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Los Cuentos De Charles Perrault, ¿cuentos Maravillosos O Documentos Históricos?


Enviado por   •  21 de Mayo de 2015  •  3.610 Palabras (15 Páginas)  •  306 Visitas

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Texto de la ponencia presentada por la autora en el II Congreso Internacional de Literatura para Niños “Producción, Edición y Circulación” (Buenos Aires, agosto de 2010). Imaginaria agradece su gentileza y autorización para publicarla en estas páginas.

Charles Perrault vivió entre 1628 y 1703, en pleno siglo de Luis XIV. Fue contemporáneo de Molière, Racine y La Fontaine. Miembro de la Academia Francesa, así como de las Academias de Pintura, de Escultura y de Ciencia, tuvo los cargos de Canciller de la Academia de Letras y Controlador general de los edificios y jardines de Francia. Habitaba una casa con acceso a los jardines del Palacio Real y tenía, además, un gabinete en la casa de su protector, Colbert, el primer ministro, y una cámara en Versalles. Desde joven se dedicó a escribir. Escribió libros en verso, sátiras, libros de arte y de caza, biografías de hombres ilustres, obras de tema mitológico. La obra por la cual fue famoso en su época es Paralelos, una serie de volúmenes en los que trata de demostrar la superioridad de los modernos sobre los antiguos. Hizo traducciones del latín y escribió sus memorias. Sin embargo, pasó a la posteridad por un librito de cuentos, escrito ya pasados los sesenta años, que ni siquiera se molestó en firmar.

Los tres primeros cuentos de Perrault son relatos en verso: “La paciencia de Griselda”, “Los deseos ridículos” y “Piel de Asno”. A partir de 1691 comenzaron a aparecer en periódicos y en antologías hasta que en 1694 estos tres relatos fueron publicados en un solo volumen en La Haya por Adrián Moetjens. Poco después, hubo una reedición acompañada de un prefacio. Los cuentos en verso no se volvieron a publicar hasta el año 1781 en que aparecieron junto a los cuentos en prosa.

Se conserva un manuscrito de 1695 con cinco cuentos en prosa: “La Bella Durmiente del bosque”, “Caperucita Roja”, “Barba Azul”, “El gato con botas” y “Las hadas”. La obra lleva por título Cuentos de Mamá Oca. Dos años después, en 1697, el editor Barbin publicó un libro con el título de Historias o Cuentos del tiempo pasado con moralejas. Tenía ocho cuentos en prosa, los cinco que estaban en el manuscrito de 1695 más otros tres: “Cenicienta”, “Riquete el del copete” y “Pulgarcito”.

Los cuentos de Perrault, en el momento en que fueron escritos, tenían un doble destinatario: las personas concurrentes a la corte de Versalles y los niños. La moda de los cuentos de hadas entre la gente de la clase alta había empezado unos años antes, en 1685, con la condesa d’Aulnoy. Testimonios de la época prueban que los cinco cuentos en prosa que figuran en el manuscrito de 1695 fueron leídos en voz alta y discutidos en las reuniones literarias cortesanas. Ahora bien, el mismo autor, en el prefacio a la cuarta edición de los tres cuentos en verso de 1694, indica que su obra está dedicada a los niños:

“Por más frívolas y bizarras que sean estas fábulas en sus aventuras, es seguro que despiertan en los niños el deseo de parecerse a aquellos que ven arribar a un final feliz y al mismo tiempo el temor a las desgracias en que caen los malvados a causa de su maldad. ¿No es acaso elogiable de parte de los padres y las madres, que cuando sus niños no son todavía capaces de paladear las verdades sólidas y desnudas de todo encanto, se las hagan amar y, si se me permite decirlo, se las hagan tragar envueltas en relatos agradables y proporcionados a la debilidad de su edad?”

Al aludir a ello, Perrault no sólo inaugura la literatura escrita especialmente para los niños sino que se ubica en una corriente típica también en nuestros días: la educación moral a través de la literatura. Consecuencia de esto, son las moralejas en verso que aparecen al final de cada cuento. Generalmente son dos: la primera está dirigida a los niños y la segunda, cargada de ironía, a los adultos.

Las fuentes de sus cuentos son, en la mayor parte de los casos, populares. Los miembros de la clase alta conocían estos cuentos porque les habían sido narrados en su infancia por niñeras de origen humilde. Además, como demostró Chartier, la alta burguesía también leía literatura de cordel, como los famosos libritos de la “Biblioteca Azul” en la que circulaban los cuentos tradicionales (*).

Perrault es bastante sobrio en la utilización de lo maravilloso. En sus cuentos hay pocos personajes fantásticos: una decena de hadas, dos ogros (“Pulgarcito” y “El gato con botas”), y una ogresa (“La Bella Durmiente”). En cuanto a animales fantásticos o con poderes extraordinarios, sólo aparecen los dragones que tiran de la carroza del hada de “La Bella Durmiente”, el asno encantado en “Piel de Asno” y el gato que habla en “El gato con botas”. Los elementos mágicos se reducen a las varitas mágicas, las botas de las siete leguas (“La Bella Durmiente” y “Pulgarcito”), el anillo y el cofre de “Piel de Asno” y el zapatito de cristal de “Cenicienta”. Por el contrario, las descripciones de ambientes y situaciones de la vida contemporánea son muy abundantes. Perrault nos cuenta historias viejas, pero las sitúa en escenarios conocidos para los lectores de su época.

La sociedad del Antiguo Régimen detentaba una gran desigualdad social; tanto los poderosos como los más humildes aparecen retratados en los cuentos.

Empecemos a recorrer la pirámide social desde su punto más alto: la corte de Versalles, ámbito en donde se movía libremente el autor en su calidad de rico burgués intelectual con protectores poderosos. El ceremonial de la corte ya aparece en uno de los cuentos en verso, “La paciencia de Griselda” y reaparece magníficamente en “La Bella Durmiente” cuando el narrador se detiene a describir el ejército de sirvientes. En “Cenicienta” lo retoma al narrar el modo en que la heroína llega al baile y al describir los pormenores del banquete ofrecido por el príncipe. Por ejemplo, cuando Cenicienta vuelve del primer baile les pide a sus hermanas que le cuenten cómo fue. Ellas le dicen que había una princesa desconocida, sumamente hermosa a la cual el príncipe atendió especialmente y que había sido muy gentil con ellas pues les había convidado con naranjas y limones que el príncipe le había dado. Esto no es una broma de Perrault. En esa época las frutas cítricas eran un artículo de lujo que se importaba de China o de Portugal. Finalmente, en “Riquete el del copete” reaparecen las costumbres de la corte: las conversaciones intelectuales, los banquetes suntuosos.

Los ricos eran señores muy poderosos, no necesariamente nobles, la alta burguesía también detentaba mucho poder. Ejemplos de estos personajes son los ogros, tanto el de “El gato con botas” como el de “Pulgarcito”, y “Barba Azul”. La descripción de la casa de este

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