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Las revoluciones políticas, económicas o sociales

Mariana123V25 de Octubre de 2013

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TRODUCCIÓN

Me parece que una clase completamente distinta de moralidad y de conducta, y una acción que

surja de la comprensión de todo el proceso del vivir, se han vuelto una necesidad urgente en nuestro

mundo de crisis y de problemas en constante aumento. Tratamos de abordar estos problemas

mediante métodos políticos y de organización, mediante reajustes económicos y diversas reformas;

pero ninguna de estas cosas resolverá jamás las complejas dificultades de la existencia humana, aun

cuando puedan ofrecer un alivio transitorio. Todas las reformas, por extensas y aparentemente

duraderas que sean, son en sí mismas causa de ulterior confusión y nueva necesidad de reformas. Sin

comprender todo el complejo ser del hombre, las meras reformas producirán sólo la confusa

exigencia de más reformas. Las reformas no terminan nunca y, a lo largo de estas mismas líneas, no

existe una solución fundamental.

Las revoluciones políticas, económicas o sociales tampoco son la respuesta, porque han

producido tiranías espantosas o la mera transferencia de poder y autoridad a manos de un grupo

diferente. Tales revoluciones jamás son la salida para nuestra confusión y para el conflicto en que

vivimos.

Pero hay una revolución que es por completo diferente y tiene que ocurrir si hemos de emerger

de la inacabable serie de ansiedades, conflictos y frustraciones en que estamos atrapados. Esta

revolución tiene que comenzar no con teorías e ideaciones que, a la larga, demuestran ser inútiles,

sino con una transformación radical en la mente misma. Una transformación semejante sólo puede

tener lugar mediante una educación correcta y el total desarrollo del ser humano. Es una revolución

que ha de ocurrir en la totalidad de la mente, y no sólo en el pensamiento. El pensamiento, después

de todo, es sólo un resultado y no la fuente, el origen. Tiene que haber una transformación radical en

el origen mismo y no una mera modificación del resultado. Al presente, nos entretenemos con los

resultados, con los síntomas. No producimos un cambio vital desarraigando los viejos métodos de

pensamiento, liberando a la mente de las tradiciones y los hábitos. Es en este cambio vital en el que

estamos interesados, el cual sólo puede originarse en una correcta educación.

La función de la mente es investigar y aprender. Por aprender no entiendo el mero cultivo de la

memoria o la acumulación de conocimientos, sino la capacidad de pensar clara y sensatamente sin

ilusión, partiendo de hechos y no de creencias e ideales. No existe el aprender, si el pensamiento se

origina en conclusiones previas. Adquirir meramente información o conocimiento, no es aprender.

Aprender implica amar la comprensión y amar hacer una cosa por sí misma. El aprender sólo es

posible cuando no hay coacción de ninguna clase. Y la coacción adopta muchas formas, ¿no es así?

Hay coacción a través de la influencia, a través del apego o la amenaza, mediante la estimulación

persuasiva o las sutiles formas de recompensa.

La mayoría de la gente piensa que el aprendizaje es favorecido por la comparación, mientras

que en realidad es lo contrario. La comparación genera frustración y fomenta meramente la envidia,

la cual es llamada competencia. Como otras formas de persuasión, la comparación impide el

aprender y engendra el temor. También la ambición engendra temor. La ambición, ya sea personal o

identificada con lo colectivo, es siempre antisocial. La así llamada ambición noble es

fundamentalmente destructiva en la relación.

Es necesario alentar el desarrollo de una buena

...

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