La esencia de la codicia

Es indudable que uno de los flagelos de nuestra sociedad es la avaricia. Hay hombres realmente avaros, o sea, que de cualquier forma obtienen dinero ¿Pero qué hacen con ese dinero? Acaso.. ¿Ayudan a los demás? O simplemente acumulan dinero sobre más dinero ¿Sólo para aumentar sus propias riquezas y ni siquiera disfrutar de ellas?

La avaricia es uno de los siete pecados capitales del hombre, se entiende como una preferencia sobre las riquezas, bienes y lujos o un deseo excesivo de obtener éstas.

El hombre avaro vive pobre y muere rico, ya que va acumulando riquezas pero no hace uso de ellas, por ejemplo, en la obra “El Avaro” de Moliere, se relata claramente los conflictos que puede provocar la avaricia, en este caso, de Harpagón, un hombre mayor que despoja a sus hijos de su fortuna y también del asunto afectivo. ¿Pero qué ocurre con este hombre avaro? Valora más al dinero que a él mismo y su familia y sus propias riquezas lo manejan a él.

Frente a esto podemos citar al refrán, “La avaricia rompe el saco”, es el ansia de querer más, no conformarse con nada y arriesgarse a conseguir mejores cosas, pero ¿Qué ocurre? Lo contrario, nos pasa la cuenta.

Podemos reflexionar con esta frase de Dante Alighieri: “La avaricia es de naturaleza

tan malvada y perversa, que jamás sacia su voraz apetito, y después de comer tiene más hambre que antes”.

En conclusión, la avaricia es un defecto del ser humano que logra anteponer la riqueza frente a diversas facetas de la vida cotidiana del hombre.

En lo personal, la avaricia provoca que las personas estén fuera de control y no logren captar los verdaderos intereses en sus vidas. Para mí, el hombre avaro acumula y acumula para llenar un vacío inconcientemente, pero jamás llenará con esto el vacío de logros humanos que hay en su interior.

...