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La Felicidad


Enviado por   •  1 de Julio de 2014  •  2.824 Palabras (12 Páginas)  •  206 Visitas

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DESARROLLO DEL TRABAJO

La ecología ha sido definida como el “estudio de las relaciones entre el medio ambiente y los organismos presentes en él ”. El medio ambiente, a su vez incluye las condiciones externas y los elementos naturales que influyen sobre los organismos. Dentro de la ecología encontramos un rama muy importante de la misma que es la Ecología Humana, la cual ha sido definida como el estudio científico de las relaciones espacio-temporales entre la especie humana y otros componentes y procesos de los ecosistemas de los cuales forma parte. En otras palabras, es el estudio de las relaciones entre los seres humanos y su entorno. Esta ciencia tiene por objetivo conocer la forma en que las sociedades humanas conciben, usan y afectan el ambiente, incluyendo sus respuestas a cambios en el mismo, a los niveles biológicos, sociales y culturales.

En la actualidad, podemos observar a través de distintos medios, la preocupación del hombre por su medio ambiente, por ejemplo diversas organizaciones como Greenpeace, World Wide Foundation (WWF), etc. Sin embargo el hombre, impulsado por el deseo de tener y gozar, más que de ser y crecer, consume de manera excesiva y desordenada los recursos de la tierra. Además de la destrucción irracional del ambiente natural hay que recordar la del ambiente humano. De manera tal que, si bien el hombre postmoderno demuestra preocupación por preservar el ‘hábitat’ natural, paradójicamente se esfuerza muy poco por salvaguardar las condiciones morales de una autentica ‘ecología humana’.

A nadie escapa cómo en un ámbito tan delicado y vital como su espacio, “casa”, la indiferencia o el rechazo de las normas éticas lleven al hombre al borde mismo de la autodestrucción. Accionar con la que, a veces, aparenta no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y según necesidades propias de una mentalidad de consumo.

Cuando la preocupación por el progreso económico y tecnológico no va acompañado de una preocupación por el equilibrio del ecosistema, nuestra tierra se ve inevitablemente expuesta a serios daños ecológicos, con grave detrimento del bien de los seres humanos. La crisis ecológica es, pues, evidentemente de carácter moral. En muchos comportamientos contaminantes hay una falta de respeto a la vida.

El Papa Juan Pablo II en su mensaje por la Jornada Mundial de la Paz del 1 de Enero de 1990 afirmaba que ante el deterioro ambiental la humanidad se da cuenta de que no se puede seguir usando los bienes de la tierra como en el pasado. Se está formando así una conciencia ecológica, que no debe ser obstaculizada, sino más bien favorecida.

Es necesario tomar mayor conciencia de que no se pueden utilizar impunemente las diversas categorías de seres como mejor apetezca, según las propias exigencias económicas. Al contrario, conviene tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado.

En las últimas décadas surgieron dos corrientes contrapuestas de la ecología: mientras que la primera tiende a la divinización del hombre considerándolo como creador del mundo y de sí mismo a través de su propio trabajo y concibe a la naturaleza como objeto de explotación y fuente inagotable de recursos. La segunda corriente de pensamiento, propone eliminar la diferencia ontológica y axiológica (ser y actuar) entre el hombre y los demás seres vivos, absolutizando la naturaleza por encima de la persona humana.

Estas posturas tienen en común el rechazo de Dios, son modos distintos de idolatría.

El cristianismo se distancia de estas posturas porque sabe que el hombre y la naturaleza son fruto de la acción creadora de Dios y que Cristo es el centro del cosmos y de la historia. Así lo afirma el Papa Benedicto XVI al recordar que el hombre mismo es parte de la naturaleza y debe respetar el orden de ésta en su vida como ser humano y advierte a los fieles, con preocupación, que cuando el hombre ignora este hecho y desprecia el orden de la creación se va encaminando a la destrucción de sí mismo.

Para tener una visión completa de la comprensión cristiana de la ecología es necesario hacer referencia a la creación, redención y a la esperanza en una tierra nueva.

Dios creó al hombre a su imagen y semejanza y la ubicó por encima de la naturaleza, con lo cual el hombre tiene una función de dominio sobre el mundo y esta función encuentra una adecuada expresión en el concepto de administración, pues ese dominio no es absoluto sino participado y virtuoso.

El Creador dejó trazado un orden al que debemos atenernos como administradores de su creación. Esto implica una tarea y una responsabilidad: el hombre recibe el poder de dominar el mundo no para destruirlo sino para convertirlo en el jardín de Dios y así tan bien en un jardín del hombre.

Se pueden distinguir dos acciones en el dominio del hombre sobre la creación: El conocimiento del cosmos y el trabajo para perfeccionarlo. Estas tareas llevan en sí una orientación ética, porque el uso de los bienes creados implica obligaciones morales.

El pecado original rompió la armonía del hombre con la creación. La crisis medio ambiental no es un error técnico sino un problema moral. Esta crisis es sobre todo el resultado de la voluntad humana que en lugar de tratar a la naturaleza en obediencia a la ley moral, ha decidido utilizarla como medio para exaltar el propio poder y bienestar.

La tutela del medio ambiente debe ser apreciada como responsabilidad de cada hombre ante el bien común y los designios de Dios.

La visión cristiana acerca del dominio del hombre sobre la creación sería incompleta si no se tiene en cuenta la visión escatológica: el camino de la salvación pasa a través de la santificación de las realidades terrenas. Por esta perspectiva los cristianos no pueden desentenderse de las cosas terrenas - en particular de los problemas ecológicos- por la esperanza de un cielo y tierra nueva, sino que esa misma esperanza los estimula a esforzarse con perseverancia ordenando las realidades terrenas según el designio divino.

La dimensión escatológica de la nueva creación entraña el esfuerzo del hombre por renovar el mundo por medio del trabajo, pero esto es solo posible si el hombre se renueva interiormente.

UNIR LA IDEA esta con LA FELICIDAD

Es por ello que consideramos de fundamental importancia centrarnos en la renovación del hombre entendida como su deber, su aproyección en la búsqueda del bien, ideas que podremos interpretar desde la interpretación del concepto de “felicidad” …ESTO ES UNA IDEA PARA UNIR, REVISAR

Para los

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