La Globalización En La República Dominicana
Guillermoiriz29 de Noviembre de 2011
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La Globalización en la República Dominicana
Por Edward Irizarry, MS, MBA
Definitivamente, el mundo se encuentra viviendo una nueva etapa en lo que respecta a negocios, economía, comercio, geopolítica y sociedad. Lamentablemente en una nota discordante, en pleno Siglo XXI, muchas de las empresas dominicanas no se encuentran preparadas para competir en una aldea global, donde la fabricación de productos de clase mundial es lo importante. Todavía muchos de los sectores que forman parte de nuestra economía basan su desarrollo y progreso en el sistema paternalista-proteccionista gubernamental, lo que representa miopía comercial a mediano y largo plazo en la manera de visualizar, proaccionar e implementar las estrategias de los negocios. Aún muchas de nuestras organizaciones no entienden que el paradigma de la competencia ha cambiado; que ayer nos preocupábamos por las empresas competidoras locales, mientras que hoy competimos con el mundo, que para poder existir es saludable considerar la posibilidad de “Coo-petir” en lugar de “Competir” y que debemos ser progresivamente competentes en todo nuestro trayecto, lo que implica incrementar consistentemente la productividad, la eficacia y la eficiencia de lo que hacemos, algunas veces disminuyendo focalizadamente nuestra rentabilidad. Debido a esto, considero que en diversas franjas de nuestra economía tendremos muchas empresas desaparecidas, que no resistirán las embestidas de un mercado altamente camaleónico.
La humanidad está atravesando la brecha que separa dos eras. Estamos viajando de la Revolución Industrial a la Sociedad del Conocimiento, en donde tendrán mayores posibilidades de éxito los que tengan mayor acceso a informaciones y las utilicen efectivamente en beneficio de sus entidades. Paradójicamente, una gran cantidad de nuestras instituciones, gubernamentales y privadas, no poseen ni la estructura de hardware y software mínima requerida para funcionar con la velocidad, la prudencia y la precisión que urge en nuestros tiempos. Desde mi óptica, esto constituye una gran desventaja en materia de comercio exterior.
Tenemos productos con alto potencial para ser internacionalizados, otros ya han entrado a ese terreno, sin embargo, en muchos casos nos encontramos significativamente limitados por nuestras capacidades de producción. Quizás temporalmente, pero pienso que esa situación nos ataría de pies y manos a corto y mediano plazo, bajo la premisa de que esos productos podrían masificarse en mercados externos.
En momentos en que la sociedad internacional evalúa la efectividad y la eficiencia de los sistemas de producción en función de la consistencia o aseguramiento de la calidad que estos presenten, tanto en las diferentes etapas de los procesos como en los productos finales, aún empresas locales siguen sumidas en un limbo antieconómico y antiexportable considerando como costo, y en el peor de los casos un gasto, la asignación de partidas para las mejoras de calidad. En un mundo cada vez más pequeño, observamos como continuamente se incrementan las expectativas de los consumidores, lo que provoca que aumenten proporcionalmente los estándares de los productos ofertados. La calidad deficiente no encaja en el engranaje de hoy. Las empresas que padecen este mal desaparecerán y nosotros tenemos muchas de ellas.
Una gran proporción de la cooperación internacional que se brinda actualmente, con posibilidades reales de incrementarse drásticamente en el futuro, se fundamenta en el concepto de desarrollo sostenible, el cual acuña el cuidado y protección del medio ambiente como única alternativa de preservar el planeta. Todavía en nuestro país muchas personas no nos identificamos con ese concepto, por lo que los resultados obtenidos en este aspecto son aún tenues. Entiendo que es necesario que, por legislación, toda empresa radicada o que
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