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La desaparición del erotismo


Enviado por   •  24 de Marzo de 2014  •  Reseñas  •  1.783 Palabras (8 Páginas)  •  601 Visitas

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"Hacer el amor en nuestros días, en el mundo occidental, está más cerca de la pornografía que del erotismo y paradójicamente ello ha resultado como un desvío degradado y perverso de la libertad

En el capítulo, que confesó es el más corto de su ensayo, Vargas Llosa remarca que la divulgación de los misterios del erotismo significa un "retroceso" que puede degradar el sexo a "lo puramente instintivo y animal".

"Si queremos que el amor físico contribuya a enriquecer la vida de las gentes liberémoslo de los prejuicios, pero no de las formas ni de los ritos que lo embellecen y civilizan", apunta.

de lo público que se está volviendo la sexualidad, a la campaña dirigida a los jóvenes españoles, denominada "El placer está en tus manos", que promueve talleres de masturbación.

Para el escritor, el objetivo de esa campaña es válido si logra combatir prejuicios, pero no si empobrece el acto sexual y lo vuelve un ejercicio puramente físico, "desprovisto de sensibilidad y emoción".

"Con sexo público, sano y normal la vida se volvería más aburrida, mediocre y violenta de lo que es", afirmó el escritor.

El autor de "La guerra del fin del mundo" también estima que las futuras generaciones pueden desilusionarse del sexo al banalizarlo y llegar a perder su misterio, pasión, fantasía y creatividad. "No es abusivo decir que el erotismo representa un momento elevado de la civilización y que es uno de sus componentes determinantes", enfatiza.

IV. La desaparición del erotismo

«El erotismo ha desaparecido, al mismo tiempo que la crítica y la alta cultura. ¿Por qué? Porque el erotismo, que convierte el acto sexual en obra de arte, en un ritual al que la literatura, las artes plásticas, la música y una refinada sensibilidad impregnan de imágenes de elevado virtuosismo estético, es la negación misma de ese sexo fácil, expeditivo y promiscuo en el que paradójicamente ha desembocado la libertad conquistada por las nuevas generaciones.»

«Queríamos acabar con las elites (…). Pero hemos conseguido una victoria pírrica, un remedio peor que la enfermedad: vivir en la confusión de un mundo en el que, paradójicamente, como ya no hay manera de saber qué cosa es cultura, todo lo es y ya nada lo es.»

Hay muchas formas de definir el erotismo, pero tal vez la principal sea llamarlo la desanimalización del amor físico, su conversión, a lo largo del tiempo y gracias al progreso de la libertad y la influencia de la cultura y las artes en la vida privada, de mera satisfacción de una pulsión instintiva en un quehacer creativo y compartido que prolonga y sublima el placer físico rodeándolo de rituales y refinamientos que llegan a convertirlo en obra de arte.

Tal vez en ninguna otra actividad se haya ido estableciendo una frontera tan evidente entre lo animal y lo humano como en el dominio del sexo, diferencia que, en un principio, en la noche de los tiempos, no existía y confundía a ambos en un acoplamiento carnal sin misterio, sin gracia, sin sutileza y sin amor.

La humanización de la vida de hombres y mujeres es un largo proceso en el que intervienen el avance de los conocimientos científicos, las ideas filosóficas y religiosas, el desarrollo de las artes y las letras y en esa trayectoria nada se enriquece más ni cambia tanto como la vida sexual. Ésta ha sido siempre un fermento ígneo de la creación artística y literaria y, recíprocamente, pintura, literatura, música, escultura, danza, todas las manifestaciones artísticas de la imaginación humana han contribuido al enriquecimiento del placer a través de la práctica sexual. Por eso, no es abusivo decir que el erotismo representa un momento elevado de la civilización y es uno de sus ingredientes determinantes.

Para saber cuan primitiva es una comunidad o cuánto ha avanzado en su proceso civilizador nada tan útil, rompiendo sus secretos de alcoba, que averiguar cómo hace el amor.

El erotismo, sin embargo, no sólo tiene esa función positiva y ennoblecedora de embellecer el placer físico y abrir un amplio espectro de sugestiones y posibilidades que permitan a los seres humanos satisfacer sus particulares deseos y fantasías.

Es también un quehacer que saca a flote aquellos fantasmas escondidos en la irracionalidad que son de índole destructiva y mortífera. Freud los llamó la vocación tanática, que se disputa con el instinto vital y creativo –el Eros- la condición humana. Librados a sí mismos, sin freno alguno, aquellos monstruos del inconsciente que asoman y piden derecho de ciudad en la vida sexual si no son frenados de algún modo podrían acarrear la desaparición de la especie. Por eso el erotismo no sólo encuentra en la prohibición un acicate voluptuoso, también un límite violado el cual se vuelve sufrimiento y muerte.

Nadie ha estudiado con más lucidez que Georges Bataille este aspecto dual -vida y muerte, placer y dolor, creación y destrucción- del erotismo y por eso ha hecho bien Guillermo Solana poniendo de título a la exposición que ha organizado en los locales del Museo Thyssen y Caja Madrid el que dio el gran ensayista francés al último libro que publicó en vida: Lágrimas de Eros.

Se trata de una excelente muestra que con unos ciento veinte cuadros, esculturas, fotografías y videos ilustra la variedad temática y la excelencia formal que ha llegado a alcanzar la experiencia

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