si muere, lo hace disminuyendo, no hinchándose, como esos juguetes mecánicos que desaparecen bajo la hernia de un resorte descompuesto. La madera hace objetos esenciales, objetos de siempre. Ya casi no se encuentran esos juguetes de madera, esos apriscos de Vosgos, que eran posibles, es cierto, en los tiempos del artesano. Ahora el juguete es químico, en sustancia y en color; su material introduce a una cenestesia del uso, no del placer. Además, estos juguetes mueren muy rápido y una vez muertos no tienen, para el niño, ninguna vida póstuma.
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