La Integridad

LA INTEGRIDAD MILITAR UN COMPROMISO DE HONOR Y LEALTAD

Al rey, la vida y la hacienda se han de dar, pero la integridad es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios.

Esta conceptualización poética nos permite identificar la abstracción y la importancia de la integridad como un legado divino, y lo encuadra entre las posesiones más valiosas de un hombre.

No es la integridad, como muchos equivocadamente piensan, el juicio que se forman los demás personas sobre nuestros actos, confundiéndolo así con la honra. La integridad se basa en la conciencia individual, que es, para cada uno, juez inapelable de su accionar.

Desde la más remota antigüedad todos los pueblos y culturas han tenido plena conciencia de los sentimientos de la dignidad personal que impulsan secretamente a cada uno a cumplir severamente con sus deberes. Estos sentimientos se encierran en una sola palabra: integridad

Todo miembro de FF.AA ha contraído de por vida, y habita en lo más íntimo de su ser, un compromiso hacia su patria, a cuyo servicio ha decidido libremente consagrarse hasta las últimas consecuencias, por lo que llegado la hora de "morir por la gloria e integridad de la patria no tiene el que morir no quiere...”.

Un militar que rinde culto a la integridad, implícitamente lo está haciendo a la abnegación, a la responsabilidad, a la lealtad y al compañerismo. Y es que la integridad entraña los más nobles sentimientos de fidelidad y los encasilla en la moralidad y buena fe de los hombres. Un hombre sin integridad, ha perdido su más grande posesión.

Las fuerzas armadas deben asimilar los valores de la sociedad en la que están integradas, pero preservando siempre las virtudes que constituyen la esencia de la institución militar, la esencia del alma de soldado, que se apoya en la práctica incesante de valores del espíritu que le conducen, en las situaciones extremas, a estar dispuesto a dar la vida en aras de la defensa de un ideal. Y es que la profesión militar (yo prefiero llamarla vocación) es imposible de entender desde una perspectiva vanamente material.

Por eso cuando se hace referencia a la carrera militar la integridad del soldado se convierte en el fundamento principal ya que al cumplir con todo lo requerido esencialmente las reglas, se considera como una persona honrada por el mismo y por las demás personas.

Es aún más despreciable el militar que es capaz de trabajar más por su reputación que por la misma patria, que busca más la fama que el bien de sus tropas y sin importar sus ambiciones pone en peligro las vidas de quienes lo rodean traicionando la confianza de sus subordinados y por ende traicionando a sus principios de integridad moral y a su propia conciencia.

El militar no debe buscar glorias falsas acosta de sus subalternos y conciudadanos, se debe cumplir a cabalidad con los principios y valores que esta profesión imparte, ya que todas las victorias y condecoraciones llegaran por si solas.

La integridad es sinónimo de lealtad, fidelidad, franqueza, nobleza, honradez, sinceridad y rectitud. Sólo se es integro si se es leal. Es imposible pensar en integridad sin que vaya unida a la lealtad. Servir con integridad a la patria significa también servir con franqueza, sinceridad y honradez. Es servir con la verdad por delante. No se es integro si se engaña, si no se dice la verdad o se dicen sólo medias verdades o se dice lo que al líder agrada, lo que éste desea oír; si se le esconden situaciones y hechos independientemente de las motivaciones que se tenga.

En lo que respecta a integridad, poco sirven las palabras y las posiciones tibias. Ella se experimenta de forma contundente, se demuestra con acciones, se evalúa afectivamente y se defiende de modo radical, ya sea que se trate de lealtad para con nosotros mismos o para con los demás.

Compañeros soldados recordemos,

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