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La casa embrujada.


Enviado por   •  10 de Enero de 2016  •  Resúmenes  •  793 Palabras (4 Páginas)  •  239 Visitas

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LA CASA EMBRUJADA

Se acercaba Halloween y, en repetidas ocasiones, mis amigos habían intentado convencerme para hacer algo divertido esa noche, pero a mí no me resultaba nada agradable entrar en sitios ajenos y mucho menos en un lugar tan apartado de la ciudad como era la vieja mansión Trevor.

En varias ocasiones, mis amigos, principalmente Erik y Héctor, me acobardaban diciendo:

  • Miguel eres un cobarde, nunca te atreves a hacer cosas divertidas.

Ya estaba harto de soportar esa situación y, en vista de la llegada en los próximos días del día de los muertos, decidí proponerles algo.

Cuando les reuní no imaginaron que yo fuera capaz de aquello y quedaron muy sorprendidos ante mi propuesta. Les dije que quería demostrarles lo valiente que podía llegar a ser y que la noche de Halloween quería entrar en la vieja mansión abandonada que hay en dirección a las montañas, a las afueras de la ciudad. Todo iba bien de no ser porque Héctor, arriesgado y sin miedo a nada, añadió a mi plan algo que no me agradó, pero que debía aceptar para no quedar mal delante de Susana y Marcos, y sobre todo de los artífices de todos los planes maquiavélicos que realizábamos.

Llegó la esperada noche de Halloween y, aunque el tiempo no era del todo desapacible, empezaba a llover tímidamente cuando nos dirigíamos por la antigua carretera comarcal, actualmente utilizada como camino. Las bromas eran constantes, los sustos debido a la oscuridad ya eran innecesarios y los continuos comentarios de Erik y Héctor no hacían sino avivar mis ansias de demostrarles que no era un cobarde. Todo parecía ir viento en popa cuando de repente Marcos se quejó de un manotazo por detrás. Nos asustamos un poco porque los graciosos de turno iban delante discutiendo acerca del plan de Héctor, la guija, y la única persona que iba un poco más rezagada era Susana que insistía en no haber hecho nada. Lo dejamos pasar sin más.

Llegamos a las inmediaciones de la mansión y tuvimos que saltar la verja para poder entrar en el recinto. Estaba oscuro y daba bastante miedo, miedo que yo no podía manifestar bajo ningún concepto o sería mi fin. Conseguimos entrar a la casa por una ventana rota y mientras lo más valientes subían a la planta superior a inspeccionar, Susana, Marcos y yo encendimos las velas y linternas que llevábamos. Oíamos ruidos, pero nada que no fuera normal en una casa tan vieja y abandonada. De repente, escuchamos a Erik que bajaba muy enfadado y discutiendo con su inseparable amigo. Parece ser que discutían porque uno había asustado al otro y no era capaz de reconocerlo, es más insistía en que él nunca haría una cosa así. Esto nos preocupó, pues Héctor parecía no mentir y además no era el primer susto que nos llevábamos en la noche.

La lluvia era más fuerte según avanzaba la noche y la casa empezaba a hacer ruidos extraños. Yo empecé a pensar en lo innecesario de esta experiencia y en lo bien que estaría pidiendo caramelos por las casas disfrazado de algún atuendo de mi hermano mayor, pero no. Yo estaba allí con todas las consecuencias, como todos. Empezaron a disponer en el suelo el tablero en el que tenían pensado hacer la sesión de espiritismo y nada más abrirlo sonó un portazo en la planta de arriba que nos sobrecogió a todos, incluso a Erik.  Esto me asustó hasta el punto de decidir abandonar, pero cuando estaba a punto de hacerlo Susana me cogió la mano intentando tranquilizarme. Ambos sabíamos que estábamos muy asustados y que lo mejor era irnos, pero ninguno dio el primer paso.

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