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Los Chinos En Argentina


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2013  •  2.250 Palabras (9 Páginas)  •  338 Visitas

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Este trabajo consta en la realización de un mapa en donde se verán representados los supermercados chinos que hay en la zona de Belgrano entre Cabildo, Pampa, Cramer y Juramento. Nos resulta interesante poder ver reflejado en un mapa lo que tanto se habla y chismea entre los ciudadanos de Bs. As.: ‘’La gran y masiva inmigración de chinos construyendo centenares de supermercados por la ciudad’’. Estos supermercados son furor. No cierran por feriados, abren todos los días temprano y cierran tarde. En síntesis es, la gran ‘’salgo del apuro’’ de los porteños. La idea es también, contar un poco la historia de los supermercados Chinos en Bs. As. , cuándo? cómo?, por qué? Belgrano nos pareció interesante ya que, por un lado, es donde transcurrimos muchas horas de nuestras vidas, y por otro, es una localidad de consumo, muchos edificios, etc. Así que vemos adecuado analizar la cantidad y ubicación de los supermercados. A demás a todo esto no es de menor importancia mencionar que a tan solo unas cuadras de ahí se encuentra el barrio Chino. Enotnces: cuándo? cómo? por qué? Los supermercados chinos en la ciudad de Buenos Aires desde hace tiempo forman parte de la postal de cada barrio. En la actualidad ocupan el lugar que antaño tenían los almacenes de los "gallegos", es decir, de los inmigrantes españoles que sobre todo escapando de la Guerra Civil española se afincaron en la Argentina para integrarse y enriquecer a nuestra sociedad. Como muchos sabemos, en China no se puede tener más de 1 hijo. A las mujeres que quedan embarazadas de su segundo hijo les proponen abortar o les dan aproximadamente 50000 pesos para que se vayan del país. En el afán de conseguir país y sentir mucha plata entre sus manos, los chinos vienen para Argentina (uno de sus paraderos) e instalan supermercados chinos. Lástima que nunca nadie les avisó que esa cantidad de dinero no era nada.

Para conocer un poco la historia, nos encontramos con una nota muy interesante hecha por el Diario La Nacion, en octubre de 2011:

En la provincia china de Fujián prácticamente sólo hay niños y viejos. El resto vive en el exterior, y una buena parte de ellos, en la Argentina. Lejos de la superpotencia cuyo desarrollo asombra al mundo y que, según los expertos económicos, será la dueña del siglo XXI, la aventura argentina que emprendieron más de 100.000 chinos continentales -el 80%, originarios de Fujián- encierra mitos y prejuicios, una cultura milenaria, mucho sacrificio y supersticiones. Una dura vida de inmigrantes, con privaciones y sueños modestos, entre góndolas de supermercados "argenchinos" -abren a razón de 20 por mes y ya son más de 10.000- y exóticas cocinas humeantes.

LA NACION se sumergió en la vida cotidiana de esta particular colectividad que, más allá de las dificultades idiomáticas, prefiere el silencio, y, tras vencer no pocas reticencias, logró develar códigos y secretos de un grupo inmigratorio que sólo en el último año desaceleró su crecimiento.

La ciudad de Buenos Aires y el conurbano son la meca de esa inmigración. Hay un súper chino cada cuatro cuadras, en promedio. Y en ellos no se habla nada o casi nada de español ("sí" o "no", como mucho). La proeza comercial demuele, de todos modos, la enorme muralla idiomática. "Nosotros nos movemos bien en el ámbito comercial, pero cuando pasamos de ese espacio, fuimos..., nos cuesta mucho", cuenta Zheng Jicong, aquí llamado "Oscar", que aprendió el idioma luego de dos años de tomar clases. Llegó al país en 1992. Su padre y su madre lo trajeron a la Argentina, junto con sus hermanos, para probar suerte y abrir un restaurante en Once.

Zheng miraba la televisión en su nuevo hogar porteño. Justo daban la entrega de los premios Oscar. Decidió entonces llamarse Oscar, a secas. Simple y complejo a la vez. Es que lo primero que hace un inmigrante chino cuando llega al país es "bautizarse". Muchos eligen llamarse Juan (similar a Huang) o Martín (por el "tín", similar al "chin"), y entre las mujeres, Luisa (por Liu).

En la provincia de Fujián, explica, tradicionalmente las familias emigran hacia algún lugar del planeta que facilite documentación. Estados Unidos fue el horizonte por muchos años. Pero se agotó. La Argentina apareció como opción hace unos 20 años. Al principio de 2000, los chinos conseguían un documento argentino (que les permitía obtener el visado para viajar por el mundo) en tres o seis meses como máximo. Pero eso cambió: hoy demoran entre seis y dos años, lo cual provocó un desaceleración de la inmigración.

"Las grandes oleadas de inmigrantes chinos a la Argentina fueron en la década del 90. Hoy como China está dando más posibilidades a su gente podemos hablar de una desaceleración de esta inmigración desde 2009 hacia adelante. Y al crecer el mercado interno de consumo en China necesitan que el extranjero provea servicios allá que ellos no tienen. Por eso ahora latinoamericanos, europeos y hasta africanos se están radicando allá", dijo a LA NACION el director de la Cámara Argentino China de la Producción, la Industria y el Comercio, Miguel Angel Calvete.

"¿Si nos da plata el gobierno chino para venir acá? ¡Ojalá! Eso es un mito. Cualquier negocio fuera de china es considerado extranjero", explica Oscar.

Un supermercado de 200 o 300 metros cuadrados se trabaja entre varias familias. Los ciudadanos chinos que acaban de llegar son adoptados en el negocio "familiar", primero como repositores; luego, ascienden a la caja y, si juntan dinero, abren su propio emprendimiento.

Los que apenas bajaron del avión, en general, viven discretamente en el mismo lugar donde trabajan: en el piso de arriba o en el sótano de un supermercado, a veces, hacinados. "Los chinos acá nos ganamos la vida con sudor y sangre [por la inseguridad]; la jornada de trabajo es de ocho horas, pero nosotros no paramos porque siempre hay más por hacer", cuenta Oscar.

Aquí hay que explicar ciertas cosas. La comunidad china no comulga con los valores universales individuales de Occidente. La concepción de la vida es absolutamente colectiva. Trabajo y ahorro son la base cultural. El resto (diversión, vacaciones) no está en el menú de un trabajador chino medio. Sólo el casino, de a ratos, los congrega, y allí también tienen sus propios códigos. El 6, el 8 y el 9 son sus números predilectos; en cambio, jamás apostarán por el 4, cuya pronunciación en chino coincide con la palabra "muerte".

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"Vos plantás una semilla, dejás que crezca el árbol para que todos tus hijos y nietos descansen cobijados y cubiertos del sol." Y estos árboles tienen que

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