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La Ciencia


Enviado por   •  4 de Octubre de 2013  •  2.560 Palabras (11 Páginas)  •  212 Visitas

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LA CIENCIA, UNA CURIOSIDAD CIENTÍFICAMENTE ¿VALIDA?

Desde el principio de la vida, los seres humanos sentimos de forma natural el interés por conocer, pero sobre todo por comprender lo que nos rodea, lo que acontece con y en nuestra propia existencia, es decir somos curiosos, y desde el principio en que llegamos a este mundo nos captura el deseo de averiguar, de indagar , de inquirir para interpretar y crear una visión de nosotros y de la naturaleza con la que indudablemente estamos conectados, estableciendo así, una relación recursiva que parte de lo que conocemos o no de ella y de nosotros.

Relación que nos lleva a entender que todo lo que vemos y explicamos es concerniente con lo vivido a diario. En este contexto, científicos como Humberto Maturana (1995) entre otros, están dando un giro importante en la forma de concebir a las ciencias al hacer una crítica importante a la historia del pensamiento occidental, el cual define a “la ciencia como cualquier manifestación de conocimiento cuya validez puede ser defendida con fundamentos metodológicos” (p.63), lo que el autor desmitifica, pues en el texto la ciencia y la vida diaria: ontología de las explicaciones científicas esboza algunas reflexiones sobre lo que los científicos hacen en la práctica de la ciencia y la forma en que esto que hacen se relaciona con la vida cotidiana de todos y cada uno de nosotros (p. 64).

Partiendo de ello, en el presente escrito se hace una reflexión sobre las explicaciones y aportaciones del autor al campo del conocimiento científico, tomando como referencia la idea que se sostiene en la definición del hombre, como un ser en constante búsqueda de explicaciones, de verdades; de respuestas a las necesidades practicas de su vida, y como, a partir de ello ( de este sentido de curiosidad), el hombre científico revela, descubre y crea explicaciones satisfactoriamente validas en el momento histórico en que las desarrolla.

Explicaciones que están en constante transformación, que dejan de ser absolutistas y determinantes por que al final de todo se ven envueltas en una relación de venires y devenires que el mismo científico experimenta en esa indagación incesante que le da respuesta a cada duda al tiempo que le genera otra.

Volviendo así, a la ciencia, una construcción de la experiencia, una verdad relativa que existe con y en él; objetando de esta forma, la imagen del científico como poseedor de la única verdad y a la ciencia como propietaria de la realidad, una realidad inequívoca, intransmutable, determinada, creada por la curiosidad quien se ve anulada al volverse solo una explicación objetiva.

Una ciencia que realmente es construida a partir de ese deseo curioso característico del hombre que menciona Isaac Asimov (1984) en el libro Introducción a la ciencia I: Ciencias Físicas al expresar que “al principio todo fue curiosidad” (p.4) , aludiendo a la necesidad del ser humano por conocer y definiendo esta como una característica que poseen solo algunas formas de organismos vivos, pero sobre todo la especie humana.

Para explicar lo anterior recurriré a la siguiente alusión, pensemos en nuestro actuar diario, cuando al despertar imaginamos, pensamos o nos cuestionamos sobre lo que habrá de suceder durante el día, ¿quién no se ha dado el tiempo para reflexionar sobre lo transcurrido en su vida?. En otras palabras quien se exime de vivir día a día con la curiosidad metida en las venas, esa curiosidad que circula e invade nuestro ser; curiosidad que se expresa a cada instante, en cada paso dado, en cada experiencia vivida, en cada camino recorrido.

Curiosidad que fluye de forma innata en todos los seres humanos, que nos lleva a buscar explicaciones de todo y por todo, que nos hace vivir subyugados por la pasión por conocer, de explorar, de entender lo que sucede en este mundo, en este universo que no rodea y del cual somos parte porque él es parte de nosotros.

Esa pasión que nos lleva a buscar y sobre todo encontrar explicaciones que satisfagan las dudas que de manera inherente nos acechan, nos acosan, nos persiguen, nos agobian, nos mantienen en la incertidumbre con la inquietante necesidad de explicar lo que nos envuelve, lo que a nuestro alrededor acontece. Esta curiosidad que se manifiesta como detonante de las acciones y reacciones humanas, que provoca que el hombre, este gran hombre pensante delibere acerca del porqué de las cosas, llevándolo así a generar conocimientos, pensamientos, acciones, es decir a construir la ciencia.

Es esta duda, este deseo de conocer, lo que me lleva a recuperar las ideas que Humberto Maturana (1995) expone sobre la ontología de las explicaciones científicas en donde hace una analogía de la ciencia como parte de la vida diaria. Cuando expresa de forma tal este cambio que se manifiesta actualmente en la concepción de las ciencias como verdades absolutas, avizorándose a mi parecer, una revolución del pensamiento, de la revelación de la ciencia más como una verdad relativa que tiene validez y coexiste a la par de la vida humana que como una verdad absoluta e incuestionable.

Es decir la ciencia existe por que el ser humano le da vida, le otorga un sentido y este vive en la medida en que encuentra explicación de su propia existencia o como lo menciona el propio Maturana (1995) “la ciencia es una actividad humana que tiene validez…solo dentro del contexto de coexistencia humana en el que surge” (p 72).

Cabe entonces, aclarar que aunque la ciencia es una actividad humana no todos lo humanos hacemos ciencia, es decir aquellas explicaciones que generamos de manera cotidiana podrían ser ciencia, podrían formar parte de los conocimientos científicos, sin embargo son muy ambiguas y plurales, están llenas de suposiciones que aunque para nosotros revelen verdades, para los demás solo revelan explicaciones plagadas de inconsistencias sujetas a cuestionamientos y juicios de validez diversos.

No sucede así, con el conocimiento científico, pues los científicos quienes como humanos también son observadores (Maturana, p. 64), y por lo tanto en su condición humana pero también en su condición científica tienen como emoción fundamental: la curiosidad ; el deseo de conocer, la pasión por saber, siendo esto el motor que los impulsa a llevar a cabo su quehacer de forma minuciosa, profundizando en sus observaciones para transformarlas en ciencia, tomando como punto de partida el momento en que se forjan mediante el llamado criterio de validez.

Como puede apreciarse, la ciencia tiene un fundamento basado en el criterio de validación de las explicaciones científicas (Maturana, p. 74) convirtiéndola

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