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Laicidad

alexia8aPráctica o problema10 de Mayo de 2013

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Laicidad

¿Qué es laicidad?

La laicidad es un movimiento a favor de la libertad del hombre. Nacida con la ilustración y con

el impulso de democratización y reforma de la sociedad originado por la Revolución Francesa,

la laicidad no profesa ni una edad de oro del futuro, desde la que deba interpretarse y

condenarse nuestro lastimoso presente, ni una edad áurea del pasado, de una época mejor

respecto a la que el mundo de hoy sólo sería un oscuro y débil reflejo.

Hoy, si uno se identifica como partidario de la laicidad es posible sea tachado negativamente,

de anticlerical, o, peor, de antirreligioso. Es necesario precisar que laicidad no es sinónimo de

negación de religión, desde el punto de vista de la libertad de cada individuo para creer en

cualquier religión o ideología. La laicidad defiende apasionadamente la libertad de pensamiento

y de conciencia.

Libertades Laicas

red iberoamericana por las libertades laicas

De hecho, destacados laicistas, como Voltaire, han sido teístas. Las acusaciones y denuncias

de personalidades eclesiásticas durante los dos últimos siglos, identificando laicidad con

supresión de la libertad religiosa, no se sostienen si se considera que el movimiento laico ha

impulsado programas de reconocimiento de la libertad de culto o de la afirmación de la libertad

de elección en leyes que regulan situaciones de conciencia.

El concepto de laicidad excede el puro ámbito científico-conceptual y roza los campos de la

disciplina de los valores —axiología— y de los deberes —deontología. Es, a la vez, un

concepto y un valor. En tanto concepto es una construcción de la mente humana que puede

ser explayada y desenvuelta en una definición precisa, examinada con ciertos criterios lógicos

y pensada a la luz de enfoques rigurosamente racionales y objetivos. En tanto valor, concierne

a la categoría de lo estimable y, por la tanto, su misma esencia es susceptible de

cuestionamiento y discusión de tipo ideológico y subjetivo. Ello explica la virulencia de las

controversias al respecto.

La laicidad es respeto por las creaciones personales de los demás, las libres opciones de cada

sujeto, la singular cosmovisión de cada uno y, más precisamente, por el derecho a generarlas

sin coacciones.

La laicidad tampoco debe confundirse con la libre expresión, sino como libre posibilidad de

acceso a los bienes formativos de la cultura; por eso las omisiones, falseamientos o mensajes

implícitos, maniqueísmos, etc., son formas de no respetarla.

La laicidad no es tampoco ni pura objetividad ni neutralidad. La laicidad no es objetividad,

porque los conocimientos no son objetivos y si optáramos por ella —si fuera posible—

mataríamos la vitalidad de las aulas.

Tampoco es neutralidad, aunque ambas son formas de no-pronunciamiento: la laicidad implica

no ignorar, sino encarar la problemática controversial de que se trata; en cambio, la neutralidad

es indiferencia, negligencia.

El tema de la laicidad es un tema muy caro a la educación en algunos países de Latinoamérica,

y ello se debe a su contrastación histórica con el laicismo (sinónimo de anticlericalismo) y

precede toda postura docente. Evidentemente, también hoy debemos optar por posturas laicas

en el campo educativo, pero éste no es el agente más relevante en la formación de los valores:

otros agentes, como vimos antes, median casi o más activamente que la educación en valores.

Lo que tenemos claro es que al aula van a llegar muchos más temas controversiales que antes

y para ello es fundamental tener una postura no prescindente,

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