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La Urbanización Acelerada


Enviado por   •  29 de Abril de 2014  •  1.051 Palabras (5 Páginas)  •  955 Visitas

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La urbanización acelerada

En la mayoría de países en desarrollo, el crecimiento de la población urbana ha aumentado, mientras que tiende a disminuir en los más desarrollados. Este crecimiento se debe no sólo al aumento de las tasas de natalidad, sino también a la tendencia migratoria desde las áreas rurales hacia las zonas urbanas, especialmente de gente de escasos recursos que busca establecerse en las ciudades para obtener un mejor acceso a los servicios y a las fuentes de trabajo. El resultado es la creación de asentamientos precarios en zonas marginales.

La pobreza

Los desastres naturales en América Latina y el Caribe han demostrado invariablemente que quienes más sufren el impacto son aquellos con bajos ingresos y viviendas de mala calidad. Los más pobres, con niveles educativos más bajos, por lo general viven en asentamientos improvisados en lugares vulnerables, como las "favelas" ubicadas en las faldas de las montañas de Río de Janeiro, propensas a los deslizamientos, o en las laderas de los volcanes o a orilla de los ríos. Durante las sequías, los más afectados son los pobres que no pueden adquirir alimentos. La hambruna es, con mayor frecuencia, el resultado de la falta de dinero para adquirir alimentos, que de la falta de alimentos en si. La pobreza también es la mayor causa de migraciones interna e internacional, lo cual plantea serios desafíos tanto en términos de ayuda inmediata, así como en los esfuerzos para el desarrollo a largo plazo.

Un estudio de UNDRO (1988) estimó que el 95% de las muertes causadas por los desastres ocurren entre el 66% de la población de los países más pobres del mundo. En el Japón, por ejemplo, el promedio anual de muertes producidas por desastres naturales es de 63; mientras que en el Perú, con una incidencia similar de desastres naturales, la cifra es de 2.900.

América Latina y el Caribe comparten un problema común a otras regiones del mundo: los pobres no sólo soportan una cuota desmedida del impacto de los desastres, sino que además se encuentran en desventaja durante las fases de rehabilitación y reconstrucción. Antes del desastre, estos grupos dependen de sus escasos ingresos, muchas veces originados en su propio hogar, para la supervivencia diaria. El desastre no sólo les destruye sus fuentes de trabajo, sino que es difícil que puedan afrontar gastos adicionales en la compra de materiales para la reconstrucción. De esta forma, se acelera el ciclo de empobrecimiento y, consecuentemente, aumenta la vulnerabilidad frente a los desastres.

Vulnerabilidad de las construcciones

El tipo de construcciones, tanto como la densidad de población en las áreas de mayor amenaza, es un factor que incrementa la vulnerabilidad. Se calcula que un 90% de las víctimas de los terremotos se debe al colapso de las edificaciones, como fue el caso en Nicaragua en 1972 y en Guatemala en 1976. Una situación similar ocurrió en Dominica en 1979 y en Montserrat en 1989, donde un 90% de los colapsos de viviendas se debió al incumplimiento de las normas para la construcción resistente a vientos huracanados.

Muchos de los edificios antiguos en América Latina, tanto de uso residencial como institucional, están hechos de adobe y mampostería no reforzada. Las casas de adobe son poco resistentes a terremotos ya que no se comportan como las construcciones de madera, más livianas y flexibles. El peso de los techos de tejas de barro también contribuye a su inestabilidad, tal como ocurrió en el terremoto de Guatemala, donde muchos murieron a causa del colapso de edificios.

En gran medida, la infraestructura de los servicios básicos como el agua y la energía es antigua, y la falta de presupuesto para mantenerla apropiadamente es un problema en muchos países, en especial porque constituye un obstáculo para la prestación ininterrumpida de los servicios en caso de desastre. Esta situación también se presenta en instalaciones como hospitales y escuelas que, durante décadas, han sido modificadas sin tomar en cuenta consideraciones de seguridad ante los desastres, lo cual aumenta el riesgo para una población ya de por si vulnerable, como son los niños, los enfermos y las personas de escasos recursos.

Factores ambientales

El ambiente que rodea a los asentamientos humanos contribuye a la ocurrencia de desastres. En algunos casos, este entorno no puede modificarse y la población debe adaptarse para evitar las serias consecuencias inherentes a la locación. Por ejemplo, el tipo de suelo es un factor determinante para que los efectos de un terremoto sean más fuertes en un lugar que en otro. El terremoto de 1985 en México tuvo su epicentro frente a la costa del estado de Guerrero, 350 kilómetros al suroeste de la ciudad de México. La ciudad costera más cercana al epicentro, Acapulco, sufrió daños menores, pero la capital fue devastada. La ciudad de México fue construida donde estuvo Tenochtitlán, la capital del Imperio Azteca. Con el tiempo el lago Texcoco, que rodeaba esta ciudad, se secó, dejando profundas capas de arcilla, arena y grava bajo la superficie. A diferencia de la roca sólida, el suelo bajo la ciudad de México amplificó las ondas sísmicas con un movimiento parecido al vaivén de las olas del mar, que muchos edificios no pudieron resistir.

En otros casos, la acción del hombre para modificar el entorno es la que propicia los desastres. El uso irracional de la tierra, la deforestación y la degradación ambiental crean condiciones precarias que multiplican los efectos de los desastres. Por ejemplo, la deforestación provoca el escurrimiento rápido de la aguas, contribuyendo a inundaciones y deslizamientos; y la destrucción de los manglares disminuye la capacidad de los litorales para resistir los vientos tropicales y los oleajes.

El uso de tecnología avanzada para la producción agrícola en gran escala puede ser dañino. Cuando se utiliza maquinaria para el cultivo las berras más fértiles, los campesinos pierden su trabajo y se ven forzados a emigrar hacia las áreas marginales.

Muchas veces, las sequías pueden exacerbarse por patrones de cultivo deficientes, exceso de pastizaje, explotación indiscriminada de los recursos naturales, deforestación y técnicas inapropiadas para la conservación de los suelos. La deforestación en Haití, a causa de la explotación de maderas finas para la exportación y a la falta de combustibles, ha contribuido a la sequía en este país. En América Latina, aproximadamente una quinta parte del territorio está amenazado por el proceso de desertificación, cuyas consecuencias pueden incluir inestabilidad social, conflictos y migraciones masivas, además de hambre y enfermedades.

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